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El brasilño Kaká, lider del Milan, está considerado como uno de los mejores del mundo

Fútbol

Estambul sólo hay una

Detrás del cartel que dice que Milan y Liverpool vuelven a jugar la final de la Champions League, hay otra realidad. Pase lo que pase el 23 de mayo en Atenas, poco o nada tendrá que ver con lo vivido en Turquía dos años atrás.

5 de mayo de 2007

El 25 de mayo de 2005 es una de las fechas más tristes en la historia del glorioso AC Milan, un club curtido en dramas. Esa noche, con el Mar de Mármara como telón de fondo, los italianos pasaron del éxtasis al desconsuelo en siete minutos, y el estadio Atatürk tembló no por la falla Anatolia, que algún día destruirá a Estambul, sino por la explosión de los fanáticos del Liverpool, equipo que le enseñó al mundo cómo convertir un 3-0 en un 3-3 sin que el rival se entere. Pero el fútbol, que da más revanchas a crédito que de contado, ha querido que los italianos tengan una pronta oportunidad de vengarse y que los británicos demuestren que no ganaron en 2005 su quinta Copa de Europa por un golpe de suerte.

El equipo guiado por Dios

Ricardo Izecson dos Santos Leite, 'Kaká', es tan buena persona, que se puede afirmar que es mejor ser humano que futbolista. Fervoroso evangélico, oye misas por Internet, lee la Biblia y en los camerinos que visita pega un letrero que dice: "Dios es fiel". De ese niño con cara de bueno nada queda cuando de jugar al fútbol se trata. En la semifinal de vuelta contra Manchester United estaba poseído, con los ojos desorbitados y los dientes apretados, como si quisiera comerse la cancha y al rival con ella. Antes de anotar su gol había tenido dos opciones claras y en una jugada le sacó al serbio Vidic, alto, veloz y de tranco largo, más de un metro en dos zancadas. Será creyente en Dios, pero Kaká habría sido capaz de lo que fuera con tal de jugar la final de la Champions y nada indica que ante el Liverpool su actitud será diferente.

Ese volante que acaba de cumplir 25 años puede ser hoy el mejor jugador del mundo. Mientras muchos se obnubilan con las bicicletas del portugués Cristiano Ronaldo, el brasileño hace lo suyo, sin mucho espectáculo, pero con una efectividad que mete miedo: 10 goles en 12 juegos, una cifra alta incluso para un goleador. Y si un equipo necesita de su talento, ese es el Milan. En un club plagado de estrellas, 'Kaká' habría perdido protagonismo. Pero con los de rojo y negro su figura se ha multiplicado. Imposible para sus compañeros no motivarse, y para los rivales, no inhibirse.

Poco y no muy bien se reforzó el cuadro presidido por Silvio Berlusconi para esta campaña. Mientras el Inter compró cuanta figura quedaba libre y no le interesara al Chelsea, en el AC Milan la partida de piezas clave como Stam y Shevchenko se compensó con Ricardo Oliveira, los jóvenes Gourcuff y Grimi, y las tardías apariciones de Oddo y Ronaldo, este último inhabilitado para jugar Liga de Campeones por haberlo hecho antes con el Real Madrid.

Así, penalizado con ocho puntos en serie A, con el vecino de en frente armado hasta los dientes y al borde de una prohibición para jugar copas europeas, comenzó una incierta temporada que tiene en el horizonte un posible final feliz. De la mano de 'Kaká', el holandés Seedorf ha mejorado su nivel y Gattuso es cada vez más impecable en el medio campo. No hay que despistarse, el ex jugador de Salernitana, campeón del mundo con Italia en 2006, sabe mucho con el balón, más allá de que lo identifiquen con un perro de presa.

Para que el Milan cuaje una buena actuación en el Olímpico de Atenas es necesario que Paolo Maldini, intermitente a sus 38 años, sea el de antes al menos por 90 minutos. Que Inzaghi y Gilardino estén con la puntería afinada y que en el arco a Dida no le dé por cometer uno de sus recurrentes errores. Caso aparte son el defensor Nesta y el volante Pirlo que, salvo excepciones, siempre juegan al máximo nivel.

Con seis títulos ganados en 10 finales disputadas, el Milan desea ser campeón de Europa una vez más. Y de llegar a perder, seguro no lo hará de la misma forma que hace dos años.

El ejército del imperio

Al frente de los italianos habrá un semáforo en rojo llamado Liverpool, y si hay algo que abonarle al conjunto inglés es que su nombre cada vez se asocia menos con la tragedia de Heysel, ocurrida en la final de Europa de 1985. Gran responsable de este logro es el español Rafael Benítez, entrenador del equipo. Habitante del mítico estadio de Anfield desde 2004, la liga inglesa no le viene bien y en tres temporadas no ha podido superar el tercer lugar.

No ocurre lo mismo en torneos continentales, donde jugará su segunda final en tres intentos, dejando siempre en el camino equipos en teoría más fuertes. Si en 2005 se cargó a Juventus y Chelsea, en 2007 eliminaron nada menos que al campeón defensor, Barcelona, y de nuevo al Chelsea. Vencer por segunda vez al bicampeón inglés tiene un sabor especial para los Reds, que hicieron callar a Mourinho, entrenador de los azules de Londres, al que le fascinan las guerras dialécticas.

La clave de Benítez, madrileño de 46 años de edad, es armar bloques fuertes que van más allá de las individualidades. Con el Valencia, bicampeón de España y de Copa Uefa, se llenó de lugartenientes (Albelda, Baraja, Rufete), supo valerse del talento de Aimar y Vicente, y explotó al máximo a un delantero discreto como Mista.

Con Liverpool la situación es similar. El líder del equipo es Steven Gerrard, pero dentro del campo la extensión del técnico es el también español Xabi Alonso. Poco importa que Luis García, uno de los mejores jugadores del plantel, esté lesionado. Benítez puede prescindir del talento de Kewell, Mark González y Pennant, quienes rara vez son titulares. Se siente a gusto con obreros como Sissoko y el argentino Mascherano, los centrales Agger y Carragher, y las proyecciones por las puntas de Finnan y Riise, quienes alimentan a Kuyt y Crouch, los delanteros de un equipo que anota pocas veces pero que se defiende bien.

Pese a ser superado en palmarés por su rival, Liverpool no es ningún novato en las lides continentales. De hecho, es el club más ganador de la Copa de Europa después del Real Madrid y el propio Milan. Además, llega con la ventaja anímica de que la final europea de 2005 es el único antecedente oficial entre ambos y que muchos ven esta nueva final como una revancha italiana, lo que le da un aire de víctima con el cual se siente muy cómodo.

Atenas, sede de la final de la Champions League en 1994, espera por dos de las hinchadas más belicosas del Viejo Continente. Afortunadamente, la capital griega está llena de ruinas, así que, de llegar a enfrentarse en las calles, los estragos de hooligans y tifosi no serán tan notorios.