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EL COMUNISMO SECRETO DE CASTRO

Nuevas revelaciones en antigua polémica sobre cuándo comenzó el marxismo del líder cubano

24 de noviembre de 1986

Durante mucho tiempo se ha creido en ciertos circulos que la revolución de Castro habría podido ser más liberal, democrática y pro-norteamericana, si sólo los EE.UU. hubieran sido más tolerantes, comprensivos y le hubieran brindado un mayor apoyo al experimento cubano. Pero una cuidadosa reconstrucción de la secuencia de eventos en las semanas y meses que siguieron a la toma del poder por parte de Fidel Castro en 1959 -de donde surgen detalles que jamás habían salido antes a la luz pública- demuestra cómo desde la sombra, Castro quería transformar a Cuba en un Estado marxista-leninista, con la colaboración de comunistas de vieja data y nuevos comunistas que venía reclutando entre su ejército de rebeldes.
La historia fue recopilada por un antiguo corresponsal del Times de Londres, Tad Szulc, en el libro "Fidel: un retrato crítico", que será publicado en noviembre 17. Por considerarlo de interés para sus lectores, SEMANA transcribé un resumen del mismo publicado por el magazín dominical del periódico New York Times.
El documento está basado en más de un año y medio de entrevistas -las de los últimos nueve meses realizadas en Cuba, entre 1984 y 1985- que incluyen largas sesiones con el propio Fidel Castro, y con otros 17 de sus más cercanos asociados y camaradas, aquellos que estuvieron involucrados en el funcionamiento del "gobierno en la sombra" y en aquellas actividades como la creación de escuelas especiales donde los "viejos" comunistas enseñaban marxismo a los "nuevos" comunistas. También hubo numerosas entrevistas con exiliados cubanos en los Estados Unidos.
EL "GABINETE SOMBRA"
Una de las principales divisas de Fidel Castro cuando se propuso destruir el viejo orden social capitalista y feudal en Cuba fue la puesta en marcha de un gobierno paralelo en la sombra, que operó durante más de un año. Castro ocultó este "gobierno en la sombra" aun de los propios ministros oficiales del gabinete, hasta que sus controles revolucionarios quedaron plenamente consolidados. El "gobierno en la sombra" consistía en Castro y cerca de media docena de devotos seguidores, incluyendo a su hermano Raúl y a Ernesto (Che) Guevara. Este grupo secreto desarrolló y puso en funcionamiento las estrategias fundamentales, así como las políticas para el futuro inmediato. El "Gobierno Revolucionario" oficial cubano, del que Castro pronto se convirtió en Primer Ministro, era en realidad un organismo irrelevante y sin poder alguno construido en beneficio de la opinión pública, tanto interna como extranjera.
En forma igualmente secreta, Castro negoció un "pacto" con los viejos comunistas, aun cuando ellos se habían rehusado a apoyar su revolución hasta que su victoria estuvo virtualmente asegurada. Y, en el otoño de 1959, Castro comenzó conversaciones con un emisario soviético -un corresponsal de la agencia TASS- aunque, oficialmente, Moscú no estaba buscando para aquella época una relación cercana con Castro, tal vez por el interés de no opacar el "espíritu de Camp David", resultante de una visita del líder soviético Nikita S. Khrushchev al presidente Eisenhower en septiembre. La entrevista privada de Castro con Aleksandr Alexeiev, quien más tarde se convirtió en embajador en Cuba, terminó meses después en una visita del primer diputado Anastas Mikoyan y en el primer pacto económico con los rusos.
Públicamente, Castro negaba las acusaciones, tanto domésticas como internacionales, de que el comunismo se estaba tomando su revolución "humanista" de Cuba. Pero puso presos, bajo la acusación de traición, a aquellos compañeros de las épocas de guerra que renunciaron a continuar a su lado debido a su oposición al crecimiento de la influencia comunista.
Bajo el convencimiento de que una suave y ampliamente aceptada transición era lo políticamente aconsejable Castro permitió que el Presidente provisional, el juez liberal y anti-Batista Manuel Urrutia Lleo, seleccionara el Primer Ministro y el gabinete oficial. Naturalmente, Castro conservó una vigilancia muy estrecha sobre todos ellos. Y se reservó para sí el título de comandante en jefe, que había mantenido desde el comienzo de sus combates guerrilleros en la Sierra Maestra en diciembre de 1956, consciente de que su poder real descansaba en la lealtad de su ejército revolucionario.
Urrutia escogió un gabinete especialmente talentoso, con personas sacadas principalmente del ala moderada del Movimiento 26 de Julio, la organización revolucionaria original de Castro. Sólo tres guerrilleros de entonces fueron incluidos como ministros. Uno fue Faustino Pérez, un veterano luchador de la montaña y un moderado ideológico, que fue designado ministro para la recuperación de la propiedad robada. Los otros eran Augusto Martínez Sánchez como ministro de Defensa y, como ministro de Agricultura, Humberto Sorí-Marín, quien había diseñado la ley de reforma agraria que Castro firmó en la Sierra Maestra en mayo de 1958.
LA FACHADA
De los fundadores del Movimiento 26 de Julio, en 1953, sólo Armando Hart Dávalos fue invitado al gabinete; fue designado ministro de Educación. El único izquierdista ideológico fue Osvaldo Dorticós Torrado, ministro de Leyes Revolucionarias, quien, a finales de los años treinta había pertenecido al comité universitario del Partido Comunista ilegal. José Miró Cardona, un antiguo presidente del Colegio Nacional de Abogados, fue escogido por Urrutia como Primer Ministro.
Urrutia escribió después que él le había planteado a Castro "la conveniencia de señalar un gabinete centralizado que representara a todos los sectores revolucionarios", pero que Castro se había opuesto, afirmando que el gabinete debería ser tan homogéneo como fuera posible. Castro deseaba que este grupo homogéneo se asemejara a la composición liberal y moderada del Movimiento 26 de Julio, que gozaba del respeto mundial por su lucha contra Batista y por su promesa democrática. En línea con esta estrategia, Castro deliberadamente ocultó del panorama político el ejército rebelde, que cada día aumentaba sus inclinaciones marxistas.
Para evitar la oposición prematura Raúl Castro y el Che Guevara mantuvieron perfiles públicos muy bajos. Raúl tenía el comando militar en Santiago, y el Che era el jefe de la fortaleza de La Cabaña en La Habana. Pero su poder e influencia excedían enormemente las características de sus empleos. Participaron en todas las políticas revolucionarias secretas, y, desde sus comandos en tiempos de guerra, se encargaron de colocar personal de orientación comunista en posiciones estratégicas de mediano nivel a través del país. Con la impresionante fachada del Movimiento 26 de Julio, y con un gabinete conformado por especialistas económicos de reconocimiento internacional como Rufo López Fresquet en la cartera de Finanzas y Felipe Pazos como presidente del Banco Nacional, que le otorgaban gran respetabilidad al nuevo régimen, Fidel Castro y sus colaboradores ganaron el tiempo que necesitaban para construir el edificio marxistaleninista .
Como era usual, el Che Guevara insistió en ser públicamente franco mientras el resto del liderazgo central trabajaba en la sombra. En un discurso pronunciado en La Habana en enero 27 sobre "Las proyecciones del Ejército Revolucionario", Guevara fue más allá de cualquier cosa que Castro estuviera listo a decir públicamente, declarando que la ley de reforma agraria firmada en la Sierra en 1958 no "estaría completa" sin la expropiación de una gran cantidad de propiedades y que la "masa campesina" y el ejército rebelde impondrian una nueva ley. En un momento en el que Castro estaba pidiendo respeto para las inversiones extranjeras, Guevara informó a su audiencia que "habría nacionalizaciones masivas" y que eran "una democracia armada", y que la totalidad de la nación cubana "debe convertirse en una guerrilla armada" para defenderse de la agresión "de un poder que es casi un continente". Pero muy poca atención se le prestaba en esa época al Che, ya que la opinión pública, en este primer período, tendía a creer en la línea moderada de Castro, y sólo más tarde se daría cuenta de que los puntos de vista del Che coincidían con los objetivos de la revolución.
La revolución socialista de Castro, su gobierno en la sombra y sus negociaciones clandestinas con los "viejos" comunistas comenzaron a pocos días de su arribo a La Habana en enero 8. No teniendo ningunas responsabilidades oficiales ostensibles durante las seis primeras semanas del nuevo régimen, ya que simplemente era el "comandante en jefe", Castro pudo comprometerse sin llamar la atención. Sus actividades dentro y fuera de La Habana eran un camuflaje perfecto: discursos, conferencias de prensa, apariciones por televisión. En febrero 9, anunció la decisión del régimen revolucionario de declarar al Che, de nacionalidad argentina, ciudadano cubano, como un acto de gratitud y como un requisito legal para permitirle ocupar un cargo público en Cuba.
EL TESTIMONIO DE GROBART
Mientras tanto, sus operaciones políticas secretas trabajaban en dos niveles simultáneos: con el "viejo" liderazgo comunista del Partido Socialista Popular y con el "gobierno secreto". Que la decisión de buscar la colaboración comunista fue tomada por Castro antes de la caída de Batista, es corroborada por Fabio Grobart, cofundador del Partido Comunista cubano, quien anda ahora por sus ochenta, es el historiador del partido y el miembro más viejo del Comité Central.
De acuerdo con Grobart, Castro creía que el régimen moderado bajo Urrutia era un asunto transitorio inaceptable a largo plazo como instrumento de la revolución, y que debería crearse un gobierno en la sombra para colocar rápidamente a la nación por la ruta revolucionaria, mientras se fraguaba el concepto de unidad con los comunistas.
Más aún, las deliberaciones debían conducirse en secreto debido a las sensibilidades ideológicas del Partido Comunista y del Movimiento 26 de Julio, entre los que existían grandes resentimientos y una enorme desconfianza. Ni Castro ni los más importantes líderes comunistas que se estaban entrevistando con él podían admitir que, en efecto, estaban involucrados en la liquidación de sus respectivas organizaciones políticas en su forma presente.

TARDES EN COJIMAR
Castro mantuvo la mayoría de sus encuentros secretos en 1959 con los líderes del viejo Partido Comunista en una casa en la cima de una montaña en el poblado pesquero de Cojímar, a diez millas al este de La Habana. Siempre estaba acompañado del Che Guevara, de Camilo Cienfuegos, de Ramiro Valdés, y muy frecuentemente de su hermano Raúl. Cienfuegos jefe de la Armada, había sido un "comunista de recinto cerrado" durante la guerra. Valdés, uno de los principales seguidores de Castro, era admirador del comunismo y de la Unión Soviética. Raúl era miembro del Partido desde 1953, y Guevara estaba más a la izquierda que cualquier Partido Comunista. Fidel era el único del grupo que carecía de compromisos públicos con el comunismo.
Las negociaciones del Partido con los fidelistas para compartir el poder eran lideradas por Blas Roca Calderío, su secretario general desde 1934, e incluían a Carlos Rafael Rodríguez y Anibal Escalante, del comité ejecutivo. Todos eran considerablemente mayores que los fidelistas, y eran temidos por los rebeldes jóvenes, excepción hecha de Castro.
Blas Roca tenía 77 años, y estaba bien recuperado ya de un derrame cuando aceptó el año anterior conversar sobre el pasado con el periodista que recogió esta historia. Fue el primer "viejo" comunista que se reunió con Castro después de la revolución. "Comenzamos a vernos tan pronto como Fidel, Camilo y el Che llegaron aquí". Y recuerda que Castro exclamaba, "ahora somos el gobierno y no obstante, todavía tenemos que reunirnos de manera clandestina".
Blas Roca dice que en aquellos días, al grueso de los militantes del Partido se les ocultaba que sus lideres habían llegado a reconocer a Castro como el principal lider revolucionario de Cuba. También se les ocultó que Castro era considerado socialista y marxista, porque "el éxito de las negociaciones" entre Castro y los "viejos" comunistas "estaba unida a la necesidad de evitar que los norteamericanos tuvieran alguna excusa para intervenir, como lo habían hecho en Guatemala en 1954".
Grobart recuerda también que para aquella época, las reuniones entre fidelistas y comunistas se habían institucionalizado. "Hubo una coordinación de actividades y de colaboración. Y este fue el comienzo". A finales de 1959 o comienzos de 1960, Castro y los viejos comunistas concluyeron que había llegado la hora de avanzar con la organización de un Partido Comunista Unificado, pero Grobart señala que el primer paso era la creación de Organizaciones Revolucionarias Integradas, reuniendo al Movimiento 26 de Julio con el Partido Socialista Popular y el Directorio Revolucionario Estudiantil.
Cada partido mantuvo temporalmente su identidad y "autonomía", a pesar de que el liderazgo general de Castro era recorlocido. En 1961, las tres organizaciones fueron formalmente fusionadas como preludio para el establecimiento de un Partido Comunista reinante bajo la batuta de Castro, en 1965. Pero su surgimiento real tuvo lugar en 1959, en la villa de Cojímar, donde Ernest Hemingway encontró a su viejo y el mar.
EL ADOCTRINAMIENTO MARXISTA
Entre las primeras decisiones tomadas conjuntamente por Castro y los "viejos" comunistas estuvo la creación de escuelas especiales para enseñarles marxismo-leninismo a los fidelistas, particularmente a aquellos con un futuro político evidente, como parte de la preparación previa a la transición total de la isla al comunismo.
Con el destape público, en 1960, de las Organizaciones Revolucionarias Integradas, las escuelas marxistas-leninistas se hicieron cruciales en la preparación de los "nuevos" comunistas para las tareas futuras.
Con el paso de los años, las escuelas del Partido se centralizaron bajo el control de la Escuela Central Nico López del Partido Comunista Cubano, que es, en efecto, una universidad marxista-leninista que ofrece de todo, desde cursos básicos de tres meses hasta doctorados de cinco años en ciencias sociales. Todos los trabajadores públicos cubanos de categoría deben ser graduados de la Nico López, y el currículo incluye comunismo científico y ateísmo, lucha ideológica, historia universal, historia cubana, filosofía, economía política del socialismo y economía política del capitalismo.
Para finales de 1961, más de 30 mil personas habían pasado por estas escuelas de adoctrinamiento, pero la élite era una clase de 53 de los más promisorios líderes jóvenes que, comenzando en enero de 1962, recibieron cursos diarios intensivos de nueve horas en marxismo, economía y filosofía.
En marzo, Castro vino a la escuela a seleccionar, entre ellos, a un grupo de 20 para que supervisaran secretamente la conversión de las Organizaciones Revolucionarias Integradas en el Partido Unitario de la Revolución Socialista Cubana, que todavía no había sido anunciado públicamente, pera que constituía el paso clave hacia el nuevo Partido Comunista. Para finales de 1960, todavía no había comunistas en el Consejo de Ministros cubano, pero el marxismo-leninismo había abierto importantes surcos en Cuba.
EL GRUPO DE TARARA
Este grupo de escogidos tomó el nombre aparentemente inocente de Oficina de Planes y Coordinación de la Revolución, para el caso de que se hicieran preguntas, pero su existencia era desconocida para cualquiera que no fuera del círculo íntimo de Castro. Operando como una fuerza secreta de trabajo encargada de ciertas misiones políticas señaladas por Fidel Castro, este grupo incluía a Antonio Núñez Jiménez como director -un ardiente convencido de las tesis marxistas-leninistas, y el hombre preciso que Castro necesitaba para la transición. Al Che Guevara, a Alfredo Guevara -amigo comunista de Castro desde la universidad y compañero en 1948 cuando, en palabras de Szulc, "participaron en el levantamiento sangriento llevado a cabo en Bogotá contra el gobierno colombiano, país a donde habían viajado para atender un congreso anti-imperialista de estudiantes latinoamericanos". Vilma Espín, quien después contrajo matrimonio con Raúl Castro. Oscar Pino Santos, economista comunista y Segundo Ceballos, viejo periodista especializado en problemas agrarios. Este grupo fue evolucionando durante 1959 hasta convertirse en un gobierno en la sombra de enorme poder.
El grupo se reunía en una casa en el balneario de Tarará, donde el Che estaba convaleciente de enfermedad y fatiga. Su misión secreta era la de preparar una nueva ley de reforma agraria, mucho más drástica que la que Castro había firmado en la Sierra Maestra el año inmediatamente anterior. Y también debía redactar ciertas leyes revolucionarias adicionales, además de familiarizarse con las áreas cruciales de las operaciones del gobierno, como preparación para el tránsito final.
LA TOMA FINAL
Las actividades de este "gobierno en la sombra" cambiaron y crecieron cuando Castro fácilmente persuadió al presidente Urrutia para que obtuviera la renuncia de José Miró Cardona como Primer Ministro y designara a Castro en este cargo en febrero 13. Las circunstancias no habian permitido que Miró fuera efectivo, principalmente porque casi todos los ministros discutían sus proyectos primero con Castro.
Carlos Rafael Rodríguez, escribiendo años más tarde sobre estos eventos, decía: "El gobierno que emergió en junio no podía considerarse verdaderamente revolucionario a la luz de sus procedimientos o composición... El poder revolucionario del momento residía por fuera del gobierno, en el ejército rebelde comandado por Fidel Castro. Su designación como Primer Ministro sirvió para fusionar el poder revolucionario con el gobierno".
Ya el poder de Urrutia había quedado reducido a la firma de leyes. Castro había comenzado a presidir los consejos de ministros, con la presencia muda de Urrutia, y con la "fuerza de Tarará" actuando como coordinadora invisible de la política.
La primera etapa de la revolución cubana había sido alcanzada con la toma pública del poder total por parte de Fidel Castro. El y su equipo se dedicaron entonces a preparar las etapas siguientes.-