| Foto: Archivo Semana

OPINIÓN

El 'corredor educativo' no es una cuestión política

Con el inicio del curso, llegan las noticias de la apertura de la frontera entre Colombia y Venezuela para que los estudiantes colombianos asistan a la escuela. ¿Qué pasa con los niños venezolanos que estudian en Colombia? ¿Y con las demás fronteras?

Mario Fernando Hurtado
21 de enero de 2016

"Garantizaremos la agilidad en el proceso de la matrícula escolar, la alimentación de los niños  y el transporte para que no pierdan un solo día de clase", anunció la ministra de Educación Gina Parody desde la frontera que separa Venezuela y Colombia en Cúcuta en alusión a los niños colombianos que viven en el país vecino y asisten a clases en la ciudad colombiana.

Pero cuando se lee la prensa de Venezuela, la historia cambia: el corredor se ha abierto para que los niños colombianos que estudian en Venezuela puedan acudir a las aulas.

Sin duda ambas versiones son ciertas, porque para los habitantes de zonas fronterizas estas no existen. Son creaciones arbitrarias de gobiernos centrales que dividen culturas orales, tradiciones y familias. De ahí que presentar la información como una preocupación personal de una de las partes y no de la otra es desacertado: lo que se debería garantizar es el flujo de los niños de ambos lados cuando lo que está en juego es su derecho a la educación.

De acuerdo con las informaciones que se manejan en Venezuela, las familias colombianas huyen al país vecino debido a los efectos del conflicto armado y  la exclusión social que genera  el modelo económico colombiano. Estas afirmaciones corresponden al vicepresidente venezolano Jorge Arreaza, lo que pone de manifiesto que, tanto de un lado como de otro de la frontera, se hace política con la educación y los cupos estudiantiles.

Los comunicados sobre lo que ocurre en Cúcuta se suceden pertinentemente. De hecho, Gina Parody ha visitado varias veces a la capital nortesantandereana. Pero ¿qué ocurre en los otros 2.500 kilómetros de frontera? ¿Con departamentos como La Guajira, Arauca, Cesar, Vichada? ¿Cómo se garantiza a los cientos de niños colombianos que viven en estas regiones que puedan asistir a sus clases en Venezuela?  ¿Acaso se están acondicionando cupos e instalaciones educativas para que los niños colombianos no tengan que cruzar la frontera en estos tiempos de crisis y puedan estudiar en su propio país? Nada se dice al respecto.

Uno de los problemas de Colombia ha sido el histórico abandono de las fronteras. La ausencia del Estado, la corrupción y la violencia armada es más frecuente en los  11 departamentos fronterizos que en el resto del país. Norte de Santander es  solo una de esas  once regiones castigadas, por lo que sería valioso conocer la política educativa en las fronteras a largo plazo como mecanismo para reducir la pobreza, el conflicto y la exclusión. Esta posición del Gobierno da una sensación de inmediatismo  y de politización que no da cuenta del estado real de la educación en las fronteras.

El compromiso que tenemos tanto gobierno como medios, es informar qué pasa con la educación en  todas las fronteras (Brasil, Panamá, Ecuador, Perú y los restantes cientos de kilómetros con Venezuela) Una política que fortalezca  la educación en estas frágiles regiones será fundamental en el post conflicto y la construcción de una identidad nacional.

*Editor jefe de Semana Educación

PARA EL DEBATE
Cuéntenos qué sabe sobre el estado de la educación en las fronteras de Colombia. Deje sus comentarios en nuestro Twitter @SemanaEd y @hurtadobeltran