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El partido del siglo

Se estrena ‘Borg/McEnroe’, una película sobre la final de Wimbledon de 1980 entre Björn Borg y John McEnroe que cambió la historia del tenis. El épico partido contribuyó a masificar el deporte blanco.

23 de septiembre de 2017

Mucho antes de Juego de tronos, la épica lucha entre Hielo y Fuego se libró en la cancha de tenis más legendaria del mundo. En 1980, en el All England Lawn Tennis and Croquet Club de Wimbledon, Reino Unido, un choque de estilos y personalidades no solo definió el campeón de ese año, sino que marcó la historia y cambió el curso de ese deporte.

En el papel los rivales no podían ser más diferentes. Por un lado, el intimidador sueco Björn Borg, de 24 años. El mundo admiraba al ‘hombre hielo’

–excepto su país, que le criticaba haberse mudado a Mónaco–, pues en las canchas operaba como una bestia de sangre fría, con su volea derecha firme y su energía y paciencia infinitas. Borg dominaba el circuito ATP desde mediados de los años setenta y se había convertido en una figura magnética por sus victorias –38 seguidas antes del partido determinante–, pero también por su inconfundible look, su barba, su pelo largo, liso, rubio y rocanrolero apenas controlado por una bandana. Por el otro lado, el retador, John Patrick McEnroe, de 21 años, pretendía dejar su marca y arruinarle la fiesta. El zurdo, nacido en Alemania pero digno representante de Queens, Nueva York, con su juego creativo, explosivo e irreverente como su carácter era un torbellino de fuego.

Fue más que un partido definitivo, un juego legendario, de los que parten la historia en dos. Y quienes estuvieron presentes sintieron la electricidad y respiraron el ambiente, ingredientes del mito. La final de Wimbledon de 1980 tuvo ese monumental efecto que sigue vigente aún en 2017. Para probarlo, esta semana se estrenó en Colombia Borg/McEnroe, una coproducción de Suecia, Dinamarca y Finlandia que redescubre los días previos a ese máximo clímax tenístico y su desenlace. La película ilustra los contrastes y similitudes entre los tenistas, y trata de pintar un retrato más robusto del que se les suele atribuir. En el rol de McEnroe, Shia LaBeouf entrega una interpretación acertada, ajustada, y el sueco Sverrir Gudnason, en el papel de su compatriota, transmite su frialdad. La cinta también suma personajes importantes en el futuro inmediato de Borg como la novia y futura esposa del sueco y su entrenador, Lennart Bergelin, interpretado por el siempre interesante Stellan Skarsgård.

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La cinta se suma al amplio registro de recuentos audiovisuales que ha suscitado el episodio. Entre estos, el programa Clash of the Titans de la BBC, el documental McEnroe/Borg: Fire & Ice de HBO, y por lo menos tres libros: Epic: John McEnroe, Björn Borg, and the Greatest Tennis Season Ever, de Matt Cronin; High Strung: Björn Borg, John McEnroe and the Untold Story of Tennis’s Fiercest Rivalry de Stephen Tignor; y Borg Versus McEnroe de Malcolm Folley.

Los contrastes y muchos más ingredientes de color sumaban matices al duelo. Borg lucía como un rebelde, y su imagen había despertado una especie de ‘beatlemanía’ tenística en las fanáticas, que ignoraban el protocolo e invadían la cancha para tocarlo. Para evitar el asedio, Borg se vio obligado varias veces a ingresar al terreno con escolta, algo impensable hasta ese momento. Pero en su juego, el sueco jugaba con cautela y sin afanes. Con la mentalidad de un veterano, se apegaba a la línea de fondo desde la cual desgastaba a sus rivales y les hacía sentir el peso de su brutal estado físico (varios anotaban que mientras hacían jarras, Borg si acaso sudaba). De triunfar en esa final de 1980 pasaría a la historia: hasta entonces, nadie había conseguido ganar en Wimbledon cinco veces consecutivas. Y se sentía tan confiado, que se había comprometido a dedicarle el triunfo a su prometida, la tenista rumana Mariana Simionescu, con la que se casaría dos semanas después.

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El desgarbado McEnroe, de 21 años, que en esa época aún desplegaba su afro desordenado, había sorprendido al ascender muy rápidamente en el circuito. En pocos juegos pasó de promesa juvenil a realidad profesional, y llegó al partido más importante de su vida tras una semifinal guerreada contra su compatriota Jimmy Connors. En el curso del juego perdió la cabeza, como solía suceder, increpó a los jueces y agarró su banca a raquetazos.

McEnroe le ganó al querido Connors, y quedó divorciado del público. Por eso, al entrar a la cancha para el partido final este lo abucheó, aunque al terminar recibiría su pequeña redención. La batalla resultó feroz. McEnroe arrasó en el primer set, Borg respondió con autoridad en los dos siguientes. El norteamericano ganó el cuarto set en un tie break increíble, de 34 puntos, en el que se defendió de seis match points. Pero al final, el sueco mostró su poderío físico y su entereza. Sirvió el quinto set y se llevó el partido. McEnroe, derrotado y todo, se fue en medio de aplausos.

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El juego se puede ver por YouTube, en la versión de la BBC (abreviada, o en su 3 horas y 53 minutos). El registro también captura el color de la época: el atuendo de los espectadores, las pantalonetas cortas de los protagonistas, sus raquetas de madera, las marcas patrocinadoras, los cigarrillos en las tribunas... Y considerando que los atletas estadounidenses no viajaron a los Juegos Olímpicos de Moscú por el boicot, la atención del público de ese país se centró más que nunca en el deporte blanco. La dimensión del duelo entre titanes dio pie a una generación entera de tenistas gringos entre los que se destacaron Andre Agassi y Pete Sampras.

Para muchos, fue el mejor partido en la historia del tenis. Al año siguiente, McEnroe ganó la revancha en el siguiente torneo de Wimbledon, en 1981. Borg, desmotivado, se retiró de solo 26 años. Por fortuna ya había partido la historia en dos.

*Se actualizó esta nota para corregir. McEnroe es estadounidense, pero nació en Alemania en 1959.