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La leyenda del porno tiene un matrimonio estable y dos hijos, y anunció en su documental que se retira del todo de la actuación. En su futuro planea fundar una academia de pornografía en Budapest. | Foto: A.P.

DOCUMENTAL

Rocco Siffredi se despide del cine XXX

El ‘rey del porno’ se retira, y el documental que muestra su última escena y en el que confiesa su dura adicción al sexo triunfa en Venecia.

10 de septiembre de 2016

Rocco Siffredi es leyenda entre los porn stars. Y si bien en su línea de trabajo la gente suele recordar más a las mujeres, y ganan más dinero, la trayectoria del italiano no tiene par. Se puede criticar su oficio, pero no su constancia: en casi 30 años de carrera suma 1.700 películas y más de 5.000 relaciones sexuales de corte profesional entre rodajes y sesiones fotográficas. Ha vivido los cambios de una industria que mueve millones y multitudes en la privacidad de sus casas. Pero a Rocco, que ha vivido del sexo en cámara por años, ese quehacer le genera sentimientos encontrados. Le dio todo lo que tiene pero lo encerró en una adicción física de la cual por poco no sale, si es que, como asegura, ya salió.

Por las calles de Francia o Italia, como una estrella de Hollywood, no puede caminar sin que la gente lo aborde. Alcanza a incomodarse pero sabe que reconocen su trabajo. Solía enorgullecerlo, pero en el documental Rocco, que causa sensación en el Festival de Cine de Venecia, queda claro que Míster 23 centímetros no protagonizará más largometrajes pornográficos. La cinta registra la última escena de sexo de Siffredi y sus realizadores gozaron de acceso total a su mundo para detallar lo bueno, lo malo y lo feo de la industria. Para Tomasso Kock, periodista del diario El País de España, el filme “generará dudas e indignación por el narcisismo del personaje y, sobre todo, respecto al machismo y el concepto de la mujer como objeto que parece reinar en algunas acciones de Siffredi y en la industria en la que trabaja”.

El porn star retirado y el boxeador ficticio Rocky Balboa comparten apodo, ambos son el Semental Italiano, pero solo uno es oriundo de allí. Siffredi nació en 1964 en Ortona, está casado desde 1993 con una exseñorita Hungría y tiene dos hijos que casi llegan a los 20 años, a quienes explicó muy pronto lo que hacía. La familia vive en Hungría, donde la vida transcurre normalmente y sin que nadie los moleste. Pero ni en esa calma aparente Rocco dejó atrás los demonios que le produjo trabajar en sexo por tan largo tiempo. En 2004 aseguró retirarse de la industria, pero volvió cuatro años más tarde y, arrepentido, aseguró que había vivido la peor etapa de su vida.

Las razones de su regreso son dolorosas. Las expone en una entrevista que los documentalistas Thierry Demaiziere y Albal Teurlai presentan entera y sin tapujos. Ni su familia ni sus cercanos supieron hasta ver la cinta que, en su intento de alejarse de la pornografía, había dado rienda suelta a una desenfrenada adicción al sexo. Después de tener tres o cuatro coitos diarios durante 20 años no pudo salir de la espiral. “Dependía del sexo, dirigía mi vida, y solo hasta que traté de dejarlo me di cuenta de que no podía. Estuve con prostitutas, con viejas, con transexuales, con lo que se moviera”. Vio la película Shame (sobre un adicto sexual protagonizada por Michael Fassbender), y se reconoció. Se volvió suicida, cuando manejaba aceleraba su auto esperando accidentarse, y cuando miraba la sonrisa de su mujer o de sus hijos se llenaba de angustia.

Regresó al porno para aplacar esos deseos, sabiendo que había fallado. Pero ahora, casi una década después, con sus trapos sucios al sol, siente que puede construir una vida. Eso sí, su plan es unir lo que hacía con la academia pues piensa abrir una de porno en Budapest.

Llegó a su momento decisivo en un reality show en el que participó el año pasado. En La isla de los famosos enfrentó las cámaras en las que a solas los participantes desnudan sus verdades, y curiosamente, en un mundo plagado de mentiras como el de la televisión, encontró una motivación para abrir su existencia. En el momento más íntimo de su vida, tenía la ropa puesta.