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La mala hora
Un grupo de congresistas está promoviendo una moción de censura contra el Ministro de Defensa. ¿Qué distancia tanto al Ministro y el Congreso
El jueves pasado en el Congreso sólo se hablaba de dos temas. De la captura de Alberto Santofimio Botero y de la moción de censura que un grupo de representantes a la Cámara de todas las corrientes políticas viene impulsando contra el ministro de Defensa, Jorge Alberto Uribe. Los ánimos se caldearon ese día después de que se inició un debate citado para que explicara por qué la Fuerza Pública se tardó tanto en llegar a Toribío, Cauca, en el más reciente ataque de las Farc; y por qué cuatro generales de la cúpula del Ejército fueron llamados a calificar servicios. Luego de que el Ministro habló, las cámaras de televisión se retiraron del recinto. Ahí fue Troya. Los congresistas suspendieron el debate y alegaron que sólo lo harían si era transmitido. Zulema Jattin, presidenta de la Cámara y principal promotora de la moción de censura, dice que este incidente se debe a la actitud del Ministro. "No asiste a los debates, no recibe a los congresistas, es arrogante", dice. ¿Qué hizo que se tensionara tanto la relación del Congreso con uno de los ministro más cercanos al Presidente? Es un hecho que el ministro Uribe no tiene grandes simpatías en el Capitolio, donde se cuestiona con frecuencia su gestión. Wilson Borja, por ejemplo, tiene un listado que va desde la lentitud que tuvo el ministerio en la investigación de los casos de Guaitarilla y Cajamarca, hasta la fuga del mayor Maldonado, condenado por intentar asesinar al propio Borja. Otros congresistas critican lo que consideran un exceso de locuacidad del Ministro. En enero, cuando se produjo la captura en Venezuela del guerrillero Rodrigo Granda, el Ministro admitió que el gobierno colombiano había pagado una recompensa. Con esa declaración se desató un lío diplomático que puso en vilo la relación de los dos países. El pasado 20 de abril, fue duramente criticado porque mientras los canales de televisión mostraban a las Farc atacando a Toribío, Uribe declaraba incansablemente que "la situación está controlada". Una semana después estaba de nuevo en el ojo del huracán cuando se filtró parte de un informe suyo al Congreso en el cual afirmaba que la carrera armamentista de Venezuela generaba un desequilibrio en la región. Aunque esta es una preocupación que el gobierno expresa con frecuencia en privado, el Ministro fue tajantemente desautorizado por la cancillería. Y como para terminar un mes de tormentas, hace dos semanas, cuando llamó al retiro a cuatro generales, estos tuvieron la inusual actitud de salir a los medios a denunciar la creación de comandos conjuntos como una estrategia que ellos consideran errada, y de paso, a poner en tela de juicio la idoneidad y la autoridad moral del Ministro. En el interregno, el Ministro no asistió a una citación de la Cámara, y ese fue el florero de Llorente para la moción de censura. Hay dos temas que están en el fondo del desamor entre un sector del Congreso y el ministro Uribe. Y que no son fáciles de manejar para alguien que, aunque empresario exitoso, apenas está haciendo su debut en la vida pública. Primero, el debate se está dando en el momento más tenso del gobierno con su bancada. Buena parte de los cuestionamientos al Ministro provienen de sectores uribistas. Fuentes de la Casa de Nariño consideran que los congresistas quieren enviarle un mensaje al Presidente, con un dardo a la médula de su proyecto que es la seguridad, y a uno de los ministros más querido por él. Estos sectores promueven la moción de censura como arma de presión política. "La oposición no tiene las mayorías para que salga adelante la moción. Y el apoyo de algunos uribistas es más para presionar por acuerdos que no les han cumplido", dice el senador Jimmy Chamorro. En segundo lugar, la presión por obtener resultados en la guerra, y los profundos cambios administrativos y de doctrina que están ocurriendo en las Fuerzas Armadas tienen a muchos sectores en tensión. Con la abrupta salida de cuatro generales del Ejército quedó al descubierto que un grupo de oficiales se sienten incómodos con los civiles que actúan en el ministerio, y que no comparten los procesos de modernización administrativa del sector Defensa. En un documento anónimo que han puesto a circular, estos militares acusan al Ministerio de Defensa de devolver más de 50.000 millones de pesos al presupuesto nacional en 2004 por falta de ejecución. Y de nuevo se van lanza en ristre contra la decisión de crear comandos conjuntos. Ese es el ambiente adverso que esta semana, cuando se reanude el debate, tendrá que enfrentar el ministro Uribe. ¿Será suficiente el clima nocivo para que prospere la moción? ¿Se podría producir la paradoja de que esta figura, jamás utilizada con éxito, se inaugure con un Presidente como Álvaro Uribe, con tan sólidas mayorías en el legislativo? Lo más probable es que los uribistas cierren filas, así sea a regañadientes, para evitarle a su jefe un incidente tan bochornoso. "Tendremos que salir a defenderlo", le dijo a SEMANA un congresista uribista. Es claro que si la moción prospera, el golpe no sería sólo para el Ministro, sino para el Presidente, con todas las connotaciones negativas que tendría para su campaña reeleccionista. Paradójicamente, por esta última razón, es poco probable que el Mindefensa se quede hasta el final del gobierno, porque en las semanas recientes ha habido reveses en la política de seguridad democrática que a su vez han deteriorado la imagen del Presidente (ver encuesta). Uribe tiene que mostrar resultados y enviar señales de que sigue a la ofensiva. En conclusión, aunque posiblemente nunca había habido un terreno tan abonado para que prospere una moción de censura, la mayoría de las apuestas está a favor del ministro Uribe. Nadie cree que el Presidente esté dispuesto a entregar su cabeza con connotaciones de una inoportuna derrota política. Lo que habría que ver es si la calidad de su defensa en el debate, y un eventual cambio de actitud hacia el Congreso, son suficientes para asegurar su permanencia a la larga.