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Los turbulentos matrimonios de los presidentes de Francia
Aunque los franceses siempre han respetado la vida privada de sus mandatarios, estos les han dado motivos suficientes para escandalizarse con su donjuanismo, hijos secretos, primeras damas en estampida y uniones poco convencionales.
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El misterio de la profe que se casó con su alumno
Con los Macron, Francia perdió definitivamente el tradicional puritanismo frente a la intimidad de sus presidentes. No es para menos, con esta pareja cuya historia plagada de escándalos comenzó en 1993 en Amiens, cuando ella, de 39 años, casada y con tres hijos, era profesora en el colegio donde Emmanuel era un alumno de 15. Aun así, se enamoraron y, tras luchar contra viento y marea, se casaron en 2007. Una vez que Macron saltó a la escena nacional, tal extravagancia desató un morbo que se agudizó con su llegada a la Presidencia en 2017.
Se ha dicho que el mandatario es gay y usa este enlace de fachada. La biógrafa Anne Fulda, afirmó que, más bien, el enigma reside en que él es un “donjuán asexual” siempre en busca de nuevas aventuras, pero no eróticas. Otros ven un juego de roles madre-hijo. En el Elíseo cuentan que Macron se despide con una decisión y aparece al día siguiente con una distinta tras discutirlo con su esposa. “Ella tiene que aprobar cada movimiento”, dijo un informante.
Unos ven en ellos una fusión perfecta, versus los que afirman que hay tensiones. Para la muestra, dicen, el incidente de mayo pasado, cuando ella le dio un empujón en la cara a las puertas del avión que los llevó a Vietnam. Macron dijo que era broma, pero expertos en lenguaje corporal señalaron que la actitud de ambos después de la escena señalaba hostilidad. Para colmo, el dúo ha tenido que enfrentar por años el rumor de que ella es una mujer trans, por lo cual hoy cursan juicios en Francia y Estados Unidos.
Cupido infiel y motorizado
Hollande fue el primer presidente en llegar al Elíseo, en 2012, con una primera dama, Valérie Trierweiler, con la que no estaba casado tras años de relación. Él sospechó que eso sería problemático, y ella no escuchó el consejo de Carla Bruni, su antecesora, de que una boda le facilitaría las cosas. Dicho y hecho. Si en las encuestas la gente decía no importarle la situación conyugal del mandatario, Valérie nunca fue popular. Pronto, François supo que no era apta para el rol. Pero fueron sus propias travesuras las que precipitaron una de las tragicomedias más comentadas en la historia de la Presidencia gala.

En 2014, Closer publicó cómo él se escapaba por las noches del palacio en una escúter para verse con su amante, la actriz Julie Gayet. Horrorizada, Valérie casi muere tras tomarse una sobredosis de pastillas para dormir. A la semana de estar hospitalizada, Hollande anunció que la dejaba. Aunque ya era impopular, la decisión bajó más sus índices, en tanto que surgió una ola de solidaridad con ella por tal humillación en público. Tiempo después, la periodista publicó un libro en el que contó que Hollande le escribió por meses para que volvieran. Además, lo dejó en ridículo al revelar el modo despectivo en que se refería a los pobres.
Hollande se casó en 2022 con Julie Gayet. Valérie tuvo una fallida relación con el deportista Romain Magellan, tras la cual volvió a encontrar el amor, aunque prefiere reservarse el nombre del afortunado.
La primera dama se fue con el amante
Nicolas y Cécilia Sarkozy revolucionaron al Elíseo en 2007, pues con la frecuente exposición de su intimidad, rompían el estricto límite entre la vida pública y privada de los presidentes. Pero quien se volvió una obsesión para el país fue la singular primera dama.
Todo comenzó en 1984 cuando siendo alcalde de una localidad Sarkozy ofició la boda de Cécilia Ciganer-Albéniz con el presentador Jacques Martin, mientras se decía por dentro: “¿Por qué estoy desposando a esta mujer con este hombre? Ella es para mí”. Pronto, él y su esposa, Marie-Dominique Culioli, se hicieron amigos de los Martin, hasta que Cécilia y el futuro presidente dejaron a sus cónyuges para darle rienda suelta a su amor y casarse en 1996.

Cuando ella quiso lanzarse a una alcaldía, Nicolas lo desechó y comenzó el declive de la pareja. En 2005 Cécilia se voló a Nueva York loca de amor por Richar Attias, a quien había conocido organizando un evento. Nicolas, que controlaba la policía, la persiguió en vano hasta el aeropuerto para disuadirla. Al año siguiente, cuando se calentó la campaña presidencial, ella volvió con su marido, pero tras la posesión, se volvió cada vez más ausente, hasta que se anunció el divorcio, todo un escándalo nacional. Cécilia retornó a los brazos de Attias, su actual esposo.
A los cuatro meses, Sarkozy tenía una nueva e improbable primera dama, la top model Carla Bruni, espíritu libre, que había posado desnuda, defensora del poliamor, expareja de Mick Jagger y del abuelo y del padre de su hijo. Su belleza y glamur hicieron que los franceses olvidaran a Cécilia, además de que le dieron al mandatario un golpe de imagen potente. Empero, la criticaban por dejar atrás su aire de mujer liberada, para acaparar poder en el Elíseo y la atención de las cámaras en la escena mundial. Contra todo pronóstico, el matrimonio ha sobrevivido y ella es el gran soporte de su marido, hoy preso por malos manejos en su campaña.
La doble vida del mandatario
A los cercanos al presidente les sorprendía ver muñecas en el baúl de su auto, pues tenía dos hijos varones mayores de 30 años con su esposa Danielle. En 1994 se supo la razón, cuando Paris Match reveló que tenía una segunda familia secreta. Hacia 1961, con dos décadas de casado, había conocido a Anne Pingeot, hija de un amigo. Él tenía 45 y ella 19, pero surgió entre ambos una pasión que dio por fruto a Mazarine, nacida en 1974 bajo el máximo hermetismo. Danielle aceptaba la doble vida de su marido. De resto, nadie conocía la verdad.

Mientras ascendía en la política, Mitterrand las visitaba a escondidas en su apartamento en París. Cuando asumió la Presidencia, en 1981, las instaló en un edificio junto al Palacio del Elíseo y hasta incurrió en escuchas ilegales para proteger su identidad. Cuando Mazarine cumplió 10 años, el político la reconoció, con la condición de que solo usara su apellido tras su muerte. A pesar de todo, padre e hija se querían mucho. Ella iba a las manifestaciones políticas, y él, al verla entre la multitud, corría a abrazarla. En 1992 el rumor se hizo creciente. Cuando una periodista le preguntó al respecto, él contestó: “Sí, tengo una hija, ¿y qué?”. Una vez todo salió a la luz, Mitterrand se sintió orgulloso de que Mazarine por fin pudiera decir quién era su padre.
Muchos se preguntaban por qué Danielle, teniendo ideas tan de avanzada sobre la posición de la mujer, aceptó ese truculento arreglo. En 1996 fue elogiada por permitir que Anne y Mazarine asistieran al funeral del expresidente y por consolar en público a la hija ilegítima.
Infidelidad crónica
Al mandatario sus escoltas y choferes lo apodaron “cinco minutos, ducha incluida”, por la precisión cronométrica con que les daba instrucciones para recogerlo tras sus encuentros con sus amantes. No escondía su obsesión con las mujeres y ellas lo encontraban tan irresistible como para traspasar los cordones de seguridad y estar con él, o esperarlo desnudas en la suite del avión presidencial. Tenía un aparamento de soltero en el 241 del Boulevard Saint Germain de París, para verse con sus conquistas.

Por los brazos del político que condujo los destinos de Francia entre 1995 y 2007 pasaron burguesas de provincia, ministras, parlamentarias, concejalas y desconocidas que se le ofrecían. Pero sus favoritas eran las periodistas. Por Jacqueline Chabridon, de Le Figaro, casi deja a su esposa Bernadette y su carrera política. Con Elisabeth Friedrich, de AFP, estuvo 15 años. Se dice que cuando Diana de Gales murió en París, nadie lo encontraba porque estaba con la actriz Claudia Cardinale.
Bernadette, su esposa durante 63 años, aceptó que esa era la regla en la buena sociedad y que había que sufrirlo con la mayor dignidad. Admitió que no se divorció por sus preceptos católicos, pero otros aseguran que se quedó porque le encantaban los halagos de la vida al lado de Chirac, como las cenas con la realeza. Pero también jugó el hecho de que era política y le gustaba conformar una pareja del poder. Ella misma lo dijo: “Este fue un matrimonio por amor, pero también por ambición”.
