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¿Qué tan enfermo está el rey Carlos III de Inglaterra?
Ante el sigilo de la casa real, The New York Times le pidió a un panel de destacados especialistas no involucrados en el caso plantear sus hipótesis sobre la enfermedad del monarca británico, según su experiencia y los datos conocidos.
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Uno de los grandes misterios en el mundo de la realeza gira hoy alrededor del cáncer de Carlos III de Inglaterra. Al revelar, a comienzos de 2024, la afección que sufre, el Palacio de Buckingham rompió con su habitual hermetismo sobre la salud de los miembros de la familia real. No obstante, esta supuesta apertura tiene límites y la corte no ha hecho más que agudizar la curiosidad entre el público y la prensa, al no precisar la parte de su cuerpo donde se ubica el mal.
Sin llegar a conclusiones definitivas, un grupo de médicos no relacionados con el rey le describieron a The New York Times los posibles escenarios que podría estar atravesando, basados en los pocos detalles conocidos de su situación, analizados a la luz de lo que viven a diario en sus consultorios. El periódico acudió a ellos porque las explicaciones que dio la monarquía sobre cómo se llegó al diagnóstico fueron tildadas por algunos de absurdas.
El parte oficial expuso que, meses antes de la noticia, el rey se internó de rutina en una clínica para tratarse el alargamiento de la próstata. Inesperadamente, una prueba concluyó que lo aquejaba el cáncer, pero se aclaró que no es en esa glándula. Si bien no se especificó de qué test se trató, los expertos consultados por el periódico estimaron que pudo ser un examen de la uretra o la vejiga, a través de rayos X o análisis de sangre.
Al respecto, las reacciones de los entrevistados estuvieron divididas. Al doctor Peter Albertsen, de la University of Connecticut, le pareció “muy raro” ese modo de descubrir un cáncer a un paciente. Otros no lo vieron descabellado. Entre ellos, el oncólogo Otis Brawley, del Johns Hopkins Medical Center de Baltimore, quien recordó el episodio de un paciente que fue a una revisión de rutina para monitorear bajo riesgo de cáncer. Un residente, sin ninguna razón, le mandó un examen de rayos X en el pecho, que reveló células malignas en un pulmón, para sorpresa del médico.
El pronto inicio del tratamiento del rey, que hoy continúa, es otra pista para elaborar conjeturas. Los especialistas le explicaron al Times que algunos cánceres demandan proceder de inmediato, en tanto que otros pueden esperar. Entre los que merecen actuar rápido están los de sangre. “Tenemos algunas leucemias y linfomas con los que queremos comenzar la terapia menos de 24 horas después de la sospecha”, explicó Brawley. Él no piensa que Carlos tenga alguna forma agresiva de esos tipos, pero si la tuviera, la terapia no se habría hecho esperar.
Otro consultado por The New York Times fue Benjamin Breyer, urólogo de la University of California en San Francisco, quien declaró: “Si un cáncer es encontrado en la próstata, pero no se originó ahí, podría ser una situación grave. Eso es definitivamente una metástasis”. Entre los cánceres que se pueden extender a la próstata, explicó, se encuentran el melanoma y el carcinoma urotelial. Este último es susceptible de ser hallado durante un tratamiento en tal zona, expuso Scott Eggener, oncólogo urológico de la University of Chicago. Tiene dos formas: la primera es más que todo una “condición molesta”, comentó el especialista en cáncer de Duke University, Judd Moul. Se elimina con una cirugía y se aplica medicina periódicamente en la vejiga para tratar posibles residuos.
La otra variedad, conocida como “músculo-invasiva” es más seria, pues la terapia es la remoción total de la vejiga. “Recemos para que no sea eso”, le manifestó Moul al Times. El informe recordó que el cáncer de esa zona es el que más se encuentra durante procedimientos de próstata, entre 5 y 10 por ciento de las veces.
Voceros reales explicaron que la no revelación de los pormenores, se debe a que Carlos quiere aprovechar su experiencia para estimular la conversación nacional sobre esta enfermedad. Especificar dónde lo tiene, considera, limitaría ese cometido. Empero, ello no invalida que hay una ley de silencio sobre el tema, respaldada por la prensa local, que unas veces no se limita para airear la ropa sucia de la realeza y otras se alía con ella para atajar información. Por eso, conviene consultar a los corresponsales extranjeros que no participan del pacto ni temen molestar al palacio.
Es el caso de Tom Sykes, del portal estadounidense The Daily Beast, cuyos informes sostienen que las cosas van peor de lo que se cree. “¿Qué tan enfermo está el rey?”, es la pregunta que todos se hacen pero que nadie se atreve a expresar. Amigos del rey le dijeron al periodista que la reacción más común es bajar la voz (…) para seguir con un pronunciamiento sombrío y prolongado: ‘No está bien’”.
