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La pesadilla del lobo

Una película que cuenta la historia de Mikel Lejarza, un agente infiltrado que estuvo a punto de acabar con ETA en los años 70, conmociona a España.

21 de noviembre de 2004

El mito del vasco sin rostro que estuvo a punto de acabar con la banda terrorista ETA en los años 70 se ha convertido en el mayor éxito cinematográfico del año en España. La película El lobo, que cuenta la historia del agente secreto Mikel Lejarza que se infiltró en ETA, ha sido vista por más de 500.000 personas y ha recaudado 2,5 millones de euros en sus primeros 10 días de exhibición. Todo un triunfo para los productores, pero no para Lejarza, que sigue viviendo la pesadilla de ser un hombre sin identidad, perseguido y condenado a muerte por ETA. En el filme, que dirigió el cineasta vasco-francés Miguel Courtois, a Lejarza

lo encarna el actor español Eduardo Noriega. Silvia Abascal interpreta a su esposa, que aparece con el nombre cambiado por seguridad.

Mikel Lejarza vive clandestino en su país. En 1973, los cuerpos de inteligencia de la dictadura franquista lo lanzaron sin ninguna preparación previa a infiltrarse en ETA y, después de casi dos años y medio de trabajo suicida, su labor de espionaje permitió la captura de 150 miembros de la banda, incluida la cúpula y el líder de la organización, Iñaki Mujika, alias Ezkerra. Los sobrevivientes de ETA lo desenmascararon en 1975, distribuyeron por España miles de avisos y fotocopias con su fotografía y una sentencia de muerte, y desde entonces Lejarza, quien tuvo que cambiarse el rostro con varias cirugías plásticas, deambula por su país con la maldición de la soledad y el miedo a cuestas.

"Desgraciadamente, una de las consecuencias negativas que ha tenido este asunto para mí es que he perdido buena parte de las cosas que entonces, hace 30 años, eran afectivamente esenciales para mí. He perdido mi rostro, mi identidad, mis amistades, mis estudios, la relación con mi familia, con mis padres, mis hermanas. He perdido muchas de las cosas que más quería, y eso es lo que duele, que quienes tenían la obligación de hacerlo jamás me lo agradecieron. Es así de duro, pero a la vez así de real", dijo hace poco Lejarza en una de sus escasas apariciones desde la clandestinidad con motivo del estreno de la película.

Mikel, Lobo y Gorka son los tres nombres que tuvo y que ya no podrá usar jamás. Mikel le llamaba su familia, su esposa, su hijo y sus amigos; Lobo fue el nombre de infiltrado que le dio el gobierno franquista y Gorka, el apodo que recibió en la banda ETA. Tras la sentencia de muerte se vio obligado a abandonar a su esposa y a su hijo de 2 años de edad e incluso tuvo que dejar también a su segundo hijo, fruto de una relación posterior, y a la madre de éste. Sólo tenía 24 años cuando comenzó la Operación Lobo, y ahora el principal héroe de la lucha antiterrorista de España, a sus 55 años, es un hombre cansado de huir, lleno de amargura, que tiene que usar guantes cuando sale a la calle para no dejar huellas dactilares, porque según ha dicho a la prensa, "ahora se reconoce mejor a un hombre por las manos que por la cara".

El agente secreto más célebre de España cumplía una década de anonimato y aislamiento cuando algunos periodistas de investigación descubrieron su nueva identidad y tomaron contacto con él en los años 80. En aquellas conversaciones, cargadas de sigilo y miedo, emergió la idea de hacer una película sobre su vida, pero los temores tanto de Lejarza como de los periodistas postergaron el proyecto indefinidamente y dieron como resultado una secuencia de libros sobre 'El Lobo' que se han vendido como pan caliente durante los últimos 15 años, el más reciente de los cuales es Lobo: un topo en las entrañas de ETA.

Uno de aquellos periodistas que entrevistó a Lejarza y publicó libros sobre él fue Melchor Miralles, actual director de la productora de televisión del diario El Mundo, de Madrid, quien reunió a varias empresas y consiguió seis millones de euros para hacer la película y realizar una serie documental para televisión con una entrevista exclusiva a Lejarza. Millares comentó a SEMANA que su interés no era hacer una película política sobre ETA sino "contar la historia de un hombre utilizado y destrozado por los servicios secretos de la dictadura de Franco, que intentaron eliminarle en mitad de la operación y que tuvo el coraje de salvarse por sus propios medios y continuar con su misión".

El formidable talento como espía de Lejarza ha sido exaltado por distintos gobiernos, numerosos expertos y aun por ex militantes de ETA. Xavier Zumalde, el primer líder militar que tuvo la banda en los años 60, dijo de él: "Lobo supo hacerlo muy bien. Por eso era Lobo. Los lobos no van aullando cuando van a cazar. Son como los zorros, van callando, callando, rastreando, infiltrándose, operan muy rápidamente y después desaparecen".

Ernesto Campillo, agente de la Guardia Civil que conoció a Lejarza hace 30 años en Vitoria, declaró a SEMANA: "Es el mejor espía que hemos tenido y el más profesional que seguramente vamos a tener en la historia de España. Tiene una habilidad especial para infiltrarse en cualquier medio, por hostil que sea, y un don de gentes con el que se gana rápidamente la confianza de las personas. Es simpático, pero frío, calculador, muy inteligente y sobre todo eficiente. 'Ezkerra', el líder en aquel entonces de ETA, era una de las personas más inteligentes, sagaces y desconfiadas contra las que hayamos luchado; tratamos de infiltrarle al menos 10 agentes sin éxito alguno y todavía no entiendo cómo cayó, y con qué inocencia, en las trampas consecutivas que le tendió 'Lobo' y que lo llevó a él a 153 etarras a la cárcel como caperucitas".

Para sobrevivir, Lejarza toma todo tipo de precauciones y cuida cada detalle. Para la entrevista que concedió a El Mundo TV exigió un ambiente totalmente controlado por él, demandó que una especialista en maquillaje le alterara el aspecto de su rostro, pidió que un experto en vestuario le hiciera un traje para verse más gordo, reclamó unos zapatos especiales para mostrarse más alto, y después de todo este trabajo apareció de espalda ante las cámaras.

Nadie sabe hoy de qué vive 'El Lobo'. Lejarza tenía enemigos dentro de los servicios secretos franquistas y lo más probable es que haya dejado de recibir sueldo del Estado desde los años 70. Él evita el tema e insiste en que "un agente de campo nunca deja de trabajar en lo suyo", con lo cual podría estar ganándose la vida como detective privado al servicio de maridos y esposas engañadas, pero quizá trabaje en un sector totalmente distinto y se dedique al espionaje industrial u oficie como guardaespaldas o vigilante de bancos. Lo cierto es que su vida real es una mentira que cambia a medida que Lejarza se mueve por el país sin dejar rastro para impedir que lo localicen sus perseguidores.

La película lo sacó del olvido, pero después de la entrevista que concedió a la televisión, Lejarza ha vuelto al anonimato. Su pesadilla de hombre sin rostro continúa con la carga de soledad y amargura que él mismo describe así: "Lo más doloroso es que no puedo tener amigos ni novias de verdad, no puedo acercarme a mis dos hijos, no le puedo hablar a nadie de mi vida privada, porque cualquier dato, por nimio que parezca, puede ser una pista para quienes desean acabar con mi vida. Mi situación personal no se la deseo ni a mi peor enemigo".