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Embajadores empapelados

Aunque tradicionalmente las embajadas suelen ser una oportunidad para trabajar por las relaciones exteriores del país, hay algunos casos que demuestran todo lo contrario.

17 de marzo de 2012

Aunque tradicionalmente las embajadas suelen ser una oportunidad para trabajar por las relaciones exteriores del país, hay algunos casos que demuestran todo lo contrario. Con la orden de captura del embajador de Colombia en Perú, Jorge Visbal Martelo –por presuntos nexos con los paramilitares en condición de presidente de Fedegán– ya son tres los embajadores colombianos que han renunciado a su cargo diplomático y se han visto forzados a regresar al país para resolver sus asuntos con la Justicia. Al igual que Visbal Martelo, el embajador en República Dominicana, el general Mario Montoya, que tiene varias investigaciones pendientes, renunció a su cargo el pasado mes de julio. En su momento, también lo hizo el embajador en Caracas, José Fernando Bautista, que prefirió renunciar y mantener un bajo perfil cuando se vio salpicado por el escándalo de los primos Nule. ¿Será esta una consecuencia de nombrar a los embajadores por favores y reciprocidad y no por méritos?