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ARRIANDO LA BANDERA

¿Qué hará Washington para mejorar su imagen en la región tras el retiro de los marines del Líbano?

2 de abril de 1984

Una vez concluido el retiro total, de los 1.300 marines norteamericanos del Líbano, los observadores en Washington se preguntandónde pondrá su mirada el gobierno de Ronald Reagan para fortalecer su ahora decaída posición en el Medio Oriente. Se considera que el retiro de los marines es una gran derrota para los intereses de Estados Unidos en la región, lo que a su vez crea expectativas en el sentido de que Washington buscaría lograr un éxito para mejorar su imagen.
Si se toma en cuenta que fue Siria, ahora más fuerte que nunca, la que propició tal derrota de Estados Unidos en Líbano, el sentido común señala que Washington buscará contrarrestar al gobierno de Damasco. Sin embargo, Reagan enfrenta tres grandes problemas.
En primer lugar, está la propia situación en el, Líbano, donde Washington aún puede intentar recuperarse mediante una mayor acción diplomática o militar para apoyar al tambaleante Presidente Amín Gemayel y al casi cancelado acuerdo con Israel. En segundo lugar está la guerra entre Irán e Irak, cuyo recrudecimiento provoca preocupación en Occidente. La alianza informal de Siria con Irán, y la supuesta participación de Teherán en los ataques terroristas contra fuerzas estadounidenses en Líbano, están muy presentes en las mentes de las autoridades de este país. Si Damasco apoya a Irak, que cuenta con creciente apoyo de los amigos de Estados Unidos en el área, como Egipto y Jordania, indudablemente se debilitaría.
En tercer término está el plan de paz del Presidente Reagan entre Israel, Jordania y los palestinos de los territorios ocupados por Tel Aviv. Las conversaciones sostenidas el 26 de febrero por el rey Hussein de Jordania y el presidente de la OLP, Yasser Arafat, de acuerdo con funcionarios estadounidenses, podrían conducir a un importante golpe diplomático en el área.
Pero mientras la administración USA muestra un marcado interés en estos tres asuntos, no puede concentrar sus recursos diplomáticos y militares en más de uno a lo sumo, en dos de estos al mismo tiempo. Washington parece haber abandonado sus esfuerzos diplomáticos en Líbano, contentándose con una participación tangencial en las negociaciones presididas por Arabia Saudita para un cese de fuego. Ademas, en los debates de la ONU, la Casa Blanca aparece algo indiferente ante la posibilidad de enviar una fuerza de paz del organismo mundial. Parece resignado a dejar que los acontecimientos sigan su curso, recordando simplemente a las partes en conflicto que la participación de USA es esencial para asegurar el retiro de Israel del sur de Líbano.
Al mismo tiempo, las autoridades norteamericanas considerarían que la Flota que se mantiene frente a la costa libanesa puede todavía persuadir a los libaneses, y a la opinión mundial, de que Washington continúa siendo una fuerza con la que hay que contar. Ese puede ser el mensaje tras los ataques a posiciones controladas por Siria desde el New Jersey. Sin embargo, será difícil que el Congreso norteamericano apruebe esos ataques por mucho tiempo más.
Respecto a la guerra entre Irán e Irak, Washington está básicamente paralizado. Estados Unidos dice ser neutral desde el inicio de esa guerra, pero sus aliados --Egipto, Jordania, Arabia Saudita y los Emiratos del Golfo-- están cada vez más preocupados por la perspectiva de una victoria iraní y presionan a Washington para que se acerque más a Bagdad otorgando más apoyo militar. Pero la entrega de las armas que se necesitan para que Irak gane la guerra, representaría un grado de participación en el conflicto para el que Washington no está preparado. Una cosa es que Estados Unidos espere que Irak mantenga el eje moderado entre El Cairo y Amman y entre Riyad y Bagdad; otra muy distinta es que intervenga directamente para garantizarlo. Esto deja a la cuestión palestina y la iniciativa de paz del Presidente Reagan de septiembre de 1982, como la opción sobre la que se concentrará el gobierno estadounidense.
Funcionarios norteamericanos han dejado en claro que el enviado especial para el Medio Oriente, Donald Rumsfed, ha transferido su atención del Líbano a la cuestión palestina. Sin embargo, admiten que no esperan nada espectacular en cuanto al plan Reagan y que su posición en las conversaciones entre Hussein y Arafat se debilitó por lo sucedido en el Líbano y por ser éste un año electoral en Estados Unidos. Israel continúa rechazando el plan de paz, que postula la "autonomía" para los habitantes de la margen occidental del Jordán y de Gaza en "asociación con Jordania".
Asesores políticos reconocen que es poco probable que Reagan presione con fuerza a Israel en un año electoral, cuando tratará de obtener el voto de la comunidad judía norteamericana. Hussein podría ser renuente a entrar en conversaciones con Israel, aún con el asentimiento de Arafat, tras el éxito de los sirios ante los Estados Unidos en Líbano. Si Washington resultó impotente, mientras las fuerzas apoyadas por Siria fueron capaces de derrotar al ejército libanés, al gobierno y su pacto de seguridad con Israel, Jordania no puede confiar mucho en que Estados Unidos la apoyará hasta donde sea necesario ante la eventualidad de un gran intento sirio por impedir que alcance su propio tratado de paz con Tel Aviv.
El mismo razonamiento se le puede atribuir a Arafat. Una gran parte de las fuerzas de la OLP, aún en el Líbano, participaron en la rebelión en su contra y permanecen bajo control sirio. El mismo Arafat inició, además un intento de reconciliación con el Presidente sirio Hafez Assad, a pesar de que éste rechazó el plan Reagan de paz y la participación del rey Hussein.--
Jim Lobe, especial desde Washington para SEMANA