María Eugenia Saldarriaga del Círculo de Mujeres

Opinión

El cáncer de mama no solo se combate con tratamientos, sino con información, conciencia y acción colectiva

No basta con recordarlo en octubre. La detección temprana, la educación sin tabúes y un sistema de salud accesible deberían ser compromisos permanentes si realmente queremos salvar vidas.

Por: María Eugenia Saldarriaga
21 de octubre de 2025

Cada año, 497.000 de mujeres son diagnosticadas con cáncer de mama en América. En el mundo, cuatro mujeres reciben este diagnóstico cada minuto y una muere a causa de la enfermedad. Las proyecciones del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer advierten que, si las tendencias se mantienen, para 2050 habrá 3,2 millones de nuevos casos y cerca de un millón de muertes al año.

En Colombia, las cifras son igualmente preocupantes. Según Globocan 2022, el cáncer de mama representa cerca del 13 por ciento de los casos de cáncer y es la principal causa de muerte entre las mujeres. Se calcula que una de cada ocho puede desarrollar la enfermedad a lo largo de su vida. La Cuenta de Alto Costo reportó, al primero de enero de 2024, cerca de 140.000 casos. En un solo año se diagnosticaron 9.615 nuevos, la mayoría en estado II, y la mortalidad aumentó 10 por ciento. La mediana de edad de diagnóstico es de 57 años, aunque cada vez se presentan más casos en mujeres jóvenes.

La Sociedad Colombiana de Mastología señala que el 32 por ciento de los casos se da en menores de 50 años. Cuando se detecta a tiempo, la enfermedad es curable: la tasa de supervivencia puede ser del ciento por ciento en etapas iniciales, pero cae al 22 por ciento en las más avanzadas. Pese a los avances en diagnóstico y atención, las brechas geográficas, las demoras en el tratamiento y la falta de recursos continúan siendo desafíos estructurales del sistema de salud.

La detección temprana salva vidas. La mamografía, recomendada desde los 40 años, sigue siendo la herramienta más efectiva: puede reducir la mortalidad en un 25 por ciento. Sin embargo, la cobertura en Colombia es insuficiente. La falta de talento humano, la concentración de servicios en las grandes ciudades y la escasa infraestructura tecnológica profundizan la desigualdad.

A esto se suma un sistema que, aunque tiene normas y planes específicos, no logra cumplir las metas de prevención y diagnóstico oportuno. Expertos como el cirujano Sebastián Quintero, especialista en oncología y mastología, con quien tuve una conversación al respecto, sostienen que no existen conocimientos sólidos ni mecanismos efectivos que fortalezcan la relación de las mujeres con el sistema de salud. Es urgente fomentar la educación, la prevención y la detección oportuna, además de trabajar colectivamente con el Gobierno, las empresas, las EPS, las IPS y las organizaciones civiles.

También urge desmontar las barreras culturales que todavía impiden hablar del cuerpo femenino con naturalidad. La educación sobre el cáncer de mama sigue tropezando con la censura y el pudor social, que frenan la prevención. Mientras el cuerpo de la mujer continúe siendo un territorio prohibido, el impacto en salud pública será limitado.

El cirujano Sebastián Quintero, junto con su padre, Elías, pionero en mastología en América Latina, y su hermana, María Catalina, oncóloga molecular, lideraron durante años actividades de voluntariado para educar a mujeres de distintas comunidades sobre la detección temprana. En una de esas jornadas quisieron enseñar el autoexamen con cuerpos reales, convencidos de que un seno de plástico no permite identificar masas ni irregularidades. La iniciativa fue censurada por mostrar pezones. Quintero afirma: “Hay mucha ambigüedad, mientras se censure el cuerpo femenino como se hace hoy, no vamos a impactar a nivel primario en cáncer de mama. Censuramos el cuerpo, y eso distorsiona la percepción del problema.”

Hablar con libertad del cuerpo, entenderlo y reconocerlo sin culpa, también es una forma de salvarlo.

El entorno laboral juega un papel fundamental. Las mujeres deberían poder realizar sus exámenes sin temor a perder un día de trabajo. Incluir pruebas de tamizaje en los exámenes ocupacionales sería un paso concreto.

El abordaje del cáncer de mama debe ser integral. Involucra salud física, mental, emocional y social. Las pacientes necesitan apoyo multidisciplinario que incluya acompañamiento emocional, cuidados paliativos, seguridad alimentaria y estabilidad laboral.

La responsabilidad frente a esta enfermedad no recae solo en las instituciones de salud. Es un asunto de sociedad. La prevención, la detección temprana y la educación deben ser tareas compartidas. Crear un círculo solidario y empático puede marcar la diferencia. El cáncer de mama no solo se combate con tratamientos, sino con información, conciencia y acción colectiva.

Como miembro del #CírculoRosa, los invito a unirse a la campaña de prevención y acción contra el cáncer de mama que nos impulsa a entenderlo y nos enseña a crear un círculo poderoso, de cuidado e información para unir voces desde la empatía, multiplicar fuerzas y salvar vidas.