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Alexandria Ocasio-Cortez, de 28 año, sorprendió en las primarias del Partido Democráta al vencer con una modesta campaña al político tradicional John Crowley de 56 años.

ESTADOS UNIDOS

La socialista anti-Trump

Alexandria Ocasio-Cortez, una joven latina nacida en Nueva York, que se declara de izquierda y aspira a llegar a la Casa Blanca, es la nueva sensación de la política norteamericana.

7 de julio de 2018

El pasado 26 de junio, la política en Estados Unidos vivió un remezón de grandes proporciones. El epicentro fue localizado en el distrito 14 de Nueva York, en el Bronx y en Queens, dos de las zonas más populares de la ciudad. La causante del sacudón fue una mujer hispana de 28 años llamada Alexandria Ocasio-Cortez. Por el triunfo que obtuvo en las primarias del Partido Demócrata, y por el futuro que le ven los analistas, puede convertirse en un fenómeno de la talla del que protagonizó hace diez años Barack Obama,.

Ese martes 26 tenía lugar, en ese distrito electoral, una elección primaria para escoger al aspirante demócrata que enfrentará al candidato del Partido Republicano, Anthony Pappas, en los comicios legislativos del 6 de noviembre, cuando se renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes –también habrá votaciones para un tercio de las 100 curules del Senado–. Hasta hace unos meses no parecían necesarias las primarias demócratas en el distrito, pues todo indicaba que John Crowley, de 56 años, que desde hace 19 ocupa el escaño, iba a continuar. Se especulaba incluso que, por su trayectoria, era el más probable sucesor de Nancy Pelosi como líder del partido en la Cámara.

Alexandra encarna la identidad Latina ante las posiciones xenófobas del presidente Trump.

Pero el desafío le llegó por sorpresa hace algo más de un año, cuando Ocasio-Cortez lanzó su candidatura. Al principio, todo el mundo puso en duda que iba a ser capaz de conseguir las 1.250 firmas exigidas a esta trabajadora social que laboró como mesera en la taquería neoyorquina Flats Fix, hija de un hombre del Bronx fallecido hace una década a consecuencia de un cáncer de pulmón y de una inmigrante puertorriqueña que para salvarse de la quiebra debió lavar baños y manejar buses. Sin embargo, la campaña, sin plata pero con ingenio, tomó vuelo inusitadamente y desembocó en la asombrosa victoria de Ocasio-Cortez, que, con el 57,5 por ciento del apoyo, representado en 16.000 votos, superó en más de 15 puntos a Crowley. El viejo zorro de la élite neoyorquina caía tendido en la lona.

 ¿Cómo sucedió semejante cosa? Lo explicó al día siguiente Frank Bruni, columnista de The New York Times. “Un hombre asociado con el ‘statu quo’ y con intereses rancios ha sido derrotado por alguien que está contra el ‘establishment’ y a favor del cambio en la política contemporánea estadounidense”, escribió en su artículo. Y agregó: “En un partido de viejos, Ocasio-Cortez resulta joven. Es una mujer en un año electoral en el que las mujeres están mostrando su poder. Procede de una minoría en un momento en el que los ciudadanos son menos indulgentes con los privilegios, y está más decidida a que los cuerpos de gobierno reflejen el mosaico que es Estados Unidos”.

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Hay más explicaciones. Para Héctor Schamis, profesor de Gobierno de la Universidad de Georgetown en Washington D.C., “la entrada fulminante de Alexandria Ocasio-Cortez, nada menos que en el escenario demócrata de Nueva York y en un rol protagónico, marca tres hitos fundamentales de la coyuntura electoral de este año y de la de 2020, presidencial entonces”, según le dijo a SEMANA. Se trata de tres respuestas a Trump, en las que el Partido Demócrata le dará la pelea. “La primera es que Ocasio-Cortez encarna la identidad latina ante las posiciones xenófobas del presidente, en especial contra los hispanos. La segunda es que encarna una agenda feminista, con un crecimiento extraordinario de candidaturas femeninas en Nueva York. Y la tercera es que encarna un Partido Demócrata que, en el debate ideológico que propone Trump, ha decidido correrse más hacia la izquierda”.

No es un secreto que el origen y la historia de Alexandria Ocasio-Cortez suponen parte de su éxito. En un país gobernado por Donald Trump, llama la atención una mujer de clase media-baja que gracias a una beca y a un préstamo pudo graduarse con excelentes calificaciones de un centro académico tan prestigioso como la Universidad de Boston. Justo en esa ciudad, Alexandria se vinculó como practicante a la campaña de Bernie Sanders, senador de Vermont, que resultó derrotado por Hillary Clinton. Y entonces a Ocasio-Cortez se le metió en la cabeza fundar una editorial para niños.

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Desde siempre ha sido activista. Hace un tiempo viajó a Texas para protestar contra el muro que Trump quiere levantar en la frontera con México. También estuvo en Flint, en el estado de Michigan, para quejarse en diversas marchas por la falta de agua potable, una falla en los servicios públicos que se convirtió en escándalo nacional. Y estuvo en Dakota para alzar su voz contra un oleoducto que atraviesa la zona en perjuicio del medioambiente. A raíz de todo eso, la organización Brand New Congress la contactó para pedirle que se lanzara a la política y organizaciones como Black Lives Matter, que lucha contra los excesos de la Policía contra la población afroamericana, le ofrecieron su respaldo.

Y si eso pasa y se le alinean los astros, es factible que Estados Unidos, en esta época de racismo, de intolerancia, de favorecimiento al dinero y de escándalos mayúsculos alrededor de Donald Trump, esté a dos años y medio de otro fenómeno electoral como el de Barack Obama a principios de noviembre de 2008.

En un comienzo lo dudó. “Siempre pensé que para hacer política había que tener mucho dinero, el poder de una dinastía y mucha influencia social”, dijo. Pero se fue entusiasmando a tal punto que hizo público un video que a estas alturas ha sido visto 3,2 millones de veces. “No se supone que una mujer como yo se lance a las elecciones”, advierte ella al empezar, mientras camina por las calles del Bronx y de Queens. “Es el momento de luchar por un Nueva York donde puedan vivir las familias trabajadoras. Es la gente contra el dinero”, añade. Y luego se va contra John Crowley, que había conseguido casi 4 millones de dólares para la campaña, veinte veces más que lo reunido por ella en pequeñas donaciones. “¿Cómo se puede votar por alguien que no manda a sus hijos a nuestros colegios, que no bebe el agua que bebemos, que no respira el aire que respiramos?”, se pregunta. Ocasio-Cortez anuncia asimismo que está a favor de que las universidades públicas sean gratis y de que el seguro de salud Medicare cubra a todo el que lo necesite. “Soy una demócrata socialista”, se define, con una palabra que ha sido pecado en Estados Unidos.

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A todas estas, mucha gente se pregunta en Estados Unidos si Alexandria Ocasio-Cortez se conformará con la Cámara de Representantes. La respuesta es no. Su madre, Blanca, que debió marcharse a Florida para no arruinarse en Nueva York, dice que su hija quiere llegar a la presidencia. Si las cosas siguen como van, puede que mucha más gente la apoye. Y si eso pasa y se le alinean los astros, es factible que Estados Unidos, en esta época de racismo, de intolerancia, de favorecimiento al dinero y de escándalos mayúsculos alrededor de Donald Trump, esté a dos años y medio de otro fenómeno electoral como el de Barack Obama a principios de noviembre de 2008. 

Mujeres con poder

La llegada a la Casa Blanca de un hombre misógino y machista fortaleció, como nunca antes, el papel político de las mujeres en Estados Unidos.

Desde el día de su posesión, más de 500.000 personas salieron a protestar en lo que se conoció como la “marcha de las mujeres” y, desde entonces, se impulsaron múltiples iniciativas y campañas de mujeres en las redes sociales en contra del acoso, la agresión y la desigualdad de género, como el famoso MeToo. Ahora la lucha pasó de las calles y las redes a las urnas. La sorpresa que dio Alexandria Ocasio-Cortez en Nueva York se suma a otras 35 mujeres candidatas al Senado y 311 a la Cámara de Representantes que buscan un lugar en un escenario político dominado tradicionalmente por hombres: de 535 miembros del Congreso, únicamente 107 son mujeres, es decir, apenas el 20 por ciento.

Pero además, muchas de las candidatas actuales son hijas de migrantes o hacen parte de la comunidad negra, condiciones que hacen su carrera política aún más emblemática con un presidente que en múltiples ocasiones demostró su xenofobia y racismo. En Texas, donde Trump salió vencedor, Silvia García y Verónica Escobar emprendieron una batalla política para ser las primeras latinas en ocupar un escaño en el Congreso por este estado. En Georgia, Stacey Abrams, una afroamericana nacida en Wisconsin, podría convertirse en la primera gobernadora mujer y negra en la historia del país. Todo parece indicar que en las elecciones legislativas de noviembre ellas tendrán una oportunidad única: por primera vez podrán establecerse como una fuerza política considerable en el órgano legislativo de Washington y desde ahí continuar su resistencia.