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Muchos de los actores de la compañía de Misi fueron alumnos de la escuela de formación artística desde su infancia. Por eso ella asegura que más que una empresa este proyecto es una gran familia

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En clave de sol

Para Misi, 2007 es un año de celebración. Hace 25 años comenzó su carrera con el coro infantil Timpanitos y su escuela de formación artística cumple dos décadas. , 87568

11 de agosto de 2007

E n los musicales, si las palabras no alcanzan a expresar lo que vive el personaje, se canta. Y cuando la canción se va quedando corta, entonces se baila. Todo es una explosión de música, colorido y adrenalina. María Isabel Murillo, más conocida como 'Misi', ha dedicado su vida a este mundo. Y en 2007 celebra los 25 años de la creación del coro infantil Timpanitos y los 20 de su escuela de formación artística que se ha convertido en la base de la primera compañía de teatro musical del país.

Misi desarrolló su cariño por la música desde cuando estaba en la cuna, cuando sus padres, Hernando Murillo y Josefita Samper, hacían sonar los grandes compositores clásicos para arrullarla. "Mi infancia estuvo absolutamente llena también de jazz, boleros, música cubana y Navidad", le contó Misi a SEMANA. Como desde pequeña ha sido una apasionada de esa época del año, creó un personaje muy original llamado Juan Navidad, lo que la impulsó en la escena del teatro colombiano. Con obras como Un sueño de Navidad y Camino a la Imaginación se convirtió en una de las mayores atracciones para las familias durante las fiestas decembrinas, sobre todo porque el elenco en su mayoría estaba compuesto por niños.

Todo comenzó, precisamente, por amor a los niños. Después de estudiar educación preescolar y pedagogía musical empezó a componer canciones para pequeños y creó el coro infantil Timpanitos. "Don tomate está muy triste/ porque no pudo ir a comprar/ un gorrito que le hacía falta/ para poderse casar" y "Don Conferencio Tintero/ se ha vuelto usted un gruñón/ enclenque y paliducho/ por no salir al sol", cantaban de corazón los infantes criados en los años 80. "María Angélica Mallarino me llamó al conocer los primeros discos de Timpanitos y me dijo que le ayudara a hacer la música de 'Pequeños Gigantes'. Después nació 'Imagínate'". Ambos programas marcaron la infancia de muchos jóvenes colombianos. Juntas crearon entonces la revista musical Soñando Canciones en 1986 y Misi descubrió que su razón de ser en la vida era el teatro.

Es mucho el camino recorrido en dos décadas. El paso más importante fue crear la compañía de producción artística en 2000, que se estrenó con West Side Story. Desde entonces también ha montado El guardián de la Navidad, Annie, El Mago de Oz, Fuego, Grease y el año pasado, Jesucristo Superestrella, que según Misi la consolidó con los mayores. "Yo creo que finalmente se logró que la gente viera que esto ya es toda una compañía. La gente está convencida de que Misi es niños y ya hace un buen tiempo que no es sólo eso". Para celebrar por lo alto este año tan especial, el 20 de septiembre estrenarán Wow, El musical, un gran recorrido por las obras de Broadway; y en diciembre se reunirán todos los que han pasado por ese escenario en estos 20 años, en un espectáculo que se llamará Son las 12, es Navidad.

Varios de los jóvenes artistas de la compañía comenzaron su carrera cuando niños en la escuela y algunos están desde el principio. "Misi es como una segunda mamá para nosotros. Todos le debemos unas gracias inmensas por permitirnos crecer en lo que nos gusta", dijo a SEMANA Patricia Bermúdez, de 26 años, que viene participando en las obras desde los 11. María Isabel no tiene hijos, pero asegura que la compañía, más allá de ser una empresa, se ha convertido en una gran familia, "realmente habría sido maravilloso tener un hijo, pero creo que entonces esto no existiría y eso sería muy doloroso para mí".

El proyecto de vida de ella y de su esposo, Arturo Tovar, con quien lleva 20 años de matrimonio, ha sido la escuela de teatro musical y la compañía. Aunque el cartel lleve el nombre de ella, él es vital para el proyecto. Está al frente del departamento financiero, se encarga de la producción y de los libretos de las historias originales que crean entre ambos. Juntos han logrado construir también una relación que respeta los espacios y en donde, como contó Arturo, "hemos logrado ser claros en que una cosa es el trabajo, y otra, la relación. Claro que hay momentos difíciles, pero no quedan resentimientos". A Misi le brillan los ojos al hablar de él y repite una y otra vez que además de ser su compañero en todo el sentido de la palabra, es sobre todo su polo a tierra. Quien facilita que ella, una soñadora empedernida, aterrice los proyectos para que sean viables.

Otra pieza importante ha sido Rob Barron, director artístico y coreógrafo que ha trabajado junto a Misi desde hace 18 años. "Ella me llamó para hacer unas obras con niños y a mí eso en verdad no me interesaba. Pero insistió tanto, que al fin fui a verlos y mi corazón cayó en ese instante", confesó Rob a esta revista. Aunque reside en Los Ángeles, viene todos los años a preparar las funciones y su gran experiencia en musicales en Estados Unidos ha sido fundamental en la educación de estos artistas colombianos.

Misi, la mujer a la que le encantan las frutas, las ensaladas y los postres, acepta que la experiencia de los años la ha cambiado bastante. Hasta hace un tiempo tenía fama de ser muy brava y aunque asegura que sigue siendo estricta, cree que "he desandado mucho camino en la medida en que al principio el miedo y la inseguridad te hacen aparecer mucho más furiosa". En su tiempo libre, que no es mucho, le gusta meditar y hacer reiki. Asegura que uno de los aprendizajes más duros ha sido tener que decir que no a las personas que no tienen suficiente talento, y que lo hace por respeto, para evitar que se sientan mal encima de un escenario. Dentro de su filosofía de vida la mejor enseñanza que les deja a sus alumnos es "todo el mundo sin excepción tiene una luz. Si tu luz no brilla por la parte artística, hay que encontrar por dónde es. Porque finalmente el éxito en la vida no es nada distinto a la capacidad de ser feliz". n