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"SIN LOS GRINGOS YA HUBIERAMOS GANADO"

MARIO AGUIÑADA

7 de enero de 1985

Con el propósito de entrevistarse con el Presidente Betancur, para informarlo del diálogo de Ayagualo, Mario Aguiñada, un dirigente nacional del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional y del Frente Democrático Revolucionario (FMLN-FDR) de El Salvador estuvo en Bogotá la semana pasada. Antes de partir dialogó con SEMANA. Apartes:
SEMANA: ¿Qué resultados concretos produjo el último diálogo entre el gobierno y la guerrilla salvadoreña?
MARIO AGUIÑADA: Hubo varios resultados concretos. El primero de ellos, la aprobación de las normas de funcionamiento de la comisión especial, que estará compuesta por cuatro delegados de las partes y un moderador, el arzobispo de San Salvador. La importancia de este acuerdo consiste en institucionalizar un canal para que las partes discutan, preparen, proyectos o acuerdos, para luego someterlos a la consideración tanto del Presidente Duarte como de la dirección de nuestros frentes. La existencia de esta comisión podría significar en la práctica la superación de un nivel transitorio de relación entre el gobierno y la guerrilla. Otro resultado importante es el de que nos pusimos de acuerdo en determinar un período de casi dos semanas (22 de diciembre a 3 de enero), en el que acordamos crear condiciones que favorezcan el libre tránsito de personas y de transporte civil por territorio salvadoreño, por tratarse de un período de representación religiosa. Para nosotros significa que no haremos sabotajes ni acciones de retenes en las carreteras, que tan a menudo hacemos. Pero este acuerdo no involucra la tropa. Por eso no se trata de una tregua, la guerra sigue con el ejército. Se trata de una concesión para el pueblo, para que lleve a cabo sus festividades. Y el tercer logro de este encuentro es el de que se pudo, al fin y al cabo, comenzar a discutir. En La Palma, donde se produjo el primer encuentro, no se discutió nada. Fue simplemente una presentación ante la opinión pública. En esta oportunidad se produjo un cruce de caminos, y en él nosotros reiteramos, a través de nuestra presencia, nuestra intención de dialogar.
S.: Su recuento parece muy optimista. ¿Cómo explica usted entonces el pesimismo aparente del gobierno salvadoreño en torno a los resultados de esta reunión?
M.A.: No somos optimistas, somos realistas. El problema del Presidente Duarte es que no estaba hablando para nosotros, sino para la derecha salvadoreña, a la que seguramente se sintió en la obligación de aplacar, manifestándole que no tenía ninguna intención de compartir el poder ni de salirse de la Constitución. Esto demuestra la debilidad de Duarte. El sólo puede dialogar, no negociar. El discurso de Duarte de esa noche, tan poco reflexivo, es porque el diálogo con nosotros adquirió una dinámica que no fue la que Duarte pensó que adquiriría. A nosotros Duarte intenta presentarnos una oferta de paz, y acepta que era justa la razón por la que nos fuimos a la guerra, pero diciéndonos que ahora todo ha cambiado. Que ahora hay democracia. En consecuencia nos ofrece una amnistía general, lo que presupone abandonar las armas. Nosotros decimos que El Salvador es otra cosa. Que en El Salvador hay una dualidad de poderes, que se manifiesta en el control del territorio, en la existencia de dos ejércitos, de dos alternativas políticas, y de una gran capacidad de ambas partes para incidir en la realidad salvadoreña. Y que por consiguiente es prudente dialogar, para llegar a un acuerdo.
S.: ¿No es cierto entonces que en cierta medida la elección de Duarte ha institucionalizado al país? ¿Que ha disminuido la acción de grupos paramilitares, y que programas como el de la reforma agraria han comenzado a marchar?
M.A.: Duarte no es una sustitución de la dictadura. Es un acomodo de la dictadura. Un cosmético de la dictadura. En El Salvador sigue existiendo el poder de los militares y el de los oligarcas. Duarte es una recomposición favorable al proyecto de los EEUU. En el conflicto salvadoreño hay que distinguir la existencia de tres proyectos políticos. El de la oligarquía tradicional agro-exportadora, que tiene como sistema mantener el orden establecido, con ciertas modernizaciones, siempre que sean ellos la fuerza hegemónica. También está el proyecto reformador pro-imperialista. Impulsado por los EE.UU., pretende la modificación del modelo agro-exportador de la dictadura, con reformas económicas y políticas, procurando que se aumente la influencia del capital monopolista en la economía salvadoreña, así como su presencia política. Y por último está la alternativa popular revolucionaria, que es la nuestra, la que nosotros representamos. En todo este esquema, Duarte representa simplemente la ventaja que tomó la alternativa que impulsaba EE.UU. Pero hay que aceptar que no es una marcha atrás ni una sustitución de la dictadura militar.
S.: ¿Cómo ha colaborado Colombia en todo este proceso de diálogo?
M.A.: La colaboración ha provenido particularmente del Presidente Betancur. Ante la falta de previsión de Duarte, que no mandó a nadie a organizar, la contribución de terceros ha sido decisiva. Por orden del Presidente Betancur el embajador de Colombia en El Salvador nos ha colaborado bastante, acompañando a los delegados nuestros del exterior al interior, proporcionándonos aviones, participando activamente en la creación de garantías. Además, hemos utilizado la sede de la embajada para distintas cosas necesarias en todo este proceso de diálogo.
S.: ¿Quién costea sus viajes? ¿De dónde sale el dinero para sostener a la guerrilla salvadoreña?
M.A.: Hay dos fuentes. El pueblo salvadoreño,que nos ayuda con alimentos, y el área internacional, de donde obtenemos el dinero en efectivo. Solamente en EE.UU. hay aproximadamente 300 comités de solidaridad. Alemania Occidental es el país europeo que más nos ayuda. Allí existe una cuenta bancaria llamada "Armas para El Salvador", donde todo el que quiere consigna. Pero a veces no nos ayudan con dinero, sino por ejemplo con pasajes de avión. Esta solidaridad internacional es lógica: un gobierno con mucho realismo en política debe tener relaciones con ambas fuerzas salvadoreñas. Nuestro ejército no es de mercenarios, ni pagado, ni tiene seguro de vida. No nos tiran Coca-Cola en paracaidas. Venimos del pueblo, somos indomables. Contamos con el respaldo popular mientras el respaldo del gobierno es el poder político y el económico. Somos dos fuerzas enfrentadas y eso es precisamente lo que permite que exista un diálogo.
S.: ¿ Ya qué viene usted a Colombia? ¿A informarle al Presidente acerca de los resultados de esta reunión?
M.A.: Si. Vengo a informarle, para que tenga una información de primera mano. Sentimos que es un compromiso moral ofrecer una información de lo que ha ocurrido a todos aquellos gobiernos que han ofrecido una colaboración.
S.: ¿En que sentido el proceso de paz colombiano ha influido en el comienzo del diálogo salvadoreño?
M.A.: Yo diría que ha sido al revés, teniendo en cuenta que las propuestas de diálogo en El Salvador comenzaron antes de que hubiera sido elegido Betancur.
S.: ¿De qué manera ayuda Nicaragua a la guerrilla salvadoreña?
M.A.: De muchas formas. Primero con el ejemplo, ya que su revolución demostró que la unión puede ser un factor determinante del triunfo. Por eso el triunfo nicaraguense influyó de manera determinante para acelerar nuestra propia unión. Pero la de ellos fue una guerra distinta, porque lo que se produjo en Nicaragua fue una insurrección de masas, mientras que nosotros tenemos un ejército organizado.
S.: ¿Les ayudan los sandinistas con armamentos?
M.A.: No. Su fusilería era atrasada la nuestra es muy moderna. Tenemos fusiles M-16, los mismos del ejército gringo. Pero Nicaragua si nos otorga un apoyo político muy importante. Incluso tenemos oficinas en Managua, como en México.
S.: ¿Quiénes están ganando la guerra en El Salvador?
M.A.: El hecho de que existan en el país dos poderes, el institucional y el nuestro, responde su pregunta. Si antes usted era dueña de toda esa oficina, y de pronto alquien le ocupa la mitad, pues usted ha perdido la mitad de su oficina. Por eso nosotros vamos ganando la guerra. Y aún le digo más: sin los gringos, nosotros ya hubieramos ganado esta guerra salvadoreña definitivamente.