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MUERTE AL ALMUERZO

EL INTENTO DE ASESINAR AL HIJO DE MIGUEL RODRIGUEZ EN CALI DESPIERTA TEMORES SOBRE EL INICIO DE UNA SANGRIENTA VENDETTA. PERO, QUIEN LA PATROCINA?

24 de junio de 1996

Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. A la una y 30 del viernes pasado, ocho hombres armados con pistolas 38 largo y 9 milímetros y con subametralladoras, entraron al restaurante Río de Enero en el barrio Santa Mónica de Cali. A los pocos segundos habían dado muerte a Leonel Medina y Carlos Alberto Botero, hombres de seguridad de William Rodríguez Abadía, hijo del confeso narcotraficante Miguel Rodríguez Orejuela, que lo esperaban afuera del restaurante, y a Juan Carlos Delgado, Nicol Parra y Oscar Echeverri que almorzaban en el segundo piso del local con William Rodríguez y Fernando Parra, quienes resultaron gravemente heridos. Parra murió horas después en el hospital. Rodríguez, un joven abogado de 31 años egresado de la universidad Santiago de Cali y especializado en derecho laboral en Estados Unidos, corrió mejor suerte y sobrevivió a pesar de haber recibido dos disparos en el abdomen, uno en la pierna y uno más en el brazo. Sin embargo, durante las seis horas de operación que debió soportar, su padre, y su tío Gilberto Rodríguez, capturados por la Policía el año pasado, vivieron momentos de gran angustia en el pabellón de alta seguridad de La Picota, en Bogotá, una angustia que había comenzado el jueves en la noche cuando se conoció que uno de los hombres de seguridad de William Rodríguez había sido asesinado. Para ellos, al igual que para las autoridades, la necesidad de saber de dónde provino el ataque se convirtió de inmediato en prioridad. Al cierre de esta edición, todo indicaba que ni los unos ni las otras habían podido aclarar lo sucedido. Según fuentes de inteligencia contactadas por SEMANA, los análisis apuntan hacia un enfrentamiento entre organizaciones del narcotráfico. Pero ello por sí solo no arroja mayores luces, pues las mismas fuentes reconocieron que manejaban varias hipótesis. La primera de ellas sería que la temida y anunciada confrontación entre los carteles de Cali y el norte del Valle podría haberse desatado la semana pasada. "Hay informes en el sentido de que las relaciones entre los Rodríguez y otros detenidos como Víctor Patiño e Iván Urdinola, del norte del Valle, se han agriado muchísimo en las últimas semanas", confirmó a SEMANA una fuente gubernamental. Otra teoría es que la operación podría haber sido realizada por un peligroso delincuente conocido con el alias de Sigifredo, quien fuera jefe de seguridad de José Santacruz y quien, convencido de nexos de gente de los Rodríguez con la muerte de su patrón hace algunas semanas en Medellín, habría decidido vengarla. Otros análisis aseguran que la disputa de los Rodríguez es con la gente de Pacho Herrera, el único de los siete cabecillas del cartel que no ha caído y cuyos abogados realizan, desde hace varios meses, contactos con las autoridades para su entrega. El motivo de este enfrentamiento sería que Herrera habría hecho ofertas de colaboración con la Justicia que a los Rodríguez no les habrían caído muy bien, algo que ellos mismos le habrían hecho saber a su socio de muchos años. Pero en todo esto hay demasiados 'habría', y poco o nada está claro. Y una última hipótesis: William Rodríguez venía realizando desde hace varias semanas contactos con la dirección de la Policía, la Fiscalía e incluso con un funcionario de la embajada norteamericana. Según diferentes fuentes oficiales, en el curso de esas conversaciones el hijo de Miguel Rodríguez planteó que su familia estaba definitivamente de salida del negocio y que de la segunda generación ninguno deseaba heredarlo. Además, aseguró que él y sus familiares querían vivir una vida tranquila. Según algunas de estas fuentes, Rodríguez le habría ofrecido al funcionario estadounidense con quien conversó, colaboración de su padre y su tío con la justicia de Estados Unidos sobre distintos temas que irían desde rutas hasta infiltración del narcotráfico en otras actividades de la vida colombiana. Si esto es verdad y si algo tuvo que ver con ello el sangriento atentado del viernes, la preocupación puede ser mayor pues el móvil sería mucho más siniestro que todos los anteriores.