Home

Libros

Artículo

En 1975, Perú derrotó a Colombia en la final de la Copa América. Este año, el seleccionado inca volvió a una final y enfrentará a Brasil. Foto: Archivo particular.

Deporte y literatura

11 poemas sobre fútbol

Con esta selección poética nos preparamos para la final de la Copa América. Cada una de estas once composiciones de escritores latinoamericanos se la juega por condensar la emoción que despierta el deporte más popular del continente. Ya lo dijo Julio Ramón Ribeyro: “quien no ha sentido la tristeza en el fútbol, no sabe nada de la tristeza”.

RevistaArcadia.com
5 de julio de 2019

El alma colectiva

José Manuel Arango

Ese rugido
que llega del estadio en la noche
El alma colectiva se desfoga

Cancha rayada

Fabián Casas

Caminamos, con mi viejo, por la playa de estacionamiento.
Es un día de calor sofocante
y en el asfalto recalentado
vemos la sombra de un pájaro negro
que vuela en círculos,
como satélite de nuestra desgracia.
Una multitud victoriosa, a nuestras espaldas,
ruge todavía en la cancha.
Acabamos de perder el campeonato.
La cabina del auto es un horno a leña;
los asientos queman y el sol que pega
en el vidrio, enceguece.
Pero no importa, como dos bonzos
dispuestos a inmolarse,
nos sentamos y enciendo el motor:
Fabián Casas y su padre van en coche al muere.

Fútbol

Carlos Drummond de Andrade

¿Al fútbol se juega en el estadio?
Al fútbol se juega en la playa,
al fútbol se juega en la calle,
al fútbol se juega en el alma.
Idéntico balón, forma sagrada
para los cracks o los patas de palo.
La misma exuberancia de chutar
en la delirante Copa del Mundo
que en el más árido pedregal.
Piruetas de súbitas estatuas,
fantásticos dibujos, bailados
por entrelazados pies y torsos.
Lúdicos instantes: flota
el jugador, grabado en el aire.
-Por fin, el cuerpo triunfante
contra la triste ley de la gravedad. 

No, no siempre fui tan feo (fragmento)

Roque Dalton

Lo que pasa es que tengo una fractura en la nariz
que me causó el tico Lizano con un ladrillo
porque yo decía que evidentemente era penalty
y él que no y que no y que no
nunca en mi vida le volveré a dar la espalda a un futbolista tico
el padre Achaerandio por poco se muere del susto
ya que al final había más sangre que en un altar azteca

Fútbol

Blanca Varela

juega con la tierra
como con una pelota

báilala
estréllala
reviéntala

no es sino eso la tierra
tú en el jardín
mi guardavalla mi espantapájaros
mi atila mi niño

la tierra entre tus pies
gira como nunca
prodigiosamente bella

Desde la ventanilla del bus

Claudio Bertoni

veo unas vacas
en una cancha de fútbol

dos pasan
rozando un palo

la tercera
es gol

Fútbol sin parar

Gonzalo Rojas

Qué desmadre, Mundo; todo lo futbolero, pelotas
y patas, se jerarquiza hasta la cresta
del Aconcagua: ¿metáfora
de patear por patear, o exhibición 
del cuero del Testículo 
en el césped hinchado así: Mayúsculo: que eyacula y 
hace eyacular 
estadios enteros y salpica 
retórica y grasa por 
satélite en 
los idiomas todos; el maya, 
el etrusco incluso? 

            Pensar 
que hubo toreros, gladiadores 
en la apuesta, y ritmo. 
            Píndaro 
hubiera llorado.

En la cancha (fragmento)

Helí Ramírez

…El balón está piedrita piedrita…

Juego hoy de puntero derecho y sólo pienso
en hacer goles y sacar gente de la ropa y dar leña si me dan

Con todas sus fuerzas el sol con sus manos se aferra a nuestros cuerpos 
El negro se corre por la punta izquierda
se lleva la defensa del pedregal para su punta
quedando el negro en el rincón del tiro de esquina
cuando cataño le va a entrar
el negro bombea el centro
le calculo la caída
recibo el balón sobre el muslo
suave lo dejo caer
le controlo su movimiento y lo defiendo
de los otros pies que me lo quieren quitar
eludo al defensa central que ha dado la vuelta
quedando frente a mí

Le hago el túnel
y saliendo por un lado
le hago clavar al suelo la cabeza al arquero
de paso
eludo la tarde al día al sol y a las gentes que gritan

Terminamos ganando dos a uno 
y no hubo bronca ni entre los jugadores ni entre las hinchadas
Me escapo de las manos alegres del barrio que me quieren tocar.

Le puede interesar: El fútbol desencantado: una columna de Carolina Sanín

El sueño del domingo (por la tarde)

Giovanna Pollarolo

El locutor atropella sus palabras
cada jugada anuncia el gol que no llega
Inca Kola la bebida de sabor nacional
¿Arde su carro ?
Llévelo a Automotriz Rivarde
antes de que sea tarde.
Domingos por la tarde:
él echado en su cama sin zapatos
en bividí
la radio a todo volumen
ella plancha y murmura
los sábados los odio
y los domingos... los detesto.
Después del almuerzo familiar
rociado con vino que no tomamos
entre el ir y venir de platos
sólo esperamos el click de la radio
para ser expulsadas al lado de la cocina
y poner orden al desorden de la fiesta.
Me juro que cuando sea grande
no seré como ella
y él al que aún no conozco
no será como él:
en mis días no habrá plancha
ni fútbol ni lamentos.
Los domingos por la tarde
sólo tiene voz el locutor
él vibra por la pasión de un gol
olvidado ya del amor
ella sólo murmura
yo sueño con mis Domingos de Gloria.

Futbolistas en la playa

Ramón Cote Baraibar

A esa hora final de la tarde
una docena de jóvenes jugaban

un partido de fútbol frente a la playa del hotel.
Mientras el sol se hundía cada vez más

en el mar, sobre la orilla corrían
a toda velocidad persiguiendo a gritos

el balón y levantando entre sus pies descalzos
una multitud de nubes de arena teñidas,

traspasadas por una luz completamente roja,
como si toda la playa ardiera bajo sus plantas,

como si se hubiera declarado un incendio
en medio de esta orilla al sur del Caribe.

Los jugadores, desfiguradas sus sombras sobre las dunas,
ignoraban que en ese mismo instante

mi hija y yo los mirábamos desde una terraza,
siendo testigos de esa tarde irrepetible

cuando vimos entre las brasas, entre los últimos rayos
de luz rasante de ese atardecer, en la arena

de fuego fugaz, el momento en el que esta parte del mundo
se convirtió en un lugar habitado

por una docena de dioses sin camisa que nos señalaban
que aquí en la tierra también era posible hallar el paraíso.

La luz de un estadio de fútbol (fragmento)

Mariano Blatt

Estar rodeado de cosas tranquilas
una mesa pequeña
redonda y con patas en forma de cisne, sobre la cual apoyar
como quien dice, el televisor.
La forma en que alguien usa la palabra oíme
cien pesos en billetes de diez
abrazados uno sobre otro sobre otro sobre uno
todos juntos doblados a la mitad
la luz de un estadio de fútbol, la penumbra que provoca
el sector tribuna visitante.

Una botella de cerveza Santa Fe
una etiqueta de cerveza Santa Fe
un cartel de cerveza Santa Fe en un estadio de fútbol
de un equipo de Santa Fe, Unión,
un vaso lleno. 

La luz de un estadio de fútbol
y la que se refleja en lo demás. 

Voy a pensar toda la noche
en la boca de algunos jugadores de fútbol.
En el brillo de los labios
en los dientes asomando.
Voy a pensar en cómo respiran,
agitados, cuando son reemplazados por un compañero. 
Voy a pensar en ellos toda la noche
porque los veo volviendo a casa
en el coche cama atravesando las rutas del interior.
Voy a pensar en las bocas, en las piernas
en los dedos de las manos. 

Es lo menos que puedo hacer por ellos.

Le puede interesar: Los 35 mejores libros sobre fútbol según nuestros lectores

*De este deporte y todo lo que hay a su alrededor se han escrito miles de libros, algunos bellísimos como Adiós al fútbol (Xórdica), del italiano Valerio Magrelli, y cientos de  poemas, que en nuestra lengua se han intentado recopilar en antologías como El gol nuestro de cada día (Vaso Roto Ediciones) y Un balón envenenado (Visor Libros).

Noticias Destacadas