Las votaciones cerrarán el próximo 11 de noviembre | Foto: Cortesía

EDUCACIÓN

Los entrenadores colombianos que están a un paso de ir a estudiar con el Arsenal inglés

Gracias a una vida dedicada al fútbol, Vivian Johana Pirateque y Luis Alejandro Castañeda están a un paso de ganar ‘Future Stars’, programa que reconoce los aportes de los entrenadores de fútbol juvenil a las comunidades y cuyo premio es un viaje para hacer prácticas personalizadas con entrenadores de uno de los equipos más importantes de Inglaterra. ¿Cuáles son sus historias?

7 de noviembre de 2019

Vivian Johana Pirateque y Luis Alejandro Castañeda tienen dos cosas en común: su amor por el fútbol que los ha hecho dedicar su vida a enseñarlo y no haberse dejado vencer por las adversidades que se les han atravesado en su carrera como entrenadores.

Esa amor y perseverancia los llevó a integrar el grupo de 8 finalistas del programa ‘Future Stars’, de WorldRemit, programa que reconoce los aportes de los entrenadores de fútbol juvenil a las comunidades y cuyo premio es un viaje para hacer prácticas personalizadas con entrenadores del Arsenal, uno de los equipos más importantes de Inglaterra y que se ha especializado en la formación de jóvenes promesas.

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Para este programa se inscribieron 1.438 entrenadores de diferentes países de África y América, todos con historias sobre cómo el fútbol puede aportar en la transformación social. Primero se seleccionaron 20 semifinalistas, luego el jurado seleccionó ocho finalistas, entre los cuales se escogerán los dos ganadores (un hombre y una mujer) mediante votación pública hasta el 11 de noviembre en la página  futurestars.worldremit.com

Vivian y Luis son los únicos representantes del continente que siguen en competencia, y solo podrán traer las enseñanzas de la mejor liga de fútbol del mundo a sus dirigidos si vencen en las votaciones a sus colegas de Kenya, Uganda, Nigeria y Ghana.

Mientras Vivian, de 26 años, lucha por hacerse un espacio en un mundo de hombres, Luis, de solo 24, es el vivo ejemplo de que no hay ninguna limitación cuando de verdad se quiere hacer algo. Estas son sus historias que los tienen a un paso de aprender junto a los mejores entrenadores del mundo.

"No es fácil para una mujer ser entrenadora"

Como jugadora, Vivian Johana solía llegar 3 horas antes del partido para observar cómo jugaban sus posibles rivales y memorizar sus fortalezas y debilidades. A ella no le importaba tener que madrugar más, disfrutaba analizar los partidos.

Recuerda que esa pasión la llevó a inclinarse no solo por jugar sino también por entrenar. Cuando estaba en el último año de bachillerato, sus compañeras de curso le pidieron que las entrenara para poder ganar el torneo intercursos. "Aunque no ganamos, fue gratificante ver la evolución de cada una de ellas. Desde ese momento decidí que no había otro lugar en el que quisiera estar que no fuera en un campo de fútbol como entrenadora. Y hasta el día de hoy no me arrepiento".

Sin embargo, no todo ha sido fútbol y risas para Vivian, más en un deporte que en Colombia es practicado mayoritariamente por hombres: "antes de terminar mi carrera universitaria, envié varias hojas de vida, a varios clubes de Bogotá, pero ninguno me dio la oportunidad".

Pero lejos de rendirse, Vivian siguió insistiendo, hasta que le llegó su primera oportunidad para demostrar todo lo que tenía por ofrecerle al fútbol colombiano. "Después de meses y meses me llamaron para una entrevista en la Academia Iguarán F.C. Querían que manejara una categoría Sub 6 de formación. Después de un año de buenos resultados en los torneos y de un notorio avance de los niños en su proceso de formación, nos permitieron participar en la Liga de Bogotá".

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Aunque era su primera experiencia en esta clase de torneos, además de que ella era la única entrenadora de los 20 equipos participantes, en su primer y segundo año quedaron entre los cuatro mejores del torneo.

"No ha sido un camino fácil, pues he tenido que trabajar muy duro para poder ganarme el respeto de mis niños y de los padres de familia. Estoy muy orgullosa de ver cómo evolucionan cada día, como personas y como futbolistas. Cuando amas lo que haces, todo es posible. Y poco a poco las mujeres nos hemos abierto camino y lo que hasta hace poco era un sueño hoy es una realidad", dice.

Una tragedia que se convirtió en una historia de superación

Luis Alejandro dice que su destino siempre fue conertirse en entrenador de fútbol para personas invidentes. Cuenta que ese destino comenzó a labrarse mucho antes de nacer, cuando su padre, Luis Antonio, perdió la visión a los 7 años.

Todo ocurrió cerca a la Escuela Militar, en el barrio Rionegro, de Bogotá, cuando su padre estaba jugando fútbol con sus amigos por la zona y una explosión lo dejó sin visión. “Al parecer, la guerrilla dejó una granada piña que explotó, así quedó ciego”.

Pero lo que podría ser otra historia triste se convirtió en un ejemplo de superación personal que tiempo después su padre le transmitió. A pesar de que la guerra logró quitarle la visión a Luis Antonio, no logró robarle los sueños. Por eso cuando supo que, pese a su limitación, podía seguir jugando su deporte favorito, no lo dudó. Desde entonces, se convirtió en una figura del ‘futlata’, como se le llama al fútbol que en lugar de balón usa una lata y les permite jugar a los invidentes a través del sentido de la audición.

“Gracias a esas latas pude enfocarme en lo que más me gustaba y nunca abandoné el fútbol”, cuenta el padre de Luis Alejandro. Y aunque con el tiempo la tecnología mejoró y se empezaron a usar balones de cuero sonoros, la pasión y el talento no hicieron más que evolucionar. Creó el equipo de ciegos de Cundinamarca, y comenzó a entrenarlos, sin saber en ese momento que su hijo también heredaría esa pasión. 

Luis Antonio se casó con Olga Vargas, quien se convirtió en su compañera incondicional y cada domingo lo acompañaba a jugar fútbol. Tuvieron cuatro hijos y pronto todos terminaron apoyando a su papá. Sin embargo, Luis Alejandro fue quien más se enamoró de enseñarles a los pequeños. "Mi padre inculcó el deporte como un valor en nuestra familia y desde pequeño me involucré en todo lo que él hacía".

Hoy Luis Alejandro tiene a cargo los equipos de futbol juvenil, infantil y de mujeres para ciegos. Allí, y gracias a lo que aprendió con su papá, no solo enseña a personas con discapacidad visual a practicar este deporte, sino que los ayuda a ser mejores personas, pues, como explica, “esta es una manera de rehabilitar socialmente a mis deportistas y a mejorar su movilidad e independencia”.