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EL CURA ESTA DE FIESTA

Hasta ahora los únicos ganadores en la agudización del conflicto colombo-venezolano son el cura Pérez y sus secuaces del ELN.

17 de abril de 1995

UNA SEMANA DESPUES del ataque al puesto fluvial de Cararabo, Venezuela, donde fueron asesinados brutalmente ocho soldados del Ejército venezolano por un grupo de guerrilleros del ELN, los organismos de inteligencia colombiana interceptaron una conversación por radio entre el cura Manuel Pérez y uno de los comandantes que participó en la masacre. El pasado 4 de marzo, en las horas de la tarde, inteligencia militar captó un corto diálogo en el cual el cura Pérez felicitó de manera efusiva a su interlocutor por la operación que había adelantado y le solicitó un informe detallado sobre la acción en la frontera.
"Bueno hermano, felicitaciones...", fue la primera frase que le soltó al cura Pérez al comandante guerrillero del ELN, quien unos segundos después justificó la acción en el puerto fluvial de Cararabo por razones políticas y militares: En cuanto a la primera, le señaló a su jefe máximo que ésta tenía que ver por "los acuerdos binacionales, la violación de frontera, la expropiación económica y el mal trato a la población colombiana en la frontera...". Y en cuanto a las causas militares dijo que correspondía a "un golpe estratégico, al alto grado de militarización del área fronteriza y solidaridad con el pueblo colombiano". En la conversación el cura Pérez le insistió a su subalterno esa necesidad de recopilar "en detalle todos los hechos de lo ocurrido". Antes de finalizar el diálogo, el comandante del ELN le dijo al cura Manuel Pérez: "Estamos al ciento.... ". (ver recuadro) .
Esta intercepción radiotelefónica le permitió a las autoridades colombianas establecer varias cosas. La primera, que la horrenda masacre en territorio venezolano cometida por una columna del ELN había sido consultada con Manuel Pérez. La segunda, que el cura había dado su aprobación para que el frente guerrillero realizara la operación. La tercera, que el ELN había conseguido su objetivo que no era otro que el de lograr desestabilizar las relaciones entre Colombia y Venezuela.

LA CLAVE
Todos estos argumentos se comprobaron con la captura de Rafael Blanco Flórez, alías 'Carrillo', el hombre que según las autoridades colombianas dirigió la matanza de los infantes venezolanos. Tres días después de la cruenta acción en Cararabo, un teniente del Ejército con 40 soldados bajo su mando se internó en la selva en busca del escondite de 'Carrillo'. En el caserío La Virgen, Vichada, los soldados lograron sorprender al hombre del ELN en un rancho donde lo capturaron y encontraron una serie de documentos que les han permitido a los fiscales que investigan el caso armar el rompecabezas del porqué fueron asesinados los soldados venezolanos.
A 'Carrillo' se le encontró una libreta que era una especie de diario, donde tenía registrado de su puño y letra la planeación de la operación. Dicho plan lo había iniciado hacía tres meses y para ello había reclutado a los guerrilleros más sanguinarios y los más diestros en el manejo de armas blancas. De acuerdo con las confesiones hechas por los guerrilleros capturados, 'Carrillo' había decidido que la única manera de ser tenido en cuenta por sus jefes para un ascenso, era a través de una acción en la que lograra combinar riesgo, espectacularidad y salvajismo.
"El quería convertirse en uno de los comandantes más jóvenes de la compañía Simacota que es la que manda en la frontera. Prometió que ese día no estaba lejano", relató a las autoridades uno de los guerrilleros detenidos. Otro de ellos señaló que una semana antes de la incursión a la base fluvial de Cararabo, 'Carrillo', se había comunicado con el comandante Manuel Pérez a quien había puesto al tanto de la operación que tenía preparada. Todo parece indicar que al cura le cayó de perlas la propuesta de 'Carrillo', pues sabía que una acción de esta dimensión le permitiría ampliar su radio de acción en la frontera colombo-venezolana.
Por un lado, 'Carrillo' cumplió su meta. Con el salvaje asesinato de los ocho infantes de marina les comprobó a sus jefes que estaba más que preparado para asumir el liderazgo en la compañía Simacota. Por otro, a la comandancia del ELN la ope ración le venía como anillo al dedo para mostrar una aparente solidez militar que le permitiría llegar fortalecido a la mesa de negociaciones en la eventualidad de la iniciación de los diálogos de paz propuesto por el gobierno de Samper.

LA OTRA CARA
Pero la lectura que han hecho las autoridades colombianas del episodio de Cararabo es bien distinta. Para los altos mandos militares la cruenta acción en la frontera no es otra cosa que una respuesta del ELN por la militarización de la zona, iniciada a cuenta gotas, luego de que los gobiernos de Colombia y Venezuela firmaran los acuerdos binacionales de cooperación. El control de la frontera se había convertido en el principal obstáculo para el ELN que por años era el dueño absoluto de un territorio en el que se movilizaba como Pedro por su casa. Otro de los objetivos, según los altos mandos militares, que perseguía el ELN era despertar la simpatía en la población campesina que ha sufrido en carne propia los atropellos de algún sector de la guardia venezolana. Los maltratos, la violación de los derechos humanos e inclusive la desaparición de algunos pobladores, había calentado los ánimos en la frontera y las denuncias hechas por la ciudadanía no habían encontrado eco en las autoridades colombianas. "Con la matanza de los militares venezolanos, el ELN pensó que ganarza un espacio entre la gente y que su brutal acción sería justificada de alguna manera por una población que estaba cansada de los atropellos", señaló un alto oficial del Ejército.
Es increíble que todo este lío entre Colombia y Venezuela, donde en las últimas tres semanas se han escuchado todo tipo de insultos y agravios, en especial por la tónica que en estos temas ha caracterizado a los medios y dirigentes venezolanos, haya tenido su origen en la decisión de un guerrillero que quería llegar por cualquier medio a la cúpula de su organización y de un comandante que decidió respaldarlo. Es igualmente absurdo que mediante el asesinato salvaje -corte de franela de los cuerpos- el ELN pretendiera justificar militarmente su aparente fortalecimiento para llegar a la mesa de negociaciones cuando se inicien los diálogos de paz.
Las consecuencias de lo sucedido no se limitan al terreno de las relaciones binacionales. Lo cierto es que después de los hechos de Cararabo y de las pruebas que han aparecido de la felicidad que el episodio le causó al cura Pérez y a sus hombres, el gobierno colombiano está obligado a revisar las posibilidades de una negociación, al menos con el sector 'eleno' de la Coordinadora Guerrillera. No tanto porque así lo exija la opinión colombiana -acostumbrada como está a la convivencia de guerra y conversaciones- sino porque en Venezuela nadie entenderá de ahora en adelante que el gobierno de Samper 'convierta en interlocutores válidos a los hombres que masacraron a los infantes en Cararabo y que además festejaron el episodio como el más significativo de los últimos tiempos.
Pero si el gobierno colombiano está obligado a endurecerse con el ELN, tiene una obligación radicalmente opuesta frente a Venezuela, cuyos problemas internos se están saliendo de madre y sirven de caldo de cultivo al anticolombianismo. La situación de los dos países se parece a la de aquellas parejas en las cuales cuando la mujer está embarazada y enfrenta cambios hormonales delicados, el hombre debe hacer gala de toda la comprensión posible Y es que Venezuela está embarazada de crisis, y a Colombia le tocal con paciencia y habilidad, administrarle sus cambios de humor.

DE PEREZ AL JEFE DEL FRENTE: "FELICITACIONES, HERMANO".

SEMANA CONOCIO la transcripción de la conversación interceptada el 4 de marzo al cura Manuel Perez con el comandante del frente del ELN que perpetró el ataque en Cararabo, donde murieron ocho infantes de marina de Venezuela. En ella es evidente lo siguiente:
*Que el cura Pérez está contento con el ataque y que por ello felicita al jefe del frente.
*Que está preocupado por llenarse de argumentos para justificar el ataque.
*Que el jefe del frente le explica razones políticas y militares para el ataque.
El siguiente es el texto de la transcripción.
J. del F.: Siga, yo le dije que sí, ¿entiende?
M.P.: Listo, fresco hermano, no hay problema. Yo quedé al ciento. Bueno hermano, felicitacionés, porque quizás es así como lo más significativo en estos tiempos.
J. del F.: Sí, pues acá esa ha sido la salvación, fue bastante importante la hora...
(... )
M.P.: Bueno hermano, quedo al ciento. Yo me imagino que habrá mucho más, así como usted me decía, me imagino que ya vendrán muchas más ampliaciones y cosas. Hermano (...) Ia cuestión es esta, de todas formas a mí me gustaría mucho saber si han (sic) habido líos con la población del lado de allá, me parece que esa es la mejor manera de explicar porqué se trabaja (...) Entonces a mí me gustaría mucho hermano que me mandara datos lo más concretos posibles del incidente que se está dando (...) Yo te iba a sugerir lo siguiente, que por qué no me mandas varios punticos así o incluso así sea en directo hermano, me mandas eso con fechas y nombres, porque esa es la mejor respuesta para las preguntas que ya me las estoy imaginando cómo se van a venir.
J. del F.: Pues yo tengo acá los puntos, las generalidades (...) Hacemos lo posible para enviarlos lo antes posible.
M.P.: R. hermano. Adelante que yo tengo aquí la grabadora.
J.del F.: Bueno, razones políticas: acuerdo binacional en el campo militar está afectando población civil venezolana y colombiana, la violación de frontera. A lo nacional, expropiación económica y maltrato a la población colombiana en la frontera, agresión física y verbal, violación de derechos humanos.
Y razones políticas: golpe estratégico, necesidades bélicas, alto grado de militarización área fronteriza, continentalidad en la lucha y solidaridad con el pueblo colombiano.
M.P. Bueno hermano, al ciento con eso, de todas formas me sirve, me sirve bastante(...)

El hombre del corte de franela
RAFAEL BLANCO Flórez, más conocido como 'Carrillo', es un hombre frío, de pocas palabras, calculador y considerado como uno de los guerrilleros más sanguinarios del ELN. Su centro de operaciones fue Arauca. Allí todos le temían, en especial los ganaderos quienes en muchas oportunidades llegaron a implorarle que les diera más plazo para cumplir con sus cuotas de extorsión. Ellos sabían que si no pagaban sus familias correrían peligro como ocurrió con muchos hacendados de la región que encontraron a sus esposas e hijos brutalmente asesinados.
Este hombre fue el que planeó el asesinato de los ocho infantes venezolanos. Lo hizo, de acuerdo con los informes de inteligencia, para poder ascender en la cúpula de los 'elenos' y lograr que su comandante, Manuel Pérez, lo nombrara jefe de lá compañía Simacota.
'Carrillo', era el jefe militar de la Comisión Vladimir, que opera en la frontera colombo-venezolana y que tiene entre sus funciones la de recaudar dineros para el sostenimiento de los frentes del ELN. En este cargo, ordenó el asesinato de varios de sus compañeros a quienes antes de ajusticiarlos los sometía a múltiples torturas y luego les practicaba el corte de franela.
En las filas del ELN, 'Carrillo', escaló posiciones rápidamente. Sus compañeros le reconocen su beligerancia a tal punto que llegó a convertirse en uno de los hombres más temidos en las filas de los 'elenos'.