Alejandra Carvajal, columnista

OPINIÓN

¿Pagaría usted por la vacuna?

Debería permitirse la comercialización por parte de los privados, el derecho a la salud es de carácter constitucional y esa es una forma de garantizarlo.

30 de marzo de 2021

Miles de millones de habitantes del mundo están esperando la oportunidad de acceder a una vacuna, lo cual puede considerarse actualmente como un privilegio de aquellos ciudadanos pertenecientes a países con renta alta. Los niveles de desigualdad han sido notorios, quizás como nunca, pues los países pobres han quedado en el último lugar de la fila. Incluso, desde ya empieza a hablarse de una división del mundo en dos como consecuencia de la pandemia.

Julian Tang, profesor de la Universidad de Leicester junto con otros virólogos advierten que los países miembros de la Unión Europea, Israel, algunos asiáticos como Corea del Sur y Singapur así como representantes de la Oceanía entre los que se encuentran Australia y Nueva Zelanda podrán restablecer sus actividades a partir de mediados de 2021 casi por completo, de manera específica el comercio y el turismo, bloqueando a su vez el acceso de personas provenientes de países con pobres niveles de vacunación que pongan en peligro a sus ciudadanos. Varios países ya están preparando lo que sería un pasaporte de vacunación, como Estados Unidos, los de la Unión Europea e Israel, lo que le permitiría a aquellas personas vacunadas viajar sin restricciones.

El presidente de Estados Unidos asegura que el próximo 4 de julio la normalidad regresará a ese país. Colombia está lejos de que esto suceda el 20 de julio, muy seguramente para esa fecha aún no nos hayamos liberado de la covid-19 y tengamos que celebrar otro día de la independencia en casa, a menos que se negocien vacunas nuevas y prometedoras, como las de la empresa alemana CureVac que está en fase 3 y que ya firmó un contrato de suministro de 225 millones de dosis con la Unión Europea, con la opción de añadir 180 millones adicionales. Colombia podría hacer lo propio, por ejemplo. Aun mejor sería el permitir que la empresa privada comercialice las vacunas, esto agilizaría enormemente las metas nacionales en materia de vacunación.

Es un problema mayúsculo el que los laboratorios farmacéuticos no den abasto en la producción pero que tampoco cedan los derechos de propiedad intelectual a otros para que lo hagan. La producción está centralizada en unos pocos países que incluso han llegado a bloquear la salida de vacunas a otros territorios. En Italia han ido aún más lejos, pues recientemente se encontraron escondidas 29 millones de vacunas de AstraZeneca, sin que haya claridad sobre su destino final.

Lo cierto es que las farmacéuticas que tienen la patente de la vacuna han invertido miles de millones de dólares en investigación y desarrollo y no están dispuestas a ceder sus derechos gratuitamente. Esta discusión actualmente se está dando en la Organización Mundial del Comercio, pues un bloque liderado por India y Sudáfrica ha solicitado una exención relativa al acuerdo sobre los ADPIC (Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio), proponiendo la suspensión de los derechos de propiedad intelectual de tecnologías, medicamentos y vacunas relacionadas con la Covid-19, de manera temporal por un número determinado de años, hasta lograr que la mayoría de la población mundial sea inmune.

Otros Estados entre los que se encuentran Kenya, Eswatini, Mozambique, Pakistán, Bolivia, Venezuela, Mongolia, Zimbabwe, Egipto, el Grupo Africano (55 países) y el Grupo de los PMA (Países menos adelantados, un total de 46) apoyan esta solicitud, a la que ha presentado oposición Estados Unidos, los miembros de la Unión Europea, Suiza, Noruega, Japón, Australia y el Reino Unido, que respaldan a las farmaceúticas. Hasta ahora van ganado este último bloque.

Lo cierto es que, por ahora no hay ni habrán vacunas gratis. Los ciudadanos del mundo pagamos impuestos, y con ese dinero pagamos la vacuna. La tal gratuidad no existe. Así las cosas, debería permitirse que los ciudadanos que quieran y puedan comprar la vacuna también puedan hacerlo.

Los Estados se han desgastado meses en negociaciones infructuosas, pues las vacunas siguen llegando a cuentagotas a todo el mundo. Buscando un precio no tan alto se han desgastado varios gobiernos, cuando son más las pérdidas en materia de Producto Interno Bruto que genera la no compra de las mismas al precio que sea. Los 10 millones de dosis de vacunas de Moderna, costaron a Colombia 295 millones de dólares, unos 30 dólares por dosis. Otros 20 millones de dosis a través del mecanismo Covax han costado al país 225 millones de dólares y siguen llegando a cuenta gotas. Si se permitiera que los privados comercializaran las vacunas, muy seguramente el Plan Nacional de Vacunación concluiría de manera más expedita, morirían menos colombianos y la reactivación económica se haría en un menor tiempo.

En lo personal, estaría dispuesta a pagar por la vacuna, pues de acuerdo al Plan Nacional de Vacunación muy seguramente me estén vacunando el año entrante. Muchos colombianos, sino la mayoría, estarían dispuestos a asumir ese costo, pues se encuentran en similar situación. El gobierno nacional dio un paso importante al permitir que la empresa privada pueda comprar vacunas con el propósito de inmunizar a sus empleados y familiares, reglamentación que estaría saliendo la semana entrante. Sin embargo, debería ampliarse este espectro y permitir la comercialización de las vacunas, que los que puedan paguen por estas. Muy seguramente, buena parte de la ciudadanía estaría dispuesta a hacerlo, y así podamos celebrar el 20 de julio, fuera de casa.