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DEPORTE EXTREMO

El hombre super sónico

Felix Baumgartner arriesgará su vida al saltar desde el espacio en caída libre. De conseguirlo, se convertirá en la primera persona en romper la barrera del sonido sin la ayuda de una nave.

17 de abril de 2010

"Si algo sale mal, esta será mi última noche", piensa al dormirse en la víspera de sus aventuras. Luego, cuando pasan los segundos de zozobra, el hombre que pretende saltar desde la estratosfera y romper la barrera del sonido en caída libre se relaja y repite: "Claro que tengo miedo... Pero usaré ese miedo a mi favor, para concentrarme, porque mañana nadie estará ahí para ayudarme".

El temerario Felix Baumgartner, quien ha saltado con un paracaídas desde las construcciones más altas del mundo, como las Torres Petronas, y ha volado literalmente por encima del Canal de la Mancha, se prepara hace más de tres años para su misión más peligrosa: subir a 36.000 metros de altura (cuatro veces el monte Everest) en una cápsula presurizada colgada de un globo y lanzarse al vacío. La idea es que el 'Dios de los cielos' supere los 1.200 kilómetros por hora, para caer durante 30 segundos a una velocidad mayor a la del sonido y, tras cinco minutos de vacío, abrir su paracaídas. Si todo sale según lo planeado, Baumgartner, que esta semana cumple 41 años, habrá completado la caída libre más larga, más rápida y desde mayor altura de la historia.

"No sabemos qué va a pasar", dice Jonathan Clark, veterano de la Nasa y director médico de la misión Red Bull Stratos, que llevará al deportista extremo al espacio. "Es algo realmente riesgoso poner a alguien en un entorno tan hostil, pero haremos todo lo posible para que salga bien". Según Clark y los otros 35 ingenieros, físicos y diseñadores que trabajan en el proyecto, cuando Baumgartner salte a lo desconocido se enfrentará a temperaturas extremas (desde menos 70 hasta 40 grados centígrados) y a una bajísima presión atmosférica, lo que puede causar que sus pulmones dejen de recibir oxígeno o que su sangre hierva. En ambos casos, es muy probable que 'Felix sin miedo' muera antes de tocar tierra.

Otro de los riesgos es que su cuerpo empiece a girar sin control hasta dejarlo inconsciente. Un accidente similar le ocurrió a Joseph Kittinger, quien hace 50 años posee el récord del salto desde mayor altura. En 1959, cuando entrenaba para romper la marca, el coronel de la Fuerza Aérea estadounidense casi muere cuando perdió el control de sí mismo. Entonces un paracaídas de emergencia, igual al que tendrá Baumgartner, le salvó la vida. Kittinger, quien hoy forma parte de la Red Bull Stratos, cumplió su cometido el 16 de agosto de 1960. El único inconveniente que tuvo fue que el guante derecho se rompió y su mano se hinchó hasta alcanzar el doble de su tamaño. "Allá arriba no sabes qué sientes, pues estás muy ocupado probando todo el equipo y muy concentrado para que todo funcione, dijo Kittinger a SEMANA desde el centro de entrenamiento en el que aconseja a Baumgartner. Si yo hubiera pensado que iba a morir nunca lo habría hecho, porque amo la vida, y sé que él piensa igual".

Para evitar que ocurra una tragedia, un grupo de diseñadores especializados en atuendos para pilotos de alto riesgo fabricó un traje supersónico (tipo astronauta) a la medida de Baumgartner, que le regulará la presión y la temperatura. También un casco presurizado de tres kilos y medio con un puerto para que pueda hidratarse, y un sistema de comunicación que le permitirá estar en contacto con su equipo de apoyo.

"Durante 50 años he recibido una o dos llamadas mensuales de gente que quiere romper mi récord", cuenta Kittinger. "Me mantuve alejado de todos ellos porque no tenían idea del reto que es". Hasta que apareció Baumgartner, en quien el ex piloto de prueba de 81 años confía plenamente porque dice que es consciente de la preparación extrema que necesita para no fallar en el descenso.

La última persona que intentó quebrar la marca fue el francés Michel Fournier, quien en 2008 anunció que haría 'el gran salto', con tan mala suerte que cuando apenas subía hacia la estratosfera se le dañó el globo y le tocó regresar a tierra. Fournier dice que está buscando patrocinio para intentar de nuevo la hazaña. Pero todo apunta a que 'Felix sin miedo' será el único que lo logre, por lo menos este año.

Criado en Salzburgo, Austria, Baumgartner siempre soñó con volar por encima de los palacios del casco histórico y los cerros aledaños a su ciudad. Mientras llegaba a la edad requerida para poder hacerlo, se dedicó al boxeo, a escalar y al motocross. Apenas cumplió 16 años, corrió al club de paracaidismo e hizo su primer salto. Después se unió al ejército, donde pulió su técnica como miembro de las fuerzas especiales de paracaidismo y descubrió que quería una vida lo menos monótona posible. "Me gustaba el concepto de estar en un pueblo y días después estar aislado en la jungla sin agua ni comida", afirma.

Tras su salida de la milicia trabajó como mecánico de motos. El paracaidismo fue solo un pasatiempo hasta que participó en una exhibición organizada por la compañía de bebidas energéticas que hoy financia la misión Stratos y esta empezó a patrocinar sus aventuras. Saltó miles de veces desde aviones en todos los rincones del mundo, pero él quería más. Así que se dedicó al salto base, una modalidad en la que el paracaidista no se lanza desde una aeronave en movimiento sino desde un puente, un edificio, una antena, un precipicio o cualquier otro punto fijo. Y él ya lo ha hecho desde todos los imaginables.

En 1999 rompió el récord de salto base cuando se lanzó desde los 452 metros de las Torres Petronas de Kuala Lumpur, en ese momento el edificio más alto del mundo. Y cuando la construcción malasia perdió la marca ante el Taipei 101 de Taiwán, de más de 500 metros, también se lanzó de este y superó su propio registro. Como no consiguió el permiso de las autoridades locales para hacerlo, Baumgartner fue detenido en sus tres primeros intentos por los guardias. Entonces contrató un equipo de espías que identificaron las cámaras de seguridad, memorizaron los turnos de los porteros y escondieron el paracaídas en un baño del último piso. El atleta, mientras tanto, entró varias veces disfrazado para aprender lo que debía hacer para llegar al techo sin ser descubierto. Una vez logró la hazaña, tomó un taxi y desapareció del lugar.

También se ha arrojado desde los 343 metros del viaducto francés de Millau, el de mayor altura en el mundo; a los 190 metros de profundidad de las cuevas de Mamet, en Croacia, y también desde los 38 metros de la estatua del Cristo Redentor, en Río de Janeiro. Una aventura igual o más peligrosa que tirarse de grandes alturas, que le dio el récord mundial de salto base más corto del planeta.

Pero su mayor logro hasta ahora ha sido atravesar en caída libre el Canal de la Mancha. Con unas alas de carbono, un tanque de oxígeno y un paracaídas en la espalda, el 'Dios de los cielos' saltó de un avión a poco menos de 10.000 metros de altura sobre el puerto de Dover, en Inglaterra. Seis minutos y 35 kilómetros después aterrizó en Calais, Francia. El verdadero hombre pájaro alcanzó una velocidad superior a los 350 kilómetros por hora.

Todavía no se sabe el lugar ni el día exacto en que Baumgartner saltará desde el espacio, pero los organizadores esperan que sea sobre Estados Unidos y en verano, si las condiciones climáticas lo permiten. Muchos apuestan a que no sobrevivirá, pero Kittinger, quien estará en contacto con él durante la caída, está confiado: "Lo último que le diré es que tenga cuidado y que se divierta. Estoy seguro de que lo va a lograr". 'Felix sin miedo', que se siente en el aire como en casa, está tan optimista como su consejero, y ya tiene planes para el futuro: "En cinco años espero ser bombero un día, volar para una película al siguiente y tal vez hacer un rescate de montaña después. Será la segunda parte de mi vida".