
Opinión
Cuando el camino confirma que vas bien
Hay instantes en los que la vida se encarga de poner señales luminosas en el camino. No son coincidencias, sino recordatorios de que el esfuerzo sostenido y el trabajo con propósito siempre encuentran la manera de florecer.
Estas últimas semanas me han dejado el corazón lleno. No solo por los instantes especiales que viví, sino porque cada uno de ellos me recordó que el trabajo con propósito, tarde o temprano, da frutos.
Hace unos días estuve en Miami, invitada a un conversatorio junto a dos mujeres a quienes admiro profundamente: Socorro Jaramillo y Andrea Liévano. Hablamos de nuestros libros, sí, pero también de lo que nos mueve, ese deseo de construir, de transformar, de servir. En mi caso, compartí el detrás de Prepara a tus hijos para el éxito, un libro que escribí desde la experiencia y con la esperanza de ofrecer herramientas prácticas a quienes quieren formar niños conscientes, capaces de habitar el mundo con criterio y empatía. Ver ese mensaje trascender fronteras y generar conversación en otros países fue profundamente conmovedor.
La vida, cuando quiere enseñarte algo, lo hace por partida doble, a veces triple. Ese mismo viaje me llevó a recibir un reconocimiento del Consulado de Colombia en Miami, la Alcaldía de Doral y la Alcaldía de Miami. Un honor que me cuesta poner en palabras, no por falsa modestia, sino porque no olvido lo que ha implicado este camino: tocar puertas, sostenerme firme cuando las fuerzas flaqueaban y seguir trabajando con amor incluso cuando el cansancio parecía más grande que las ganas. Ese día, con el corazón apretado y la sonrisa amplia, me di permiso de algo que pocas veces hacemos: aplaudirme. No por vanidad, sino por respeto a todo lo que me ha costado llegar hasta aquí.
La ruta me llevó después a Cuenca, Ecuador, como conferencista invitada al Women Economic Forum. Allí no solo compartí escenario con mujeres brillantes, también recibí un premio que me recordó por qué vale la pena insistir incluso cuando el panorama es incierto: Exceptional Women of Excellence. No era solo un evento, era un punto de inflexión, un espacio donde la voz de las mujeres no solo se escucha, sino que se convierte en motor de cambio.
Hoy, mientras escribo, no puedo sentir otra cosa que gratitud. Porque cuando uno decide vivir desde el propósito, el camino puede ser más complejo, pero también más verdadero. Y eso, al final, es lo que realmente importa.
Si algo he aprendido es que la constancia no siempre hace ruido, pero siempre deja huella. Y que servir, construir y compartir lo que uno sabe no es un lujo, es una responsabilidad.
Gracias a quienes han sido parte de este viaje. Y gracias a la vida por seguir confirmándome que amar lo que uno hace sí cambia el mundo.