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Durante su recorrido por el Caribe colombiano, el chef neoyorquino, quien nunca se ha enfermado durante un viaje, probó de todo: desde arepa de huevo y limonada de coco, hasta ojos de vaca y roedores.

TELEVISIÓN

Andrew Zimmern un chef bizarro

Después de grabar más de 100 episodios y de visitar 32 países para su programa ‘Bizarre Foods’, el chef Andrew Zimmern estuvo en Cartagena probando la comida más exótica de la costa colombiana. SEMANA lo entrevistó.

1 de febrero de 2014

El dueño de la tienda acercó el huevo a un hoyo con luz. Lo alejó, lo examinó. Al darse cuenta de que el feto ya había crecido lo suficiente, sonrió y se lo mostró al chef Andrew Zimmern. Este miró a la cámara, tragó saliva y le quitó la cáscara. Corría 2007 y el cocinero estadounidense se encontraba en Filipinas grabando el primer episodio de Bizarre Foods (Comidas exóticas), el show que desde entonces lo catapultó a la fama. Entre suspiros, Zimmern le echó una pizca de sal al embrión, lo remojó en vinagre y, sin pensarlo, se lo tragó. 


Zimmern, un hombre de apetito imperturbable, tiene un método simple: probarlo todo así parezca repugnante. Con shorts caqui, camisas brillantes y “estómago de hierro”, como él mismo se describe, recorre el mundo en busca de los platos típicos más particulares: desde tiburón podrido en Islandia y escorpiones con chili en China, hasta cerebro de marrano en España y sopa de escrotos recién cortados en Chile. Ahora el famoso chef llegó a Colombia. La semana pasada recorrió las calles de Cartagena y las orillas del Magdalena en busca de los platos más inusuales del Caribe colombiano para la próxima temporada de Comidas exóticas, que transmite Travel & Living el canal. “Desde hace mucho tiempo quería venir al país, especialmente a Cartagena –le contó a SEMANA–. Estuve en Palenque y en el mercado de Bazurto, donde probé mondongo, una de las mejores tripas que he comido en mi vida. También probé caimán en el Magdalena y varios de los roedores de la zona”. Aunque el gancho de su programa consiste en los extraños y a menudo repugnantes ingredientes de los platos que prueba, su objetivo es otro: “Mi trabajo es interpretar la cultura de un país a través de su comida”. El cocinero aborda los alimentos desde un punto de vista antropológico y busca, junto a un equipo de investigación de más de 40 personas, mostrar las costumbres y los rasgos característicos de un país. De esa forma, un pincho de larvas en la jungla se convierte en un mensaje sobre el medioambiente y un cochinillo en un restaurante de 300 años en España se transforma en una lección de historia.

Su show, que originalmente se iba a llamar ‘Chew on This’ (Mastica esto), nació a finales de 2006. Para ese entonces Zimmern ya se había consolidado en la escena culinaria de Estados Unidos como un chef de renombre y lideraba uno de los mejores restaurantes de Minnesota, a donde se había mudado luego de una turbulenta adicción a las drogas y al alcohol en Nueva York, su ciudad natal. “La idea del programa fue mía. Quería contar historias desde un ángulo distinto, desde lo ajeno”, comentó el chef, quien además ha escrito varios libros de cocina.

Pasar a la televisión le resultó fácil. Desde pequeño había viajado por el mundo con sus padres, quienes le inculcaron un amor por la comida saludable y exótica. “De niño mi papá no me daba hamburguesas o pollo apanado; comíamos lo local. Cuando estaba en mis veinte y empecé a cocinar, ya había viajado al Caribe, a Europa y a Asia docenas de veces y pude integrar todas esas influencias en mi comida. Así que me quedó muy fácil hacer el ‘show’”, explica.

Zimmern, sin embargo, no suele comer en su día a día los platos que prueba en su programa. Junto a su esposa e hijo, lleva una vida gastronómica común y corriente. Si un día comen espaguetis, al siguiente piden comida china. “No me interesa llevar la arepa o la limonada de coco a Minnesota. El objetivo es que la gente vea la belleza del lugar y que vaya a conocerlo. Se trata de compartir una experiencia. Cuando probé la limonada de coco, que me supo a cielo, lo crucial fue que lo hice después de caminar por la ciudad amurallada de Cartagena. Y todo el mundo debería vivir eso”.