El periodo sabático no es para vacacionar; es para liberarse de la cotidianidad y dedicarse a la investigación. | Foto: Semana Educación

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El año sabático no tiene nada que ver con descansar

Las universidades colombianas ven en esta estrategia la oportunidad ideal para mejorar la calidad de la educación de sus profesores y lo otorgan para aumentar el número de artículos, investigaciones y libros académicos.

20 de abril de 2016

¿Qué tienen en común Dios, los hebreos y los profesores? Que cuentan con periodo sabático. Es la fórmula de un chiste, pero no. Dios terminó la obra al séptimo día y descansó, según el Génesis; los hebreos cosechaban durante seis años y al séptimo dejaban descansar la tierra, y los profesores trabajan durante seis años en una misma universidad y al séptimo pueden, no descansar, cambiar la cotidianidad laboral.  

Y es que los profesores también tienen su derecho a descansar como Dios manda, pero de las clases, no de todo su trabajo. Semana Educación indagó para la edición 15 de la revista sobre el proceso para solicitar el año sabático y para qué sirve. Varias universidades en Colombia implementan dentro de sus políticas el año sabático para docentes como un tiempo en el que puedan alejarse de dictar clases, pero para que se dediquen a investigar y terminar aquellos artículos, libros, documentos que no podían terminar por el corre corre del diario vivir.

¿Beneficia al docente el periodo sabático? La respuesta es afirmativa según Nubia Moreno, profesora de la Universidad Distrital que está aplicando para un periodo sabático. “Es un reconocimiento académico, pero más allá, uno intelectual al trabajo que se ha adelantado en la universidad”, explica y agrega que así como se trata de un derecho, también es una responsabilidad muy grande. “Uno no puede tomar ese tiempo para irse de vacaciones. Es un tiempo para reflexionar, investigar y escribir”. 

Al tiempo que el conocimiento avanza, cambia y se rehace, el docente debe actualizarse de esos cambios. Pero el día a día no es suficiente para lograrlo. Entonces, el año sabático “se convierte en una posibilidad para dedicarse a ello; durante ese tiempo el docente puede profundizar en su área de conocimiento”, según el vicerrector general de la Universidad Nacional, Jorge Iván Bulla.

¿Beneficia a las universidades? Sí. El año sabático significa para la institución una gran inversión. Mientras el docente está en su año sabático sigue recibiendo todas las prestaciones de servicio y su sueldo completo. Además se debe o bien contratar a un docente provisional para que cubra las clases del ausente o que un compañero lo reemplace mientras tanto. Sin embargo, las instituciones consultadas coinciden en que es una inversión que vale la pena hacer y que se retribuye en productos investigativos, científicos y académicos.

La Universidad Distrital, por ejemplo, en el momento tiene 41 docentes en año sabático; desde 2008 se han otorgado 203 y en promedio por año se aprueban 43. Es de las instituciones de educación superior consultadas la que más aprueban. El año sabático se contempla como un derecho de los docentes que tienen carrera de largo aliento. Sin embargo, en la institución se ha difundido el rumor de que se iba a eliminar de los estatutos universitarios. Camilo Bustos, secretario general de la misma universidad aclaró la situación: “Nunca se ha pensado en la posibilidad de eliminar el año sabático, porque algo que tienen claro es que quieren lograr la acreditación de la institución y de sus programas”, y agregó que para lograrlo se debe invertir aumentando los cupos de año sabático. “Estamos convencidos que repercute en el mejoramiento de la calidad de los docentes”. 

Esa última afirmación coincide con la postura de la Universidad Rosario, que ha logrado tener un fuerte impacto en los indicadores de producción científica, en parte, gracias a los 31 profesores beneficiados del periodo sabático. Según Juan Daniel Oviedo, director de Planeación y Efectividad Institucional, “durante ese tiempo los docentes logran cerrar sus publicaciones y someterlas a evaluaciones de pares internacionales para que puedan ser publicadas en revistas internacionales indexadas”.

Por otro lado, la Universidad de los Andes, aunque no tiene la figura de año sabático, tiene algo similar: el semestre de trabajo académico independiente (Stai). No es un año, son seis meses; sin embargo, Carl Langebaek Rueda, vicerrector académico, asegura que es suficiente para que los docentes terminen sus investigaciones.

Desde 2006, los Andes ha otorgado 92 Stai. Según el vicerrector, las mejores universidades del mundo tienen estas prácticas. “Son muy costosas para la universidad, pero es una buena inversión en términos de producción. Además, los profesores lo valoran mucho porque les da tiempo para desarrollar sus actividades adicionales a la docencia”.

Entonces, la implementación del año sabático e incluso el aumento en la inversión para aumentar en los cupos se convierte en una estrategia que permite a las universidades mejorar la calidad de sus docentes, tener mayor número de artículos, investigaciones, libros y documentos que elevan el estatus de la institución. Así que más sábados para los profesores. 

Este artículo hace parte de la edición 15 de la revista Semana Educación que acaba de salir en papel al mercado.  Si quiere informarse sobre lo que pasa en educación en el país y en el exterior suscríbase ya llamando a los teléfonos (1) 607 3010 en Bogotá o en la línea gratuita 01 8000 51 41 41.