| Foto: archivo particular

INNOVACIÓN

¡Celulares a las aulas!

Un colegio en el departamento de Arauca incluye los teléfonos móviles para incentivar el aprendizaje en los salones.

4 de diciembre de 2014

En el Colegio Municipal Agropecuario, ubicado en el kilómetro siete en la vía Caño-Limón (a 15 minutos de la ciudad de Arauca), se educan niños y jóvenes de estratos bajos, tanto del casco urbano como de la sabana. El profesor Alonso Prada propuso en el 2008 el proyecto ‘Uso pedagógico del celular’ para enseñar a los alumnos a utilizar como herramienta pedagógica ese aparato que hoy es parte fundamental de la vida de las personas.

Prada, creador del proyecto, cuenta que el proyecto surgió porque los jóvenes reproducían por Bluetooth contenido no apto para menores de edad. El celular, prohibido en los salones de clase, tenía que dar un giro y jugar en favor del aprendizaje.

Así es cómo se comenzó a consolidar con un grupo de docentes un exitoso proyecto que integra varias áreas como inglés, educación artística, lenguaje e incluso ciencias exactas como matemática, física y química.

En lenguaje e inglés los estudiantes utilizan el grabador de voz del dispositivo móvil para practicar lectura y pronunciación. Comparten las grabaciones por Bluetooth con los docentes, quienes las evalúan y corrigen para repetir los ejercicios. De esta manera queda evidencia del antes y después de la retroalimentación del docente.

En matemáticas el ejercicio consiste en elaborar videos a través de Paint. Por ejemplo, para las funciones trigonométricas realizan figuras y después las animan, les adaptan fondo y música y las graban en un formato para celulares.

Realizar estos videos involucra manejar tecnología, redactar el guion y tener sentido de la estética para manejar el color. Por eso, Prada asegura que es un proceso integrador en el que se aprende en varias áreas. Mientras anteriormente, la trigonometría se estudiaba en hojas verdes milimetradas.

En educación artística, el celular es un éxito. La asignatura dictada por la docente Patricia Cedeño Gómez incluye un módulo de fotografía. Antes, los estudiantes no tenían acceso a cámaras fotográficas y tenían que pedirlas prestadas a los profesores o familiares. Usar el celular facilitó esas actividades. Toman las fotografías sobre todo en vacaciones de mitad de año, para que los jóvenes tengan tiempo de pensar y buscar imágenes relacionadas con el tema que se les solicita: rostros, paisajes, flores, etcétera.

Los trabajos han sido bien recibidos y en septiembre, cuando se celebre el día del colegio, la institución realizará una exposición de fotografía para exaltar las creaciones de los alumnos.

Pero esta apuesta no ha sido fácil. Los jóvenes están un paso más adelante de los docentes con el uso de las nuevas tecnologías. A algunos de los maestros se les dificulta usar el celular con fines pedagógicos. “Hubo una ocasión en la que una profesora mencionaba que solo sabía contestar llamadas de su celular”, indica Prada. Sin embargo, esto no frena las ganas de los maestros de vincularse al proyecto.

No todos los alumnos cuentan con celulares, pero esto no es un factor negativo pues al compartir se incentiva el trabajo en equipo. Prada no entiende por qué, si el proyecto se puede aplicar en un colegio de la zona rural y en condiciones tan limitadas, en las instituciones donde los niños cuentan con dispositivos de alta gama no se aprovecha el uso de esta tecnología y, en el peor de los casos, se prohíbe. Las directivas de la institución decomisan el celular a los jóvenes que son sorprendidos difundiendo contenidos inadecuados. Y solo se entrega a los acudientes, haciendo nota del error.

El éxito del proyecto ahora pretende contrarrestar el 'phubbing', tendencia a ignorar a otros por estar pegado al celular. Por eso, cada vez que un joven usa incorrectamente el equipo, el docente se encarga de escribir esta palabra en el tablero y recordar que el celular es un gran aliado si se usa en forma adecuada.


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