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LA GUERRERA DE LA PAZ

En medio de la violencia de Urabá, Gloria Isabel Cuartas ha logrado sacar adelante sus propuestas.

30 de octubre de 1995

HAY PERSONAS QUE TIENEN LA VIRtud de crecerse ante las adversidades. Una de ellas es Gloria Isabel Cuartas Montoya, alcaldesa de Apartadó. Las últimas masacres realizadas por los frentes guerrilleros de las Farc contra humildes trabajadores bananeros, las respuestas casi inmediatas de los escuadrones paramilitares, el drama de las viudas y de los huérfanos, la indolencia de un sector de las autoridades y la indiferencia de la población civil llevaron a esta mujer a tomar el toro por los cuernos y decirle al país que ella, en compañía de otros alcaldes de la región, estaba dispuesta a entenderse hasta con el diablo si era necesario para conseguir la paz en el Urabá antioqueño.
La propuesta, que inicialmente había sido rechazada por el gobierno de Ernesto Samper, fue aprobada la semana pasada luego de una reunión en la Casa de Nariño, a la que asistieron los alcaldes de la región. De acuerdo con la decisión del gobierno, ellos tienen vía libre para hacer contactos con guerrilleros y paramilitares en procura de lograr el cumplimiento del derecho internacional humanitario. Esa ha sido precisamente una de las mayores preocupaciones de la alcaldesa de Apartadó. La aplicación del derecho internacional humanitario busca, entre otras cosas, que la población civil, ajena al conflicto, no sea el blanco preferido de las acciones violentas de los actores de la guerra.
Esta trabajadora social no parece conocer fronteras en la pacificación de la región. En compañía del gobernador de Antioquia, Alvaro Uribe Vélez, viajó a Europa para gestionar una veeduria que verifique el cumplimiento o la violación del derecho internacional humanitario por parte de las organizaciones al margen de la ley y hasta de los propios organismos de seguridad del Estado.
Desde el momento en que resultó elegida como alcaldesa popular de Apartadó por un movimiento cívico en el que se conjugaban liberales, conservadores, comunistas, independientes, ricos, pobres, negros y blancos, Gloria Cuartas ha tenido como único fin la búsqueda de la paz para el Urabá antioqueño. En algunas oportunidades ha tenido aliados valiosos, como monseñor Isaías Duarte Cancino, quien la define como "el símbolo de la paz en estos momentos tan difíciles". En otras, los enemigos de la concordia, que abundan en esa zona quiza mas que en cualquier otra del país, también le han puesto piedras en el camino. Ella, sin embargo, no da muestras de claudicar. Por el contrario, todos los días se levanta con una nueva propuesta conciliatoria. Gloria Isabel Cuartas es un pañuelo blanco que se agita en medio de una región que se desangra.