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Falta plata para la más educada

Juan Manuel Santos puso la educación como una de sus tres banderas, junto con la paz y la equidad, para lograr la reelección. Y la idea de que el país requiere mejor educación caló. Pero, ¿está dispuesto el gobierno nacional a destinar más recursos para cumplir las promesas?

*Mario Fernando Hurtado
3 de octubre de 2016

La educación está de moda. El gobierno habla del compromiso, y por primera vez en años la educación ocupa primeras planas en los medios de comunicación. Desde la firma de los acuerdos de La Habana, el discurso de paz también se asocia al de la educación. Como le dijo el propio Santos a Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’: “Nuestro pasado lo escribieron las balas, nuestro futuro, la educación”. Todo suena esperanzador, y las acciones del Ministerio de Educación (MEN) se centraron en ampliar la inversión para lograr mejores resultados.

Y es que los retos son grandes: calidad dirigida a mejorar tres aspectos como infraestructura, investigación y formación docente. Por otra parte, se requiere dar continuidad a proyectos bandera que han demostrado que pueden tener un alto impacto en mejorar la educación colombiana como el programa Ser Pilo Paga, Ser Pilo Docente, las becas de posgrado a educadores, la dotación de materiales escolares y el reto de ampliar la infraestructura educativa. Pero, ¿hay dinero para todo?

La cifras de 2016, según un informe de la OCDE, demuestran que seguimos lejos de la afirmación que invertimos más en educación que en la guerra. Por ahora, el porcentaje del PIB en educación es del 3,3 %. Colombia solo supera a Panamá (3,2 %), Guatemala (3,2 %) y República Dominicana (2,3 %) en gasto público en educación de América Latina. Mientras tanto, México, el país que más invierte, destina un 5,4 %. Para 2017, el MEN solicitó $32,10 billones de pesos y se asignaron $31,20 billones, un billón menos, y además siguen faltando recursos para mejorar la infraestructura de la universidades públicas, incrementar los salarios docentes, llegar a la cobertura universal de libros de texto, sin contar con la difícil situación que enfrenta el PAE (Programa de Alimentación Escolar), en el cual, según las últimas noticias, 700.000 niños se quedarán sin acceso a los alimentos en el colegio.

Entonces, ¿estaremos los colombianos dispuestos a aportar recursos que se destinen para la educación? Una reforma tributaria debería contemplar un 1 % del IVA destinado a educación. Con dos billones de pesos adicionales se podría dar continuidad a asuntos como una transformación profunda a la educación superior, fortalecer la educación inicial y hacer posible la jornada única.

Ha finalizado la tercera versión de la Cumbre Líderes por la Educación, y entre las conclusiones, efectivamente la inversión en educación es la mejor apuesta, pero para eso se necesitan recursos, garantizar los programas a largo plazo, facilitar el acceso a los más pobres a la educación inicial para así cerrar las brechas que surgen desde la primera infancia y acompañar el proceso hasta las incorporación al trabajo. Las tareas son enormes; los discursos, conmovedores, pero se necesitan acciones contundentes en presupuesto e inversión para demostrar que la educación sí hace parte de la agenda nacional como un medio para transformar el país desde el crecimiento económico, la reducción de la pobreza y, lo más importante ahora, la construcción de una paz sostenible y duradera. Porque si queremos ser el país más educado, tenemos que ser también el que más invierte y, por supuesto, invertir bien.

*Editor jefe de Semana Educación

Este artículo hace parte de la edición N°18 de la revista Semana Educación. Para informarse más sobre lo que pasa en educación en Colombia y en el mundo suscríbase aquí.