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Solo un par de días antes de la llegada de Iota a territorio colombiano, 12 amigos llegaron a Providencia para hacer buceo. Lo que no se esperaban es que en medio del paseo tendrían que vivir un huracán de categoría 5 desde el corazón de la tormenta. Esta es su historia.
Solo un par de días antes de la llegada de Iota a territorio colombiano, 12 amigos llegaron a Providencia para hacer buceo. Lo que no se esperaban es que en medio del paseo tendrían que vivir un huracán de categoría 5 desde el corazón de la tormenta. Esta es su historia. | Foto: Cortesía Nicolás Londoño

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Huracán Iota: los 12 amigos buzos que terminaron atrapados y al borde de la muerte en Providencia

Solo un par de días antes de la llegada de Iota a territorio colombiano, 12 amigos de Medellín llegaron a Providencia para hacer buceo, pero se vieron atrapados en el corazón de un huracán categoría 5. SEMANA habló con ellos. Esta es su historia.

20 de noviembre de 2020

Antes de llegar a Providencia el pasado 11 de noviembre, cuatro días antes de la llegada del huracán Iota a esa isla, el instructor de buceo Nicolás Gómez bromeaba con sus amigos sobre lo difícil que había sido coordinar el viaje, ya que primero estaba programado para abril, pero por la pandemia tuvieron que moverlo primero para septiembre y, finalmente, para mediados de noviembre. “Con tanta cosa que hubo decíamos que este debía ser el viaje más atropellado del mundo, pero no teníamos idea de lo que faltaba”.

Gómez y 11 amigos más de Medellín decidieron llegar a la isla para disfrutar hasta el lunes festivo de la biodiversidad del archipiélago colombiano. Los primeros dos días de buceo estuvieron perfectos, hubo buen sol, un mar calmado, nadie preveía lo que se avecinaba a esta isla de solo 6.000 habitantes en unas cuantas horas.


Ya el sábado, un día antes de que Iota pasara a ser huracán cinco y dejara un rastro de destrucción a su paso por Colombia, por algunas precauciones no pudieron ir a bucear, pero en la isla no se sentía temor por el huracán.

“Las noticias alarmantes empezaron el domingo, pero nosotros no teníamos mucha información. Realmente nos dijeron que iba a ser una tormenta tropical, pues en esta época del año San Andrés y Providencia tienen mucha alerta de huracanes que casi nunca se materializan, o que pasan tormentas tropicales o huracanes de categoría 1, pero no esperábamos un huracán de categoría 5. Nunca imaginamos que eso iba a pasar”, explicó una de las turistas, María Antonia Chinkousky.

Según relatan varios amigos, el domingo se fueron a acostar temprano, sin haber recibido información concreta del desastre que se avecinaba. “Las autoridades no avisaron. Sé que hechos así son impredecibles, pero en materia de prevención la labor de las autoridades fue casi nula. El huracán nos cogió sin agua, comida y en chanclas”, agrega Gómez.

Sobre las 10 de la noche, el dueño del hotel donde se hospedaban fue a buscarlos a sus cabañas, cuando ya muchos dormían. Les alertó sobre la fuerza repentina que estaba tomando el huracán, razón por la que les pidió que pasaran la noche en el refugio del hotel, un bar cuya estructura era de piedras y cemento. “Nos acomodamos como pudimos, algunos dormían en la barra, otros en el suelo. En la madrugada se comenzó a inundar el suelo, entonces ya nos quedamos sobre las sillas y bancas. Se sentía cómo se acercaba el huracán cada vez con más fuerza, se escuchaba cómo golpeaba la lluvia y el viento cada vez más fuerte, y el estruendo de relámpagos todo el tiempo. Parecía una película, pero en ese momento no imaginábamos la magnitud de las cosas”, recuerda Nicolás Londoño, otro de los turistas.

Solo un par de días antes de la llegada de Iota a territorio colombiano, 12 amigos llegaron a Providencia para hacer buceo. Lo que no se esperaban es que en medio del paseo tendrían que vivir un huracán de categoría 5 desde el corazón de la tormenta. Esta es su historia.
| Foto: Cortesía Nicolás Londoño

Y es que muchos expertos aún no se explican cómo Iota era un huracán categoría 2 el sábado, y en el transcurso de la madrugada del lunes pasó de categoría 3 a 5, alcanzando vientos que superaron los 250 kilómetros por hora. “Nosotros pudimos hacerle seguimiento hasta las 3 de la mañana, cuando tuvimos conexión a redes y a internet”, señaló Chinkousky.

En la madrugada de ese lunes en el refugio-bar no sabían nada de esto, simplemente se especulaba sobre los ruidos que escuchaban afuera. Fue hasta las 5 de la mañana que comenzaron a sentir verdadero temor de la situación que estaban viviendo y de cómo estaban sobrellevando el huracán los habitantes de la isla.

“A esa hora llegó al refugio una pareja de esposos, una señora de edad y dos niñas pequeñas pidiendo refugio porque su casa había quedado completamente a la intemperie durante la madrugada”, cuenta Londoño.

La familia que llegó al refugio era la de la directora del hospital de Providencia y del odontólogo de la isla, quienes relatan que en medio de la oscuridad debieron resguardarse dentro de un clóset, hasta que con algo de luz pudieron llegar a pedir auxilio.

“Cuando se pudo, sobre las 10 de la mañana del lunes, la directora del hospital y la hija del dueño del hotel salieron a revisar cómo estaban las cosas. Las dos volvieron llorando, diciendo que todo estaba destruido”, relata Londoño.

En ese momento, el grupo de 12 amigos decidió ir por sus maletas y dirigirse al aeropuerto para tratar de comunicarse con sus familiares. Las cabañas donde se estaban quedando estaban casi destruidas. Recogieron sus cosas y emprendieron el recorrido de 10 kilómetros a pie hasta el aeropuerto.

El panorama que se encontraron fue devastador: “Se veía gente caminando desde el centro, varias personas buscando algo de comida, buscando un refugio, buscando dónde pasar la noche porque ellos sabían que la ayuda no iba a ser inmediata y que tenían esa noche para encontrar dónde estar. Había familias con niños de 1 año, niños de 6 años y no les quedó nada, no tenían dónde pasar la noche. Fue impresionante”, explica María Antonia.

“No quedaba un techo en toda Providencia, no veía un solo árbol en pie. Era un panorama muy triste de no ser por la actitud de las personas de la isla, eso fue lo más sorprendente, lo habían perdido todo pero estaban ya ahí tratando de ayudar”, agrega Gómez.

Bernardo Bent, alcalde de Providencia, aseguró que pese a que las comunicaciones están colapsadas en Providencia, logró hablar con un amigo que se encuentra en la zona, quien le dio detalles de la tragedia que se registró por el paso del huracán.
Bernardo Bent, alcalde de Providencia, aseguró que pese a que las comunicaciones están colapsadas en Providencia, logró hablar con un amigo que se encuentra en la zona, quien le dio detalles de la tragedia que se registró por el paso del huracán. | Foto: SEMANA

El grupo de amigos caminó por varias horas hasta el aeropuerto. ¿El panorama? El mismo por todos lados, casas destruidas, vegetación arrasada, las imágenes que se han conocido de Providencia hablan por sí mismas y muestran la magnitud de los daños que el huracán que de acuerdo con el presidente Iván Duque deja un saldo del 98 % de la infraestructura de la isla destruida.

Durante el recorrido evidenciaron la calidad humana de los isleños. Uno de ellos les permitió llamar por teléfono satelital a sus familiares en Medellín para avisarles que estaban bien, hecho que tranquilizó a los turistas. Pero la ayuda no quedó ahí. “Íbamos caminando y se acercaban a ofrecernos comida, a uno le daba pena recibir porque sabía que ellos habían perdido todo y uno con su hogar esperándolo en la ciudad. Era tanta la insistencia porque nos decían que seguramente estaríamos en la isla más tiempo del esperado y debíamos comer”, cuenta el instructor de buceo.

Con cada paso que daban quedaba claro que ellos habían sido de las personas más afortunadas de la isla durante el huracán. “Nosotros estuvimos muy cómodos, pero el resto de la isla y al resto de personas les tocó ir a unos albergues, unas iglesias que se destruyeron durante el huracán. Tenemos historias de gente que nos contaba que en medio del huracán les tocó huir a otro albergue que también se llevó el huracán. La isla no estaba preparada para esto. El mejor refugio de toda la isla era el bar del hotel”, sentencia Chinkousky.

María Antonia dice que sintieron un alivio al llegar al aeropuerto y ver la pista limpia aunque la estructura del aeropuerto no estaba en pie con excepción de la torre de control, donde pasaron la noche del lunes. En ese momento sabían que era viable que llegara ayuda a Providencia y podrían regresar a casa con prontitud. El grupo de amigos salió de Providencia el martes en la tarde en un avión de la Fuerza Aérea que llegó con ayuda humanitaria para la isla. Sin embargo, desde Medellín adelantan campañas para ayudar a Providencia y al dueño del hotel Agua Dulce.

Solo un par de días antes de la llegada de Iota a territorio colombiano, 12 amigos llegaron a Providencia para hacer buceo. Lo que no se esperaban es que en medio del paseo tendrían que vivir un huracán de categoría 5 desde el corazón de la tormenta. Esta es su historia.
| Foto: Cortesía Nicolás Londoño

¿Cómo ayudar?

La Fundación Pro Archipiélago ha habilitado una cuenta de ahorros para que los colombianos se sumen voluntariamente a la causa de dar una mano a los colombianos de la isla que han resultado afectados.

El número es el 34800000675 de Bancolombia, a nombre de la Fundación Pro Archipiélago. También hay una opción a través del sistema Wompi, el cual permite transferir desde cualquier parte del mundo por medio de este enlace: checkout.wompi.co/l/VPOS_XM812U.

Por su parte el grupo de amigos se puso como meta recolectar 60 millones de pesos, ya que este es el valor aproximado de una cabaña como las que tenía el hotel en el que se quedaron y que quedó completamente destruido. Por eso a través de una recoleta virtual a través del siguiente enlace https://armatuvaca.com/vaca/GE125451RAL21119 invitan a participar a cualquier persona sin importar el monto.

Solo un par de días antes de la llegada de Iota a territorio colombiano, 12 amigos llegaron a Providencia para hacer buceo. Lo que no se esperaban es que en medio del paseo tendrían que vivir un huracán de categoría 5 desde el corazón de la tormenta. Esta es su historia.
| Foto: Cortesía Nicolás Londoño