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El des-destape

Al cumplir 50 años la revista 'Playboy' está pensando en algo que parecía imposible: tapar a sus modelos.

28 de abril de 2003

En 1953 Hugh Marston Hefner, un joven de 27 años, se sentó en la mesa de su cocina para armar la primera edición de su revista y en ese momento ni siquiera tenía claro cómo se llamaría. Es más: los 8.000 dólares que con mucho esfuerzo había logrado recolectar entre familiares, amigos y préstamos bancarios sólo alcanzaban para una edición. Sin embargo Hef, como se hace llamar desde joven, decidió jugársela toda convencido de que muchos hombres apreciarían "el entretenimiento servido con humor, sofisticación y picardía" que él prometía en su proyecto de revista.

La aventura era más que descabellada para un hombre casado y padre de una hija que ganaba sólo lo necesario para sostener a su familia como jefe de circulación de una publicación para niños. Pero el novel director tenía un as bajo la manga: las fotos de una joven llamada Marilyn Monroe desnuda sobre terciopelo rojo y un posible nombre que reflejaba el espíritu de la nueva empresa, Stag party (Despedida de soltero). Sin embargo, una publicación ya existente llamada Stag obligó a un cambio de última hora. Sin amilanarse por las dificultades Hef escribió artículos y dibujó caricaturas para llenar el resto de las 44 páginas de la primera edición de una publicación que se convertiría en la más exitosa revista para hombres de la historia: Playboy.

Con Marylin en la portada y sin fecha de publicación (por miedo a no poder publicar un segundo número), Playboy salió a la calle en diciembre de 1953 con un tiraje inicial de 70.000 ejemplares. Rápidamente se vendieron 50.000, lo que le permitió a Hefner financiar la segunda revista y demostrar a quienes no habían creído en su idea que se habían equivocado. De ahí en adelante el imperio Playboy no hizo más que crecer.

Desde el principio la revista adoptó el estilo que la caracteriza hasta hoy: mujeres hermosas, casi siempre desconocidas (como si se tratara de "la chica de al lado"), que muestran sus cuerpos desnudos en ambientes íntimos y elegantes; contenido editorial de calidad y a menudo escrito por importantes firmas, e ilustraciones de la mejor factura. De ahí que haya hecho carrera la frase de "yo compro Playboy pero no por las viejas sino por los artículos".

Con esta fórmula la revista se convirtió en una pionera con reconocimiento mundial. Pero la liberación sexual de los años 60 fue el terreno idóneo para el florecimiento del negocio del entretenimiento masculino y Playboy pronto tuvo competencia. Curiosamente, la revista que en un principio escandalizó por sus destapes, llegó en su momento a ser la más zanahoria de su género, pues publicaciones más audaces, como Penthouse y Hustler, rompieron todas las barreras de la pornografía explícita publicada.

Ya en 1959 era evidente que el concepto Playboy había desbordado las páginas de la revista y en pocos años Hef lo extendió a otros sectores. Comenzó con programas de televisión, festivales de jazz y clubes privados, hoteles y casinos por todo el mundo. En 1971, cuando la revista vendía siete millones de copias mensuales y el imperio estaba en la cúspide de su éxito, los intereses de la empresa incluían además la edición de libros, el mercadeo de todo tipo de objetos con el logotipo del conejo, una agencia de modelaje, un servicio de limosinas, un sello discográfico y una productora de películas para cine y televisión.

Playboy se había convertido en un estilo de vida, y parecía imbatible. Pero en la década de los 80 las cosas empezaron a cambiar. Pronto los clubes y otras inversiones dejaron de ser tan exitosos y el magnate vio peligrar su imperio. Entonces decidió dejar sus negocios en manos de su hija mayor, Christie Hefner, conservando sin embargo el control de su primer y más preciado interés: la revista.



La contrarrevolución

Pero ahora, cuando la revista está a punto de cumplir 50 años, se está presentando una contrarrevolución y el péndulo comienza a moverse para el otro lado. Con publicaciones como Hustler y Penthouse y la más dura pornografía a sólo un clic de distancia en Internet, el tabú del desnudo perdió su efecto inicial. Hoy, cuando revistas menos explícitas, como Maxim, están acaparando los lectores y la publicidad, Hef está pensando seriamente en hacer cambios.

Para empezar contrató a James Kaminsky, un ex editor de Maxim, y lo encargó de darle un nuevo aire a Playboy. La llegada de Kaminsky no es casual, pues Maxim ostenta cifras de ventas más que respetables. Sin ir más lejos, el año pasado vendió un promedio de 847.567 copias en los puestos de revistas de Estados Unidos, frente a 354.436 de Playboy en el mismo lapso.

El principal cambio, y el más inesperado, es que luego de una larga tradición de desnudez total la revista está pensando en fotografiar a sus modelos con un traje distinto al de Eva. La razón para preferir a modelos más tapaditas es simple: "El asunto es que los lectores prefieren ver a Britney Spears aunque no esté completamente desnuda que a una desconocida que sí lo esté", dijo Hef al The New York Times. Pero como mujeres famosas nunca han faltado en las páginas de Playboy, el cambio de código de vestuario podría entonces estar influido por el hecho de que muchos lectores se están inclinando por publicaciones que evitan la desnudez total y optan por sólo sugerirla, como lo hace SoHo en Colombia.

El proceso de cambio sin duda será lento y cuidadoso. Después de todo el concepto Playboy es casi un patrimonio de la humanidad y cualquier variación puede generar un rechazo irremediable en sus seguidores. Si Hef no lo logra, es posible que en unos años Playboy sea sólo un recuerdo en la mente de los abuelos.