Claudia Sterling del Círculo de Mujeres

Opinión

La lectura, ¿una reliquia?

Leer un libro completo se ha convertido en un acto de resistencia en un entorno de vértigo digital. Cuando todo es inmediato y fugaz, la lectura se enfrenta al riesgo de volverse una costumbre en extinción.

Por: Claudia Sterling
3 de septiembre de 2025

Nos asomamos al abismo de un mundo saturado de información y, paradójicamente, vemos cómo la lectura profunda y reflexiva se desvanece. En esta era de notificaciones, titulares fugaces, post en X, tiktoks y respuestas instantáneas, la paciencia para un libro de 150, 300 o más páginas se percibe como un lujo o, peor aún, como una anacronía. La lectura profunda como proceso lento y enriquecedor que nos permite navegar por las ideas de otro y construir las propias, ha sido desplazada por un consumo fragmentado y veloz de información. Y lo que está en juego no es solo un hábito, sino una forma de pensar y de relacionarnos con el conocimiento.

Las redes sociales y la inteligencia artificial, si bien son herramientas poderosas, han reconfigurado nuestro cerebro. Según estudios de la Universidad de California, Irvine, cada interrupción de las notificaciones puede costarnos hasta 23 minutos para recuperar la concentración. La atención se ha convertido en un recurso escaso. Leemos en ráfagas, escaneamos, pero no profundizamos. La hipertextualidad, la multiplicidad de estímulos y la gratificación instantánea nos condicionan a buscar información como píldoras -en dosis rápidas-, perdiendo la capacidad de conectar ideas complejas y de desarrollar argumentos sólidos. Esta fragmentación de la atención nos hace vulnerables a la desinformación y a las narrativas simplistas.

En este entorno caótico, la lectura crítica deja de ser una destreza opcional y se convierte en una competencia indispensable para cualquier liderazgo transformador. La capacidad de discernir entre verdad y mentira, de contextualizar la información y de cuestionar premisas, marca la diferencia entre un líder con brújula y un simple gestor a la deriva en el mar de datos.

Estudios del Pew Research Center han mostrado que quienes leen de manera regular libros, revistas o periódicos desarrollan mejor criterio para evaluar fuentes y detectar sesgos.

Leer críticamente es un gimnasio para la mente: nos entrena para reconocer falacias, entender que los problemas complejos no se resuelven con fórmulas simples, tejer conexiones entre ideas dispares y ejercitar la empatía al ponernos en el lugar de otros. Ese ejercicio es fundamental para pensar y para liderar.

No se trata de demonizar la tecnología, sino de encontrar un equilibrio. La inteligencia artificial puede ser un complemento, pero nunca reemplazará el pensamiento humano.

Necesitamos reconectarnos con el placer y el rigor de la lectura. La clave no es leer más, sino leer mejor. Desconéctese de las redes, agarre un libro y sumérjase en un mundo de ideas. Desarrollar la lectura crítica es el primer paso para liderar en un mundo que desesperadamente necesita mentes claras y no solo seguidores de tendencias. Porque en un mundo donde las máquinas ya escriben, lo verdaderamente humano es seguir aprendiendo a pensar.

Por Claudia Sterling, vicepresidente de Asuntos Corporativos y Comunicaciones de Cruz Verde

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