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“Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”, fueron las palabras del rey Juan Carlos cuando salió del hospital, donde se recuperaba de la fractura de cadera que sufrió durante un viaje de cacería en Botsuana. Lo absurdo es que el accidente no ocurrió durante la persecución de los animales, sino en el baño del hotel.

ESCÁNDALO

Las desventuras del rey cazador

La monarquía española tambalea mientras crece el descontento por la afición a la cacería de Juan Carlos de Borbón y los líos de corrupción de su yerno. Pese a que ya ofreció unas disculpas históricas, algunos se preguntan por el futuro de la Casa Real.

21 de abril de 2012

El annus horribilis. De esa forma, inspirada en los peores días de la familia real británica, describen en España al año de su monarquía, que se encuentra en la mayor espiral de desprestigio de su historia. Los escándalos de las últimas semanas por la cacería de elefantes del rey Juan Carlos; el accidente con una escopeta de su nieto mayor, Froilán de Marichalar, y el juicio por corrupción de su yerno, Iñaki Urdangarin, han terminado por minar la credibilidad de los Borbón. La sociedad española, acosada, asustada e indignada por una dura crisis económica, exige respuestas y pide a su clase política mayores controles a los excesos y abusos de sus monarcas.

Las disculpas del rey, que además se fracturó la cadera en su safari en Botsuana, no han apaciguado los ánimos. El mismo día en que salió del hospital, y en un acto sin precedentes, reconoció su error ante los medios y una juez de Soria archivó la investigación por los sucesos del 9 de abril en los que Froilán, de 13 años, se hirió de un disparo en el pie derecho con una escopeta prohibida a niños de su edad. La responsabilidad recayó sobre el padre del pequeño, Jaime de Marichalar, que podía ser condenado a pagar una multa de entre 300 y 3.000 euros por permitir a su hijo usar armas de fuego. Pero la juez lo exoneró de cargos, a pesar de que fuentes de la Guardia Civil declararon que era "evidente" que se había producido una "clara infracción" de la ley.

La pasión por las armas y la caza del rey Juan Carlos de Borbón tiene antecedentes trágicos. El primero le ocurrió el 29 de marzo de 1956 en la residencia familiar de Estoril, en Portugal, cuando tenía 18 años. Mientras jugaba con un revólver calibre 22, mató sin querer a su hermano menor, Alfonso, de un tiro en la cabeza. El caso se investigó a fondo y Juan Carlos fue declarado inocente, pero, a pesar del trauma, no abandonó su fascinación por la pólvora.

Desde entonces ha protagonizado varias polémicas por su manía de apretar el gatillo y ahora los españoles están decepcionados de él y su familia. "Los monarcas de siglos anteriores hacían lo que les daba la gana, pero este rey está por debajo y no por encima de nuestra Constitución. Su deber no solo es cumplir con las leyes, sino tener un comportamiento acorde con su posición de jefe del Estado español para no hacernos pasar esta clase de vergüenzas ante el mundo. Por eso debe dar explicaciones públicas", dijo a SEMANA Francisco Menéndez, uno de los portavoces de la coalición de partidos de izquierda que emprendió una lucha en el Parlamento para establecer un mayor control de la Casa Real.

Es que la pasión de los Borbón por la cacería es una especie de defecto genético. Un ejemplo de ello es que Froilán y sus primos han acompañado al abuelo en algunas de sus partidas. Además del monarca, la infanta Elena, madre del niño accidentado, y su hermano, el príncipe de Asturias, también son unos aficionados a esta práctica, que aún hoy algunos llaman 'deporte'.

Frente a la controversia de la cacería, la sección española de la WWF (Asociación para la Defensa de la Naturaleza), una de las mayores organizaciones internacionales dedicadas a la conservación del medio ambiente, decidió expulsar de su seno a don Juan Carlos, que oficiaba como su presidente honorario desde 1968. ¿Cómo llegó el rey cazador a una ONG verde? Según las indagaciones de SEMANA en Madrid, a los fundadores de la WWF en España les pareció una magnífica idea asociarlo para darle publicidad a la organización y recoger más apoyos financieros de las empresas y la sociedad de aquella época. Pero Ana Sevillano, socia de la WWF, enfatizó a esta revista que el monarca nunca ha tenido un papel protagónico en la entidad y que, ante el escándalo actual, se reu-nieron de urgencia y decidieron cambiar sus estatutos para retirar de su cúpula el nombre del rey.

Ante el creciente empobrecimiento de la fauna en España, el rey lleva décadas cazando en el exterior y ya había abatido elefantes en Botsuana, a razón de 37.000 euros (unos 50.000 dólares) por ejemplar. Este elevado precio desató la ira en el país, que ahora tiene casi 5 millones de desempleados y sufre la mayor crisis económica de su historia democrática. Para acallar las protestas, la Corona filtró a algunos medios que esta última cacería había sido pagada por el empresario Mohamed Eyad Kayali, representante en España de la casa real de Arabia Saudita. Pero los críticos insisten en preguntar a cambio de qué el rey recibe este tipo de invitaciones y alegan que, de cualquier forma, los viajes del soberano, que siempre va acompañado de su gran cuerpo de guardaespaldas y asistentes, es sufragado con el dinero de los contribuyentes.

Antes de la expedición al sur de África, otro episodio ya había dejado en ridículo al rey en 2006, en la provincia de Vólogda, Rusia, adonde fue a cazar osos salvajes. Según reveló la prensa en ese entonces, los empresarios del lugar atraparon un oso bondadoso y alegre llamado Mitrofán" que era mantenido como atracción turística. Se dice que lo enjaularon y lo emborracharon con una mezcla de miel con vodka y luego lo soltaron a pocos metros del monarca para que este lo abatiera de un solo tiro.

La mala racha de 'su majestad' también se agrava con las últimas revelaciones del juicio por corrupción que se sigue a su yerno, que aprovechó su posición para obtener contratos públicos adjudicados a dedo por más de 6,5 millones de euros. El exsocio de Urdangarin, Diego Torres, acaba de entregar al juez varios correos electrónicos que al parecer demuestran que el rey y la infanta Cristina oficiaron como mediadores en los negocios. Hasta el momento, la Justicia ha mantenido al margen de este caso a la familia Borbón, aunque muchos sectores han pedido que se abra juicio contra la infanta, esposa de Urdangarin, pues ella también se benefició del dinero obtenido por su marido.

Por ahora, la coalición de partidos de izquierda que está tratando de cambiar las leyes para controlar a los Borbón ha chocado con los partidos mayoritarios: el gobernante Partido Popular y el PSOE, que han elogiado las disculpas del monarca y están dispuestos a defenderlo, pero no pueden impedir el amplio debate parlamentario y social. En todo caso, la Zarzuela espera que en adelante la agenda oficial del rey y su familia sea más transparente para evitar suspicacias.

A sus 74 años, don Juan Carlos vive la peor época como monarca de España. No oye bien y usa audífonos desde 1996; fue operado de un tumor en los pulmones en 2010 y de la rodilla derecha el año pasado, y esta semana le pusieron una prótesis en su cadera rota. Como nunca antes, el rey cazador se siente vulnerable ante el pueblo, acorralado por las críticas, cazado por sus errores y los de su yerno. La edad y sus males se le han venido encima y dicen que solo es cuestión de tiempo para que abdique a favor del príncipe Felipe. Así que la pregunta de oro es: ¿Cuánto más sobrevivirá la Casa Real? Y Francisco Menéndez responde: "Con estos escándalos y vergüenzas esperamos que los Borbón nos duren muy pocos años, que cambiemos la Constitución para acabar con este circo y así dejen de vivir de nuestros impuestos".