Internado en Mocuare, Guaviare. Foto: Archivo SEMANA.

EXPERIENCIAS

Internados: una opción para la cobertura educativa

Aunque han ido desapareciendo en las ciudades principales, estas instituciones son la clave para garantizar el derecho a la educación en departamentos con población dispersa como Guainía, Guaviare y Meta. Contenido de la sexta edición de la revista digital Semana Educación, dedicada a los colegios y a los retos de la básica y media en Colombia.

9 de marzo de 2015

La vida dentro de un internado ha sido ampliamente retratada por Hollywood. Películas como Los coristas, La sociedad de los poetas muertosLa sonrisa de la Monalisa revelan la cotidianidad de estas instituciones, que a mitad del siglo XX fueron el modelo educativo más popular para educar a niños y jóvenes. Sin embargo, fuera de ser una ficción, estos centros todavía sobreviven. El internado más caro del mundo se llama Le Rosey, queda en Suiza y cobra 80.000 euros al año, unos 219 millones de pesos. Por sus aulas han pasado el rey Farouk de Egipto, el rey Beduino de Bélgica, el rey Juan Carlos I, el príncipe Rainier de Mónaco, el Sha de Persa e incluso los hijos de John Lennon y de Elizabeth Taylor. De ahí que se le denomine la "escuela de los reyes”.
 
Al otro extremo del mundo, en Colombia, departamentos como Guainía, Guaviare, Meta, Putumayo y Amazonas llevan décadas apostándoles a los internados para que miles de niños en zonas de población dispersa puedan acceder a la educación básica y media. Estas instituciones se convirtieron en el antídoto contra la deserción y en la llave maestra para aumentar la cobertura, pues al ofrecer alojamiento los estudiantes se evitan los largos viajes de la casa a la escuela, que en algunos casos duran días. Así reciben las clases y no tienen que enfrentarse cotidianamente a un terreno hostil y al acecho de los grupos armados ilegales. Además, aseguran las tres comidas del día, que es otra motivación para mantener a los niños y jóvenes dentro del sistema educativo.
 
“Los 52 internados nos sirven para garantizarle educación a 3.200 niños porque de otra manera sería imposible. A veces las personas viven muy lejos de las instituciones y asistir a clases se convierte en todo un reto por la dispersión. Entonces también entra el tema de la permanencia, de que vuelvan a las instituciones. Por eso se les asegura la alimentación”, explicó Carmenza Liz Lasso, secretaria de Educación del Guaviare, en conversación con Semana Educación.

Guainía enfrenta un panorama similar, pues, como retrató Kelly Paola Palacio, exsecretaria de Educación del departamento, “lo que atrae a los niños que viven a 20 días por río del internado es la comida. Los niveles de pobreza son muy altos y esos estudiantes viajan no tanto por estudiar sino porque necesitan comer. Hay que seguir invirtiendo para que no se salgan del sistema. Toca aumentar la cobertura y mantenerla. Pero para eso se necesitan recursos y no dejar estos departamentos de la Amazonia abandonados”.
 
Palacio afirmó que en muchos de los 89 internados y seminternados que benefician a 5.500 alumnos de Guainía no hay ni siquiera luz. “Algunos están en medio de un cementerio. Hacía 20 años que no se destinaba un peso para los internados. Hay que repartir los recursos del Ministerio de Educación en nómina de los docentes, personal administrativo, mantenimiento, infraestructura, uniformes, material didáctico y, por supuesto, víveres”.

Lasso, de Guaviare, coincide con esta postura. “Por la situación económica de Guaviare no contamos con las mejores condiciones ni la infraestructura necesarias para que el niño tenga un bienestar completo y podamos asegurarnos de que no se salga del sistema”. En ambos casos, cuando los internados son públicos, es el Estado el que corre con sus gastos: “Los gobernadores han dado prioridad a esta estrategia de acceso”, concluyó.

En Meta los internados también atienden a la población víctima del conflicto armado. Como explicó Jairo Gutiérrez, gerente de Cobertura de la Secretaría de Educación, cuando la guerra escaló en el departamento, fue necesario proteger a los niños y jóvenes. “El conflicto aceleró la aparición de los establecimientos educativos con servicio de internado. Muchos de ellos, al encontrarse ubicados en zonas de influencia de grupos al margen de la ley, se han convertido en un lugar seguro y en otra oportunidad para estos estudiantes, con lo que contrarrestan el reclutamiento forzado”, escribió Gutiérrez en un informe conocido por Semana Educación. Este territorio hoy cuenta con 74 internados que acogen 6.184 niños y se tiene previsto que para este año se abran otros dos.
 
Esta iniciativa de responderle al conflicto colombiano con educación empezó a principios de esta década en Meta y el programa lleva el nombre de Internados por la Paz. Hasta el momento la inversión es de 864 millones de pesos y ha beneficiado 2.432 alumnos en 21 municipios con prioridad en las zonas de alto riesgo. Sin embargo, tal como ocurre en Guainía y Guaviare, Meta también necesita más recursos para invertir en infraestructura educativa, servicios básicos de agua potable y energía de diversas fuentes. Además, el informe de Jairo Gutiérrez agregó que la dispersión poblacional del departamento, que es 11,22 habitantes por kilómetro cuadrado, impacta en los estándares exigidos por el Ministerio de Educación, ya que “las relaciones docente/alumno y alumno/grupo no resultan aplicables”. En otras palabras, Gutiérrez afirma que este gabinete no debería crear los mismos lineamientos para todos los internados del país porque las condiciones varían de acuerdo con el contexto del territorio.
 
Una cruzada que también se está luchando en Guaviare y Guainía. La exsecretaria de este último, Kelly Paola Palacio, le explicó a Semana Educación que “la pelea de la región es que no nos traten igual que al resto del país. No es lo mismo un internado en Medellín con camas que uno acá con hamacas y velas. El ministerio nos exigía que los niños comieran con cucharas, pero es que acá más del 80 % de la población es indígena y ellos se alimentan con las manos. Yo no puedo entrar a romper la tradición ancestral de un niño”.

Por su parte, la secretaria del Guaviare, Carmenza Liz Lasso, insistió en que “la política frente al tema de los internados no es clara. El ministerio dice que la infraestructura de estos centros no es educativa porque no son aulas ni unidades sanitarias, entonces tenemos menos recursos. Tampoco está avalada la figura del coordinador de internado y esta labor les toca a los profesores o los padres de familia. Sin recursos y sin compromiso seguimos trabajando con las uñas”.

Los internados pasaron a la historia como centros de educación para niños y jóvenes rebeldes que no acatan órdenes y que son irreverentes. En otras palabras, estudiantes que parecen no tener otra opción. Sin embargo, en un contexto sociopolítico como el de algunas regiones de Colombia los internados terminan  siendo la única alternativa de muchas familias para que sus niños estudien el bachillerato.

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