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El Bloomsday es un evento anual que se celebra el 16 de junio en homenaje a la fecha en que transcurre la acción de la obra magna de James Joyce, en 1904.

ARCADIA Traduce

Un fragmento de “Penélope”, el último capítulo del ‘Ulises’ de James Joyce

En honor al Bloomsday, Felipe Botero, encargado de la sección ARCADIA Traduce, comparte este mes su traducción de este memorable fragmento de la ‘obra magna’ de James Joyce.

Felipe Botero Quintana
8 de julio de 2019

El Bloomsday es un evento anual que se celebra el 16 de junio en homenaje a la fecha en que transcurre la acción de la obra magna de James Joyce, en 1904. Él escogió esa fecha porque fue el día de su primera cita con Nora Barnacle, su futura esposa y la recipiente de una de las correspondencias más apasionadas, lujuriosas, excitantes, extrañas y también tiernas y románticas de la historia de la literatura. A raíz del carácter tan extremadamente personal e íntimo de esa correspondencia, las veces que la he leído siempre me he preguntado qué tan ético o transgresor fue haberlas publicado e incluso estarla leyendo, pues quizás ningún documento como ese supone una invasión de la vida personal del autor, algo que él jamás pensó en publicar y que solo tiene interés por el morbo que nos produce adentrarnos en la psique de quien nos abruma con su genialidad y logró despertar en nosotros una insaciable curiosidad y asombro. Esta incógnita, que ya abordamos en la primera entrega de esta sección, al traducir las memorias de Ofelia Quéiroz sobre su época de noviazgo con Fernando Pessoa, me parece que siempre ha de quedar irresuelta en ese espacio que se abre entre la vida y el arte, la realidad y la ficción, el mundo y nosotros.

Este es posiblemente el texto más difícil que me he propuesto traducir y, en efecto, es posible que James Joyce sea una especie de Everest literario para los traductores de literatura occidental de todo el mundo: por la cantidad de referencias crípticas a su ciudad, a su historia personal y a la historia de la literatura que hay en su obra; por el paralelo constante que plantea con la épica homérica, las leyendas de la Antigua Grecia y las fábulas gaélicas, los viejos mitos de los que también se está burlando, mofándose de su esnobismo y también del nuestro; y por la audaz y revolucionaria exploración formal que lo lleva a escribir, por ejemplo, un texto como éste, sin comas, un monólogo interior en el que es el lector quien debe discernir dónde termina un pensamiento y dónde comienza el otro.

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A la vez, su temeraria experimentación le permite al traductor una libertad como pocas, pues la audacia de Joyce es contagiosa y le invade a uno un entusiasmo emancipador, un arrebato que conduce a perderle el miedo a los clásicos y entregarse a encontrar sentidos donde quizás no los hay, concluir pensamientos, dejar otros sugeridos más que explicitados, recorrer sensaciones hasta el final y perderse en ese laberinto en el cual Joyce pretendía “forjar, en la fábrica de mi alma, la increada consciencia de mi raza”.

Así, por ejemplo, en esta ocasión, decidí dejar las comas que Joyce quiso omitir en el original. Por claridad, porque así se me facilitó el trabajo de traducirlo pero también por simple capricho, porque sí. Tal vez el siguiente año traduzca otro fragmento y en esa ocasión lo deje sin comas. Porque, en efecto, esto se puede convertir en una linda tradicional anual que celebramos en este espacio: ¿qué mejor manera de tomar parte en el Bloomsday que sumiéndonos en el monólogo de Molly Bloom, la Penélope de Joyce, la Pacha Mama irlandesa?

PENÉLOPE

“Sí, porque él nunca ha hecho algo así como pedirme que le sirviera el desayuno en la cama, un par de huevos, no desde esa vez en el City Arms, cuando se puso disque a acostarse en la cama y fingir que era todo un señor y que le dolía la garganta, haciéndose el interesante para esa vejestorio que era la señora Riordan, él pensaba que ya tenía todo el trabajo hecho pero ella se fue sin dejarnos un centavo, todo se lo gastó en las misas, todo en ella y la salvación de su alma, la tacaña más tacaña de la historia, hasta le dolía gastar cuatro dólares para el alcohol de las lámparas, la bruja, contándome todos sus pesares, que disque todo lo que le había tocado ver, oír, cotorreaba de política y terremotos, y pues al fin si el mundo se va acabar más nos vale divertirnos un poco primero, que Dios nos salve si todas las mujeres se ponen vestidos de baño y usan escote, claro nadie querría verla a ella en algo así, supongo que era toda piadosa porque ningún hombre nunca se volteó a mirarla en su vida, espero nunca ser así, raro que no nos haya hecho cubrirnos la cara pero claro, ella era toda una señora educada, con toda esa cháchara aburrida acerca del señor Riordan esto y el señor Riordan lo otro, imagino que hasta se habrá puesto feliz de deshacerse de ella y ese asqueroso perro oliendo mi abrigo, y siempre intentando meterse debajo de mis faldas, en particular en aquella época, en todo caso me gusta que sea así todo educado con las señoras y con los meseros y los vagabundos también, no, él no es altivo con nadie ni con nada, pero no siempre, si alguna vez le diera algo de verdad serio, pues mejor que se vayan al hospital, donde está todo limpio, pero imagino que tendría que inyectárselo al principio, por lo menos por un mes, y luego de pronto conseguir una enfermera, que se haga en el tapete, que se quede ahí hasta que lo echen, o una monja tal vez, como esa foto cochina que tiene, si ella es una monja pues yo más, ja, son tan débiles y necesitados cuando están enfermos, como si para mejorarse necesitaran una mujer ahí a su lado, si le sale sangre de la nariz es como si fuera la mayor tragedia, como ese que se veía todo muerto en la circunvalar por el sur, cuando se torció el pie en la fiesta del coro allá por la montaña de caña de azúcar, el día que me puse ese vestido, la señorita Stack disque llevándole flores, las más feas y podridas que encontró en el fondo de la cesta, cualquier cosa con tal de meterse en el cuarto de un hombre, con esa voz de vieja sirvienta que tenía, fantaseando con que él se iba a morir, se veía todo varonil con la barba un poco crecida metido en la cama, papá era igual, en todo caso odio estar vendándolos y dándoles remedios, cuando se cortó el dedo gordo limándose los callos en los pies, todo asustado de que le fuera a dar una infección en la sangre pero ay donde fuera yo la que me pusiera enferma, ahí veríamos qué tanto la cuidan a una, aunque claro las mujeres lo ocultamos para no molestarlos, ellos sí, ellos sí, venía de algún lado, estoy segura, con el hambre que trajo, pero no creo que sea romance, o si no él no podría comer de tanto pensar en su amor, así que o fue una de las chicas de la calle, si es que fue allá abajo, de verdad, y todo ese cuento del hotel que se inventó, un montón de mentiras para ocultar lo que planeaba, mientras yo estaba con Hynes, a quién fue que me encontré, ah sí, me encontré con te acuerdas de Menton, y a quién más, a quién más, a ver, ese grandulón con cara de bebé al que vi que hace poco se casó coqueteando con una muchachita en el Myriorama de Pooles y le di la espalda cuando se escabulló, se veía todo cauteloso pero es que quién le manda, es que también, cómo se atreve a tratar de arreglárselas así conmigo, con una vez, bien hecho, boca altiva y esos ojos llorones de lo más estúpido que he visto, y a eso se le llama ir de putas, eso es, pero odio un revolcón largo en la cama, y si no es eso es alguna perra que tiene en algún lado, que habrá recogido en cualquier parte, si tan sólo lo conocieran tan bien como yo, sí, porque anteayer estaba escribiendo algo, una carta, cuando entré por los fósforos y para mostrarle lo de la muerte de Dignam en el periódico, algo raro estaba haciendo porque se puso a tapar el papel, haciéndose como el que estaba haciendo algo de negocios, así que probablemente ahí fuera, hmm, los que creen que él es un santo porque es todo sensible, pero todos los hombres se ponen así a su edad, casi llegando a los cuarenta ahora, y le van a sacar la poca plata que tienen, no hay imbécil como un viejo imbécil, y luego viene a besarme el culo para ocultarlo, ni que me importe un pepino, ni con quién está ni saber desde antes pero sí me gustaría enterarme para no tener a esos dos bajo mis propias narices todo el tiempo como esa puta, esa María que estaba en la terraza de Ontario, rellenándose el culo para excitarlo, tanto que se le pegaba el olor de esas mujeres todas maquilladas, una o dos veces sospeché apenas él se me acercó, cuando le pedí que se acercara, cuando le encontré ese pelo largo en su abrigo, sin contar esa vez que entré en la cocina y él se hizo el que estaba tomando agua, una sola mujer no les basta, todo fue su culpa, claro, echando a los sirvientes y luego preguntando si la podía llevar a la comida de Navidad, hágame el favor, no, no gracias, no voy a dejar que te quedes en mi casa robándome las papas y las ostras, cincuenta pesos por docena, yéndose disque a ver a la tía, hágame el favor, todo un robo es lo que eso fue, pero estaba seguro que sí tenía algo con esa, me toma un rato en darme cuenta pero él dijo que yo no tenía pruebas, que cuál era mi prueba, claro, su tía será fanática a las ostras, pero le dije lo que pensaba de ella cuando me dijo que por qué no salía un rato para poder quedarse un rato asolas con ella y yo no iba a rebajarme a quedarme espiándolos, las bragas que encontré en su cuarto ese viernes que ella salió, eso ya fue demasiado para mí, un poquitín demasiado, vi cómo se le hinchaba y se le hinchaba la cara de rabia cuando le dije que en una semana estaba despedida, es mejor estar sin ellos del todo, nada de sirvientes, yo misma arreglo los cuartos más rápido, si no fuera por la maldita cocinada y sacar la basura, y así le dije, o ella o yo me voy de la casa, ni lo podía tocar en ese entonces, sentía que era un hijueputa vago y mentiroso, cómo se le ocurrió negármelo en la cara y cantando sobre ese baño porque ella también sabía que todo eso era demasiado conveniente para ella, porque él no puede vivir sin eso, tanto tiempo, tiene que hacerlo en alguna parte y la última vez se vino en mi culo, cuándo fue que fue, la noche que Boylan me dio un buen apretón de manos al pasar por el Tolka, la mano, ahí se roba otra, y yo le devolví el apretón en su espalda así, dejando el pulgar para que lo agarrara, para que lo apretara, cantando ay la joven May Moon, regando amor, porque él algo sabe de él y yo, no es un idiota, dijo que iba a salir, que se iba al Gaiety, pero no le voy a dar esa satisfacción, Dios sabe que él ha cambiado, algo, para no estar siempre llevando ese viejo y ridículo sombrero, a menos que le pague a un joven guapo y lindo para que lo haga, porque yo ya no puedo hacerlo, un joven se podría enamorar de mí, le dejaría la cabeza dando vueltas con tan sólo un rato a solas conmigo, si le dejara ver mis bragas, las nuevas, y lo hago sonrojarse mirándolo fijamente, lo seduciría, sé cómo se sienten los chicos con eso bajando por sus mejillas, pajeándose, sacándosela a cada hora, pregunta y respuesta, pregunta y respuesta, que si puedes hacer esto, que si puedes hacer lo otro, que si con el carbonero, sí, que si con el obispo, sí, porque le conté de esa vez con un tal Dean o un tal Bishop, sentado junto a mí en los jardines de la iglesia de los judíos, cuando estaba tejiendo esa vaina de lana, un extranjero, uno que no conocía Dublín, dónde fue que fue y así pregunte y pregunte, diciéndome que le hablara de los monumentos y qué estatuas había alrededor, me cansaba pero yo lo alentaba, lo volvía cada vez peor, peor de lo que él es, dime en quién estás pensando, dime ya, dime a quién te estás imaginando, quién, quién, dime su nombre, dime, dime, el Emperador de Alemania, sí, imagínatelo, imagina que yo soy él, siente cómo te hago su putica, pero nunca lo hará, debería ya dejar de hacer esas cosas a su edad, es la perdición de cualquier mujer, y no hay ninguna satisfacción en eso, fingir que te gusta hasta que se viene y luego terminarlo yo de todos modos, hace que los labios se te pongan pálidos, en todo caso hay que hacerlo al menos una vez de una vez por todas, con todo lo que la gente habla al respecto, sólo es la primera vez, ya después se vuelve normal hacerlo sin tener que pensarlo dos veces, por qué no se puede besar a un hombre sin tener que ir a casarse con él después, a veces la primera vez quieres hacerlo salvajemente, cuando uno se siente así es tan rico, derramándose por todo tu cuerpo y una no puede evitarlo, a veces me dan ganas de que cualquier hombre me coja mientras él está aquí, que me bese en sus brazos, no hay nada como un beso largo y profundo abajo hasta el alma, casi te hace que te paralices, cómo odio tener que ir a confesarme después, cuando iba antes adonde el Padre Corrigan, que me tocaba, padre y qué daño hay si lo hizo y él en dónde y yo en el banco junto al canal, como una tonta, y él no, pero dónde en tu cuerpo mi hija, en la pierna, por detrás, qué tan arriba, sí, fue bastante arriba, ahí donde uno se sienta, sí, Dios mío, ni siquiera era capaz de decir “trasero”, decirlo de una vez por todas, y qué tiene eso que ver con lo otro, y que si (cómo fue que lo dijo, se me olvida) y yo, no padre, y siempre me pongo a pensar en el padre de verdad, para qué quisiera saber todo eso, cuando yo ya se lo confesé a Dios, y tenía una mano toda gordita y la palma de la mano siempre húmeda, no me molestaría sentirla, seguro tampoco a él, yo diría que en ese cuello de toro, en el collar del caballo, y será que sabía quién era yo en el confesionario, yo podía verle la cara pero él no podía verme la mía, y claro, ellos nunca se giran o dan a entender que saben quién es uno, pero de todos modos alcanzaba a ver que tenía los ojos rojos, cuando murió su padre, eso no lo ve jamás una mujer porque les perdería el respeto, debe ser terrible cuando un hombre se pone a llorar, más que todo ellos, pero me gustaría que me tomara en sus brazos uno de ellos, en esas sotanas y el olor a incienso, el mismo papa, además que no hay peligro con un cura, si uno está casada ellos son demasiado cuidadosos con uno, darle algo a S S el papa como penitencia, me pregunto si le satisfacía estar conmigo, la única cosa que no me gustaba era cuando me azotaba por detrás, cogiendo confianza, haciéndolo en el hall de entrada, aunque me reí, pero no soy ni un caballo ni un burro para que me pegue así, supongo que estaba pensando en su papá, será que está despierto, pensando en mí, o soñando, ¿estaré yo en su sueño?, quién le habrá dado esa flor que él dice que disque que compró, olía a algún tipo de trago pero no era whisky ni pola, o esa pasta toda dulzona que le ponen a sus billetes, un tipo de licor que me gustaría probar, un sorbito de esos verdes y amarillos todos elegantes, tragos caros, esos señores todos vestidos para la ópera, con sus sombreros de copa, una vez probé uno, le metí el dedito en el de ese estadounidense que tenía a la ardilla, que hablaba de estampillas con papá, todas las estampillas que tenía y mi papá estaba que se quedaba dormido oyéndolo, después de esa última vez tomamos porto y comimos esa carne enlatada que tenía un sabor todo salado, sí, porque me sentía maravillosamente y me cansé y me quedé profunda apenas toqué la cama hasta que ese trueno me despertó, como si el mismísimo mundo se fuera a acabar, Dios se apiade de nosotros, pensé que el cielo se estaba cayendo para castigarnos, y me di la bendición y dije Ave María llena, como esos rayos de Gibraltar y vienen y te dicen que no hay Dios, que qué puedes hacer si está corriendo y apresurándose de un lado a otro, nada, nada excepto arrepentirse, como la vela que prendí esa noche en la capilla que hay por Whitefriars, para el mes de mayo, por favor, que nos traiga suerte, aunque él resoplaría al oírme hablar así porque él nunca va a misa o a las reuniones de iglesia, dice que el alma, que uno no tiene alma, que adentro sólo hay materia gris, porque él no sabe que es tener un alma, sí, cuando prendí la lámpara, sí, porque se debió venir tres o cuatro veces con esa cosa toda grande y roja que tiene, pensé que la vena o como se llame esa vaina se le iba a explotar por la nariz, aunque la nariz no la tiene tan grande, cuando me quité todo con las cortinas cerradas después de las horas que me demoré vistiéndome y echándome perfume y peinándome con una plancha, o una especie de barra grande y pesada, de esas que usan para que no se le pare el pelo a uno, debió comerse unas cuantas ostras, por lo menos una docena, estaba de buen humor y un vozarrón, no, nunca en mi vida he sentido que alguien tenga una así de grande como para que una se sintiera plena adentro, se debió comer una oveja entera después de eso, pero cuál era su plan al hacernos así, con un hueco grande en la mitad y como un semental, metiéndola profundo adentro tuyo, eso es lo único que les importa, lo único que les interesa, con esa mirada decidida y viciosa que tuve que entrecerrar los ojos, no es que eyacule tanto semen la verdad, cuando hice que lo sacara y se viniera todo encima de mí, teniendo en cuenta lo grande que es, mejor así en todo caso, no estaba bien limpio la última vez que lo dejé venirse en mí, qué gran invención hacerlo para la mujeres, claro, para que ellos se queden con todo el placer, pero si alguien les diera una pizca de eso sabrían lo que sentí con Milly adentro, nadie lo creería, cortarle los dientes también, y el esposo de Mina Purefoy, danos una probadita de esos whiskies, preñándola con un bebé o con dos una vez al año, como un reloj, tiene olor a niños ella, ese que llaman crespos o algo así como a un negro, con ese pelambre que tiene, Niño Dios Negro, ese pelado es un moreno, la última vez que estuve allá una montonera de niños pataneando y gritando, uno no podía oír nada cuando se supone que están bien de oídos, y no están satisfechos hasta que la tienen a una inflada como un elefante, o no sé, qué pasaría si me arriesgara a tener otro, pero no de él, aunque claro, si estuviera casado estoy seguro que tendría un bebé grande y fuerte pero no sé, Poldy seguro tiene más semen, sí, eso sería tremendamente bueno, imagino que verse Josie Powell y el funeral y pensar en mí y Boylan fue lo que lo hizo salir, pues bien, que piense lo que se le dé la gana, como si eso fuera a hacerle bien, estoy segura que estaban cuchareando un poco cuando yo entré a la escena, él estaba bailando y sentado con ella la noche esa de la reunión donde Georgina Simpson, y luego quería embutírmelo en la garganta por eso de que no le gustaba verse con ella, un papel tapiz, eso fue lo que fue, y esa noche tuvimos esa pelea sobre política, él empezó, no yo, cuando dijo eso acerca de Nuestro Señor siendo un carpintero y al final me hizo llorar, aunque claro, las mujeres somos demasiado sensibles con todo, yo estaba que echaba humo de la rabia después, conmigo misma, por darle la razón, porque sabía que él ya estaba perdido para mí, mi primer socialista, dijo que Él estaba molesto, tanto que después no pude ponerlo de humor para, pero él sabe un montón de cosas, de distintas cosas, sobre todo del cuerpo y de las entrañas, muchas veces me dieron ganas de aprender de eso también, qué tenemos adentro, cuando lo oigo hablar así me acuerdo del médico de la familia, siempre lo alcanzaba a oír cuando la habitación estaba llena y me gustaba verlo, luego me hacía la que estaba toda tranquila con que ella estuviera toda encima de él, porque él siempre se ponía un poco celoso cuando me preguntaba adónde vas, y yo decía que a Floey y él me dio el don de la poesía de Lord Byron y me regaló tres pares de guantes, así que ahí se acabó, podría hacer que él se redimiera conmigo fácilmente, sé cómo, incluso si él se metiera con ella otra vez y saliera a verse con ella a algún lado, lo sabría porque se negaría a comerse las cebollas, sabría de muchas maneras, por ejemplo pedirle que baje el collar de mi blusa o rozarlo con mi velo y mis guantes cuando él estuviera por salir, un beso, eso lo haría tocar el cielo, los mandaría a rodar y a rodar por más bien que se vieran, está bien, que vaya a verla, claro ella feliz de hacerse la que está loca de amor por él, tanto que a mí ni me importaría tanto, iría adonde está ella y le preguntaría lo amas, y la miraría directo a los ojos y ella no podría engañarme, pero él de pronto sí, suponiendo que él sí y se le declarara como se me declaró a mí con esa manera toda pastosa que él tiene de hacer eso, aunque tuviera que recurrir al diablo lo sacaría de ahí, aunque lo amara por eso, me mostró que se podía aguantar y que no a cualquiera que se lo pidiera se lo iba a dar, también estaba a punto de preguntarme esa noche en la cocina cuando yo estaba pelando las papas para el pastel, oye hay algo que quiero decirte, pero yo no dejé que lo hiciera en ese momento, me hice la que estaba de mal genio, con las manos llenas de harina, y en todo caso ya le había dejado saber demasiado la noche anterior cuando hablamos de sueños, y no quería que se enterara más de lo que era bueno para él saber, ella siempre estaba abrazándome, Josie, cuando él estaba por ahí, para él por supuesto, agarrándome por todos lados, y cuando dije ya me lavé toda de arriba abajo, tanto como pude, él me preguntó estás limpia, es posible que nosotras las mujeres estemos siempre bordeando esa, poniéndonos densas cuando él está ahí, pero ellos saben, se les nota en la mirada astuta, parpadeando, haciéndose los indiferentes y luego salen con algo, así como es él, lo echa todo a perder, no me imagino cómo era antes porque era todo guapo, en aquella época trataba de verse como lord Byron, yo le dije que me gustaba pero que demasiado hermoso para ser un hombre, y así era un poco antes de que nos comprometiéramos, después, aunque a ella no le gustaba tanto, ese día en que yo estaba con la bobada, riendo y riendo, no podía parar, con eso de que los ganchos en mi pelo se estaban cayendo uno tras otro con esa masa de pelo que tenía, ella me dijo que yo siempre estaba de bueno humor, sí, porque eso la alegraba, porque sabía lo que significaba, porque yo le contaba harto de lo que pasaba entre nosotros, no todo pero lo suficiente para hacer que se le aguara la boca, pero eso no fue mi culpa, apenumbró la puerta al poco tiempo de casarnos, me pregunto cómo será ahora después de vivir con ese pelele que es su esposo, la cara ya le empezaba a verse arrugada y cansada la última vez que la vi, será que fue justo después de que tuvieran una pelea con él porque vi que en ese momento ella estaba buscando hablar sobre los maridos y despotricar de él, qué fue lo que me dijo, ah sí, que a veces él se metía a la cama con las botas llenas de lodo, llena de gusanos, imagínate tener que meterte en la cama con algo así, que te puede matar en cualquier momento, qué hombre, bueno, afortunadamente no son todos así, mi Poldy loquito, sea como sea al menos se limpia siempre los pies en el tapete al entrar, llueva o haga sol, y limpia sus propias botas, y siempre se quita el sombrero cuando va por la calle y ahora está que se va en sus pantuflas a buscar 1000 libras para comprar una postal y ah, ah, qué dulce mayo, no puede una cosa así aburrirla a uno hasta la muerte, de hecho es demasiado estúpido para quitarse las botas ahora, qué se puede hacer con un hombre así, preferiría morirme veinte veces a volver a casarme con uno de su sexo, aunque claro él nunca podría encontrar otra mujer como yo, que se lo aguante como yo, yo sí sé cómo, ven a dormir conmigo, sí, y él también lo sabe en el fondo, por ejemplo fíjate en esa señora Maybrick, que envenenó a su esposo, por qué habrá sido, si estaba enamorada de otro hombre, pero la cogieron, no es acaso la mayor villana al ir y hacer algo así, aunque claro, algunos hombres de verdad pueden ser inmensamente irritantes hasta el punto de volvernos locas, siempre la peor palabra en el mundo, y por qué nos piden que nos casemos con ellos si somos lo peor de lo peor, sí, porque no pueden vivir sin nosotros, arsénico blanco que le puso en el té, que lo sacó de ese papel para envenenar moscas, no fue así, por qué lo llamarán así, si le pregunto seguro me dirá que viene del griego, dejándonos tan sabias como lo éramos antes, debió estar locamente enamorada del otro tipo, arriesgándose a que la cuelguen, oh no, no le importó, esa era su naturaleza, qué más podía hacer, pero no serán lo suficientemente bestias para ir a colgar a una mujer, no, imagino que no

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