Guillermo Valencia Columna Semana

Opinión

La última batalla del silicio: el ascenso de la computación cuántica

A medida que la Ley de Moore desacelera, el foco se traslada a la próxima frontera: el auge de la computación cuántica, una revolución que redefinirá lo posible.

Guillermo Valencia
20 de noviembre de 2024

Estamos siendo testigos de una transformación histórica. La industria de los semiconductores, un pilar de la innovación desde la década de 1940, ha llegado a su punto máximo. Aunque empresas como ASML y TSMC siguen siendo cruciales por ahora, y Broadcom continúa desarrollando la infraestructura 5G que impulsa nuestras autopistas digitales, el futuro está cambiando. A medida que la Ley de Moore desacelera, el foco se traslada a la próxima frontera: el auge de la computación cuántica, una revolución que redefinirá lo posible.

Los inicios de una revolución tecnológica

En la década de 1940, el mundo presenció el nacimiento de una tecnología que cambiaría todo: los semiconductores. Desde los primeros transistores hasta los chips que hoy potencian un mundo impulsado por inteligencia artificial, los semiconductores han sido el motor de un crecimiento exponencial en la innovación. Durante más de 80 años, han sido la columna vertebral de la vida moderna, habilitando silenciosamente los dispositivos y sistemas que ahora damos por sentado.

Sin embargo, hemos llegado al auge de la era de los semiconductores. Los avances extraordinarios que marcaron el siglo XX están alcanzando sus límites en el XXI. Lo que nos trajo hasta aquí ya no será suficiente para el futuro, y la industria, al igual que el mundo que alimenta, se encuentra en una encrucijada.

La edad dorada de los semiconductores

En este momento, los semiconductores dominan la competencia global como nunca antes. Vemos un mundo dividido entre los jugadores que tienen las claves del éxito de esta industria:

ASML: la empresa neerlandesa con un monopolio en la litografía ultravioleta extrema (EUV). Sin ASML, compañías como TSMC, Intel y Samsung no pueden fabricar los chips que hacen posibles la inteligencia artificial, el 5G y la supercomputación.

TSMC: la joya de la corona en la fabricación de chips, controlando más del 50 % del mercado global. Sus avanzados chips de 2 nanómetros representan la culminación de décadas de maestría tecnológica.

Broadcom vs. Huawei: la batalla por la infraestructura 5G se ha convertido en la nueva carrera armamentista. Broadcom lidera la creación de componentes que permiten redes más rápidas y fiables, mientras que Huawei simboliza las ambiciones de China de dominar el mercado global del 5G.

Este es el pináculo de la era de los semiconductores. Las tensiones geopolíticas han convertido estas tecnologías en símbolos de poder nacional. ASML está en el centro de guerras comerciales, el dominio de TSMC depende de la estabilidad de Taiwán, y las redes 5G son las nuevas rutas comerciales del mundo digital.

Los límites de los semiconductores

Durante décadas, la industria se ha basado en la Ley de Moore, que predice que el número de transistores en un chip se duplica cada dos años. Este crecimiento exponencial ha impulsado desde teléfonos más rápidos hasta inteligencia artificial más avanzada. Pero ahora, la Ley de Moore está llegando a su fin.

El techo físico: con chips de 2 nanómetros, nos acercamos a la escala atómica. Transistores tan pequeños enfrentan efectos cuánticos como el túnel de electrones, lo que los hace poco fiables.

La barrera económica: desarrollar y fabricar chips en estas escalas es tan costoso que solo unas pocas empresas, como TSMC y Samsung, pueden competir.

La lógica obsoleta: la industria de los semiconductores sigue basándose en el álgebra de Boole, una invención del siglo XIX. Es fiable para la computación binaria, pero inadecuada para la complejidad de los problemas actuales.

El próximo gran salto no vendrá de exprimir más al silicio, sino de repensar completamente cómo calculamos.

El amanecer de la computación cuántica

A medida que los semiconductores alcanzan sus límites, emerge una nueva era: la computación cuántica. No se trata solo de una evolución, sino de una revolución.

¿Qué hace diferente a la computación cuántica?

Superposición: a diferencia de los bits clásicos, que son 0 o 1, los cúbits pueden ser ambos al mismo tiempo, permitiendo procesar enormes cantidades de datos simultáneamente.

Entrecruzamiento: los cúbits pueden entrelazarse, lo que significa que el estado de uno afecta al estado de otro, sin importar la distancia entre ellos. Esto genera una eficiencia computacional sin precedentes.

Túnel cuántico: los ordenadores cuánticos pueden superar las barreras que enfrentan los sistemas clásicos, resolviendo problemas de optimización, criptografía y simulación que serían imposibles de otra manera.

¿Quién lidera esta carrera?

Google: alcanzó la “supremacía cuántica” en 2019 al resolver un problema imposible para una computadora clásica.

IBM: desarrolla sistemas cuánticos escalables orientados a usos prácticos y comerciales.

China: invierte intensamente en investigación cuántica para liderar en aplicaciones como la encriptación y la logística.

Esto no es solo una carrera tecnológica, sino también geopolítica. La computación cuántica redefinirá industrias, la seguridad nacional y hasta las estructuras de poder global.

Del pico al amanecer

Estamos siendo testigos de una transformación histórica. La industria de los semiconductores ha alcanzado su punto máximo, y aunque empresas como ASML, TSMC y Broadcom siguen siendo críticas, el futuro está cambiando. A medida que la Ley de Moore se desacelera, la próxima frontera es la computación cuántica, una revolución que redefinirá lo posible.

Este no es solo un cambio tecnológico; es un cambio humano. Las empresas y naciones que dominen esta transición no solo liderarán industrias, sino que moldearán el futuro de la humanidad. Porque al alcanzar el pico de los semiconductores, debemos recordar que el pico no es el final, sino el comienzo de algo nuevo: la computación cuántica.

En Macrowise, creemos que la riqueza se crea al ver lo que otros pasan por alto, conectando los puntos e invirtiendo con una visión que capte la perspectiva más amplia.

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