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Ya hay un proyecto para que la historia de Paul Potts sea llevada al cine. En la gira que empezó en enero de 2008 se agotó la boletería y abundaron las ovaciones de pie

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"Vivo un cuento de hadas"

El 20 de agosto se presenta en Colombia Paul Potts, el vendedor de celulares que se convirtió en una sensación en el mundo de la ópera. SEMANA habló con él sobre su impresionante historia.

8 de agosto de 2009

La escena ha sido vista unos 75 millones de veces en el mundo gracias a YouTube, y a muchos todavía les eriza la piel: un tímido vendedor de celulares luce incómodo en el escenario con su traje barato, incapaz de sonreír para no mostrar sus dientes partidos. Cuando les dice a los tres jurados del reality show Britain's Got Talent 2007 que va a cantar ópera, ellos se miran con una mezcla de incredulidad y burla. Pero cuando el hombre de Bristol abre la boca y empieza a entonar Nessun Dorma, el aria del acto final de Turandot, de Puccini, a más de uno se le escurren las lágrimas. El público responde con una ovación total.

El resto es la historia del vertiginoso ascenso de Paul Potts, que ya no parece un simple cuarto de hora. Más de 13 millones de televidentes lo vieron ganar los 240.000 dólares del concurso. Firmó un contrato de dos millones para grabar su disco One Chance, que vendió 3,5 millones de copias y lo ubicó en la cima de los listados de 15 países. Se presentó ante la reina Isabel II y en 2008 empezó una gira de 55 conciertos que se amplió a 100. Este año lanzó su nuevo álbum, Passione, fue el Mejor Artista Internacional en los Echo Awards de Alemania y viene al Palacio de los Deportes en Bogotá.

"Nunca pensé que podría tener una carrera en la música", comenta con su sencillez intacta. Aún se sorprende de que ahora vuela 5.000 millas hasta Nueva York, cuando antes sólo recorría en bicicleta unas 15 desde su casa en Port Talbot, Gales, hasta su trabajo como vendedor de celulares en la compañía Carphone Warehouse. "Todavía no me acostumbro a que la gente en cualquier parte del mundo me pare en la calle a pedirme autógrafos. Es algo surrealista. Muchos me dicen que mi historia les sirve de inspiración".

Es natural que así sea porque, como él mismo reflexiona a sus 38 años, es el protagonista de "un cuento de hadas". Una historia marcada por el maltrato, la falta de autoestima y los problemas económicos, con final feliz. Su papá era conductor de bus; su mamá, cajera de supermercado, y reconoce que tuvo una infancia y una adolescencia tortuosas, especialmente porque sus compañeros de colegio se burlaban de él, lo llamaban "gordo" y "pobretón", y solían golpearlo. "Yo sentía que todo era mi culpa y por eso no me quejaba con nadie. Cuando se crece en esas condiciones, es imposible creer que algo bueno pueda pasarle a uno. Eso me hizo ser muy inseguro". Según varios medios, se consideraba tan insignificante, que para que alguien lo notara o se compadeciera de él, se tiraba escaleras abajo para lastimarse un poco. En esa época, sólo cantando se sentía feliz de ser quien era. "Ir al salón de música era mi manera de escapar de esa realidad, algo que me reconfortaba", confiesa. Y es que de niño, Paul, quien se unió al coro del colegio y al de su parroquia anglicana, soñaba con ser vicario para cantar en las ceremonias religiosas.

Después de estudiar filosofía, teología, cine y televisión, se vio obligado por las circunstancias a trabajar en la cadena de supermercados Tesco, donde acomodaba los productos en los estantes en el turno de 10 de la noche a 6 de la mañana. Con sus ahorros, en 2000 tomó unas breves clases de ópera en Italia y le fue tan bien, que fue escogido para cantar frente a Luciano Pavarotti. "Fui el único a quien le pidió cantar dos piezas", cuenta orgulloso. A su regreso, mientras hacía el trabajo de siempre, participó en producciones de ópera para aficionados. Sin embargo, la mala suerte parecía inevitable en su vida: una operación para extraerle un tumor benigno lo mantuvo alejado del canto y del trabajo. Y cuando se recuperaba, se accidentó en su bicicleta y se fracturó la clavícula. La depresión se sumó a los problemas de plata, y sus deudas superaban los 50.000 dólares.

"Pero a veces una pequeña decisión puede cambiar tu vida", admite. Una noche vio en su computador el anuncio del concurso Britain's Got Talent. Llenó el formulario de inscripción y tomó la única moneda que tenía en su bolsillo. Si al lanzarla salía cara, participaría. Y así fue. "Entré al concurso sólo para mejorar como cantante y no pensaba más allá. Mi esposa fue quien más me motivó a hacerlo". Se refiere a Julie Ann, una joven de 28 años a quien conoció en 2001 por Internet y quien aún se sorprende de que su marido tenga tanta fanaticada femenina.

Paul todavía recuerda con terror la audición. "Yo estaba esperando mi turno, mientras oía como abucheaban a los anteriores participantes. El público quería sangre y yo estaba temblando y me preguntaba si no sería mejor irme".

Después de dos años de éxitos los nervios continúan intactos y aunque conserva algo de su inseguridad, considera que esta le sirve para tener los pies en la tierra y esforzarse más. Incluso ya ha aprendido a manejar mejor las críticas, según las cuales todavía le falta preparación para cantar ópera. Él, sin embargo, opina que ha acercado a mucha gente a ese género. "No debería haber barreras, ni la música debería ser elitista, eso sólo aleja al público", afirma. "La primera vez que recibí comentarios negativos me sentí devastado. Ahora sé que los más importantes críticos son los que compran mis discos y boletas para verme". Estas son quizá las únicas palabras que evidencian algo de ego.

Porque Paul Potts sigue siendo el mismo de siempre, pese a que se estima que hoy cuenta con unos ocho millones de dólares y a que vive en una casa mucho mejor, aunque en el mismo pueblo de la anterior. "Las cosas materiales no son las que me motivan. Canto porque amo cantar. De todas maneras, no voy a negar que me siento seguro después de años agobiado por problemas financieros". Es el mismo, así algunos de quienes lo maltrataron lo hayan llamado para disculparse, a lo qué él les respondió que no se preocupen por el pasado. Para explicarlo recita un poema de Kipling que dice "Si puedes encontrarte con el triunfo y el desastre, y tratar a estos dos impostores de la misma manera... serás un hombre". Y tan es el mismo, que Simon Cowell, jurado del reality, dice que la única diferencia que ve en él es "su dentadura arreglada". n?