Home

Gente

Artículo

LAS ANDANZAS DE HILLARY

Un controvertido libro de reciente aparición asegura que la primera dama de Estados <BR>Unidos engañó a Bill Clinton con su mejor amigo.

6 de septiembre de 1999

La semana pasada Hillary Clinton volvió a ser noticia. En esta oportunidad su nombre
no ocupó los titulares de prensa debido a su inminente candidatura al Senado por el estado de
Nueva York sino por la explosiva entrevista que le concedió a la periodista Tina Brown, para la revista
Talk, en la que contó en exclusiva su opinión frente a los numerosos affairs de Clinton.
Después de los encendidos episodios del reporte del fiscal Kenneth Starr, en los que se demostraba
con lujo de detalles que el presidente Bill Clinton sí había incurrido en relaciones impropias con la ex
becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky, la opinión pública creyó que la fría Hillary perdería de
una vez por todas la compostura y se iría lanza en ristre contra su marido.
Pero la Hillary de la entrevista estaba lejos de ser una mujer consumida por los celos. Para sorpresa de
muchos, la futura candidata al Senado se refirió con ternura hacia su cónyuge y adujo que su
comportamiento obsesivo por el sexo se debía a un trauma de infancia generado por la presión que
ejercieron su madre y su abuela durante sus primeros años de vida.
Estas explosivas declaraciones se hicieron públicas un día antes de que saliera al mercado un
controvertido libro titulado Bill y Hillary: el matrimonio, en el que Chris Andersen, el mismo autor de
las polémicas biografías de la princesa Diana y Jackie Kennedy, asegura que la primera dama
mantuvo durante más de 15 años un tórrido romance con Vincent Foster, el abogado y gran amigo de
Clinton que se suicidó en 1993.

Canas al aire
Si bien las supuestas aventuras extramaritales de Hillary no sobresalen por picantes es evidente
que el autor se ha valido de cualquier testimonio para demostrar que Clinton no es el único que tiene
rabo de paja. El libro dibuja una versión tórrida de la vida de Hillary:El idilio se remonta (siempre según
Anderson) a 1977 cuando ambos trabajaban en la firma de abogados Rose Law Firm en Arkansas.
Aunque se conocían desde hacía varios años _el joven abogado y Clinton habían sido compañeros de
colegio_ para algunos testigos la relación entre Hillary y Vincent iba más allá de la amistad.
Así lo manifestó una secretaria del bufete, quien aseguró que todas las tardes la señora Clinton se
encerraba durante horas en el despacho de su colega con el pretexto de comer pistachos. Dichos
encuentros se fueron haciendo cada vez más frecuentes e intensos hasta el punto de que los jóvenes
amantes comenzaron a coquetearse sin ningún pudor frente a terceras personas.
Larry Peterson, un ex agente encargado de vigilar a la primera dama, afirmó que durante una fiesta de
cumpleaños celebrada en un restaurante de Little Rock, Vincent aprovechó que Hillary estaba de
espaldas y cuando pasó rumbo al baño no resistió la tentación de apretarle el trasero con las dos
manos. En otra ocasión esperaron a que sus parejas avanzaran unos cuantos metros a la salida de
un establecimiento y, ante la mirada atónita de L.D. Brown, otro de los guardias, comenzaron a
besarse.
En 1987 la pasión se desbordó y, según declaraciones de Brown, Hillary le exigió en varias
oportunidades que la llevara a una cabaña en las montañas en donde se encontraba a solas con
Vincent.
Sin embargo las aspiraciones presidenciales de Clinton alteraron el rumbo de la historia. Por razones
de imagen su carrera política no podía verse involucrada en ningún tipo de escándalo así que Hillary
optó por mantener sus impulsos a raya.
En noviembre de 1992, una vez instalados en el poder, Clinton mandó llamar a su viejo amigo para que
se hiciera cargo de los asuntos legales de la Casa Blanca. Las constantes presiones del cargo
acabaron por desestabilizar emocionalmente al exitoso abogado de 48 años, que encontró en la
muerte la mejor manera de solucionar sus problemas. Cuando Hillary se enteró de la noticia por
poco enloquece ya que ella sabía que su antiguo amante sufría de depresión y que bajo una situación
extrema era capaz de suicidarse.
A pesar de la amistad que unía a las dos familias la repentina desaparición de Vincent repercutió en
las relaciones de los Clinton con los Foster, pues mientras la viuda se mostró amable con el presidente
no ocultó su desagrado por Hillary.

¿Verdad o mentira?
Contrario a todos los pronósticos, los argumentos presentados por Andersen no han logrado atizar los
ánimos del pueblo norteamericano contra la primera dama. Quizá lo anterior obedece a que este tema
ya fue tratado de manera sugerida en el libro Primary Colors, obra anónima que fue llevada al cine con
la participación de John Travolta en el papel de un adúltero gobernador que aspira a la
presidencia de Estados Unidos. En esta historia ficticia se hace mención a un romance entre la
esposa del candidato y uno de sus asesores políticos la cual, al parecer, fue inspirada en la relación de
Hillary y Vincent.
Esta hipótesis sirvió de base para Andersen, quien durante 18 meses consultó cerca de 300 fuentes
que le aseguraron que sí hubo encuentros íntimos entre la pareja. Para desgracia del autor dichas
aseveraciones no han sido del todo convincentes ya que algunos creen que la investigación no
siguió ningún rigor periodístico y que se limitó a reproducir los comentarios malintencionados de los
opositores de Clinton. Sea cual fuere el trasfondo de la historia lo cierto es que la vida sexual del
matrimonio presidencial seguirá dando de qué hablar pues el impulsivo comportamiento de los
Clinton se presta para todo tipo de especulaciones.

La reina del periodismo 'light'
Durante varios meses los principales medios de comunicación de todo el mundo trataron
infructuosamente de conseguir una entrevista con Hillary Clinton para conocer su opinión sobre el
escándalo de Monica Lewinsky. Sin embargo la elegida fue sólo una: Tina Brown. La reconocida
periodista británica de 49 años logró que la primera dama hablara con ella en exclusiva para el primer
número de la revista Talk, un glamuroso magazin en el que las noticias de política se mezclan con los
hermosos rostros de la moda y la farándula. Sin siquiera haber salido publicado el exitoso artículo se
convirtió en noticia mundial, con lo cual quedó demostrado una vez más porqué Tina es la reina
indiscutible del periodismo light.
Su carisma y sus numerosos contactos _está casada con el ex editor del Sunday Times, Harold
Evans_ le han abierto las puertas de las altas esferas, tanto gubernamentales como sociales, en
donde se mueve como pez en el agua. Prueba de ello fue el lanzamiento de la revista que se llevó a
cabo en Nueva York a los pies de la estatua de La Libertad y al que asistieron estrellas de Hollywood y
políticos de la talla de Henry Kissinger.
Al igual que el rey Midas, Tina convierte en oro todo lo que toca . Así ocurrió durante su paso por las
publicaciones Tatler, Vanity Fair y The New Yorker, en las que se desempeñó como editora. La
transformación que sufrieron los distintos magazines durante su reinado fue sorprendente, pues la
periodista consiguió que los temas frívolos se volvieran interesantes y que los tópicos más densos
fueran visualmente atractivos.
Aunque los detractores de Tina la acusan de darle más importancia a la forma que al contenido, nadie
duda que Talk, con un tiraje aproximado de 500.000 ejemplares y 126 páginas de anuncios, se
convertirá en un éxito ya que cuenta con el respaldo editorial del conglomerado Hearst y de la
compañía cinematográfica Miramax.

Autor polémicoDesde hace unos años la obra literaria de Christopher Andersen ha estado en el ojo del
huracán a raíz de su interés por revelar detalles escabrosos de la vida de los personajes del jet set
internacional. Su producción incluye 20 libros, entre los cuales se destacan Jack and Jackie, Jackie
after Jack, en los que relata la vida íntima del presidente John F. Kennedy, y El día que Diana murió, el
cual aborda los eventos previos al accidente en el que Lady Di perdió la vida. Aunque Andersen hizo
escuela en revistas como Time, People, Life y el diario The New York Times, las críticas sobre la
rigurosidad periodística de sus investigaciones no se ha hecho esperar. Para muchos sus libros
sólo son una recopilación anecdótica de hechos que no se pueden confrontar con pruebas
tangibles o testimonios veraces.