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"CORRIO UN ESCALOFRIO POR TODA CENTROAMERICA"

Las actividades de Pastora, la complicidad de algunos policías "ticos" con ARDE, la flota de Reagan, Contadora, las relaciones con los sandinistas: temas de la entrevista de SEMANA con el presidente de Costa Rica

3 de octubre de 1983

"Allí están los grandes barones cafetaleros... ¡la oligarquía, hermano!", me sopló alguien en el oído.
Esperaban en la puerta de la vieja planta, ahora remozada, que trataría de compartir el mercado con el monopolio lácteo "Dos Pinos".
De la camioneta se bajó sonriente un hombre bajo y rechoncho, sobre el que circulan toda clase de chistes ("chiles" dicen los ticos) que él mismo festeja con grandes risotadas.
Los barones cafetaleros y ganaderos se acercaron a rendirle pleitesía.
El Presidente, sin pompa, sin aparato, avanzó hacia la puerta principal, distribuyendo saludos.
"Es de origen bien pobre... fue trabajador social, sindicalista", me volvió a soplar el guía improvisado.
La empresa que iba a inaugurar --"Lactaria"-- sintetiza muchas cosas. Conserva las modalidades jurídicas de la cooperativa, pero tiene el aporte esencial del grupo Ganadero-Industrial y la gravitación decisiva de la empresa norteamericana Borden. Claro que no son tiempos para andarse fijando en detalles jurídicos: la desocupación está bajando pero sigue siendo un fantasma omnipresente. Costa Rica está sedienta de inversiones.
Allí anudamos el contacto para la futura entrevista. No fue difícil, es preciso admitirlo. Luis Alberto Monge, sea cual fuere el juicio político que a uno le merezca su gestión, es un hombre llano, afable y cortés.
La entrevista se hizo varias horas después en la Casa Presidencial, totalmente desprovista de "aparato", de las onerosas e inquietantes custodias que suelen rodear a los mandatarios.
Se llevó a cabo en vísperas de que Richard Stone se reuniera con los representantes del FMLN-FDR. En una coyuntura nacional e internacional particularmente difícil.
El pequeño país que insiste en considerarse algo así como una burbuja de paz y democracia en un Itsmo convulsionado, una Suiza tropical, está sacudido por temblores que trascienden lo telúrico.
La inflación galopante que se desató el año pasado está siendo contenida; en buena medida se ha logrado reanimar el aparato productivo, pero la crisis está golpeando fuerte a los sectores populares y no es de extrañar que el país se vea sacudido por una ola de huelgas.
Las tensiones sociales no logran fisurar el orgullo que la mayoría del pueblo siente por sus instituciones, por su paz, por su carencia de ejército pero han obligado al gobierno del Partido Liberación Nacional a instituir una fuerza especial antihuelgas, a incrementar la fuerza pública con el aporte material de estados policiales como Corea del Sur, Taiwan o Israel.
Pero, además, por su situación geográfica, por albergar a 150 mil exilados centroamericanos, Costa Rica siente que ha "interiorizado" los conflictos de la región. Que peligra su "status" helvético. Gobernada durante muchos años por una concepción liberal, conserva en gran medida un anticomunismo primario, un "occidentalismo" a ultranza típico de los años cincuenta, que ha favorecido el acercamiento a la política reaganiana. Un acercamiento que, por otra parte, nace también de sus debilidades estructurales, de su altísima deuda externa (4 mil millones de dólares) y de una dramática carencia de divisas.
Esta situación llevó a la administración Monge, en los primeros meses de gestión, a un alineamiento que fue duramente criticado y a una situación de gran tensión con los vecinos nicas.
Hoy al menos parece afirmarse una política creciente de neutralidad y las relaciones con el sandinismo han mejorado.
Es sobre esta situación inquietante y sus matices cambiantes que dialogamos sin reservas con el Presidente Monge.
SEMANA: Cuando Reagan decidió enviar buques de guerra a los mares centroamericanos, usted declaró que este hecho no contribuía a la solución negociada de los conflictos de la región. Pocas horas antes los Presidentes del Grupo de Contadora se habían reunido de urgencia, aparentemente para frenar una invasión. ¿Usted también supo o intuyó que fuera inminente una invasión ?
LUIS ALBERTO MONGE: Yo he dicho que Costa Rica persevera en la vía del diálogo para encontrar una salida política a la crisis centroamericana. Costa Rica no cree en la salida militar. Dijimos que las maniobras no contribuyen a buscar esa salida política. Y también, si no lo dijimos entonces, podemos decirlo ahora: nos oponemos por igual a la presencia militar de Estados Unidos, pero también a la de la URSS, Cuba y otros países del campo socialista.
En cuanto a que Contadora hubiera podido contribuir a disuadir a Nicaragua de un ataque a Honduras, no tengo suficientes elementos de juicio. Pero atribuyo a las gestiones del Grupo de Contadora --y a las que modestamente ha podido hacer Costa Rica-- el hecho de que nos hayamos alejado de un choque armado entre Honduras y Nicaragua...
S.: Perdón, señor Presidente, mi pregunta apuntaba a lo inverso. O sea, si la Declaracion de Cancún frenó o no una inminente invasión de hondurenos y norteamericanos a Nicaragua...
L.A.M.: ¡Ah!... Lo que yo tenía en foco era más bien que hace unas semanas corrió un verdadero escalofrío por toda Centroamérica ante lo que parecía inminente: un choque del ejército sandinista con el ejército hondureño.
Ahora, sí, yo creo que es cierto lo que ha dicho el gobierno norteamericano: que no piensa enviar hombres a pelear a Centroamérica. Son ciertas, porque al margen de cualquier otro factor, la opinión pública americana está muy en contra. Está de cara al recuerdo terrible de Vietnam. Y eso lo sabe muy bien el presidente Reagan.
S.: ¿Cuál es el estado actual de las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua?¿Ha disminuído la tensión que se observaba meses atrás?
L.A.M.: Sí. Ha disminuído la tensión. Nosotros nos sentimos agredidos por parte de Nicaragua cuando asumimos el gobierno en 1982. Una escalada emocional --llamémosle así-- puso muy tensas las relaciones con Nicaragua. Pero hubo una serie de hechos que contribuyeron a disminuir esa tensión.
Hicimos gestiones para que se nos ayudara a neutralizar una campaña internacional que trataba de presentarnos como país agresor comprometido con la administración Reagan. Reiteramos que Costa Rica está preparada para relaciones respetuosas con un régimen que tiene una distinta filosofía política. Anunciamos y lo vamos a proclamar oficialmente el 15 de septiembre --aniversario de nuestra Independencia-- el Estatuto de Neutralidad de Costa Rica frente a los conflictos bélicos. Y ahora, después de todas estas acciones, hay que admitir que ha disminuido la tensión y el diálogo con Nicaragua se ha tornado más fluido y frecuente.
S.: ¿Me permite un comentario? SEMANA entrevistó a Sergio Ramírez en mayo pasado y en esa entrevista el líder sandinista afirmó que las relaciones con Costa Rica tenían para ellos un carácter estratégico. Y que las incursiones de Edén Pastora y ARDE les preocupaban --más que por sus consecuencias militares-- porque podían deteriorar esas relaciones estratégicas...
L.A.M.: Ya, bueno, nos está costando mucho demostrar la sinceridad de nuestra posición, que somos realmente neutrales frente a los conflictos bélicos. Pero creo que vamos convenciendo a la opinión pública centroamericana y a la internacional de que somos sinceros, de que no es una pose.
S.: ¿Existe entonces una firme decisión política de su gobierno de impedir las acciones contra Nicaragua que utilicen como base al territorio costarricense?
L.A.M.: En cuanto sea confrontación ideológica por parte de los disidentes nicaraguenses, nosotros tenemos que respetar nuestra tradición de asilo que es muy fuerte y de la que está orgulloso el propio pueblo de Costa Rica. Aquí los disidentes pueden hacer críticas, manifestar sus discrepancias. Lo que no pueden hacer es organizar actos bélicos desde territorio costarricense.
S.: Entiendo que, hace un par de días, el viceministro de Seguridad de Costa Rica admitió un cierto grado de connivencia o apoyo logístico por pare de algunos oficiales costarricenses...
L.A.M.: Estamos con una investigación muy seria porque existe la sospecha de que algunos oficiales de nuestra fuerza pública, contrariando esa política y esa posición del gobierno, pudieran colaborar con las fuerzas de ARDE, que comanda Edén Pastora. Hoy en la mañana tuve una larga conversación con el ministro de Seguridad sobre este tema. Porque les hemos vuelto a decir a los exilados nicaraguenses que el asilo los cubre de su discrepancia ideológica, pero no los autoriza a la organización militar.
S.: Sin embargo, es indudable que la crisis mundial ha recaído sobre los países subdesarrollados. Y que las condiciones que impone el FMI en la negociación de las deudas externas son onerosas para las capas populares. ¿No es este también el caso de Costa Rica?
L.A.M.: Efectivamente. Los criterios de los organismos internacionales son un tanto rígidos, un tanto dogmáticos. Por eso nosotros alentamos una coordinación de todos los países (empezando por todos los países latinoamericanos) para enfrentar problemas como la deuda pública externa. Pero, por ahora, no podiamos esperar a que llegue esa coordinación, y tuvimos que negociar solos.
S.: ¿Es tan significativo el aumento de la tensión social como para poner en peligro las instituciones?
L.A.M.: Estamos en un punto de peligrosa ebullición. En mayo 1982, cuando asumimos el gobierno, la inflación rondaba el cien por ciento y la devaluación de la moneda había alcanzado el seiscientos por ciento, se había suspendido todo el servicio de la deuda externa (lo que significaba un bloqueo económico para nuestro país) y no había inversión. No podemos ocultar que entonces temimos una explosión. Se nos hizo una escalada huelguística en las zonas bananeras para tratar de desestabilizarnos. Pero milagrosamente ese panorama ha variado y el puebio de Costa Rica, pese a las terribles necesidades y al impacto del empobrecimiento generalizado, temió por sobre todas las cosas perder su paz y su sistema institucional.
COMO FRACASO EL PRIMER ENCUENTRO STONE-fmln
El presidente Monge esta contento, ha podido ser finalmente anfitrión del encuentro entre Richard Stone y la insurgencia salvadoreña. La reunión realizada el martes 30 de agosto borra el mal sabor de boca que dejó el cónclave frustrado del 9 de julio.
Y aunque deba compartir los hónores de la mediación con Belisario Betancur quien simultáneamente albergó el diálogo entre la Comisión de Paz de El Salvador y el FMLN-FDR, el mandatario "tico" puede dar por superado el trance anterior y aspirar a proseguir con su diplomacia "paralela" a Contadora. Apuntala de este modo el Estatuto de Neutralidad que Costa Rica piensa proclamar ante la comunidad internacional el próximo 15 de septiembre.
Stone, quien llegó a San José acompañado por Roger Fontaine, uno de los "cerebros" del Documento de Santa Fe, que preconiza la línea dura para los conflictos centroamericanos, quiso que la reunión fuera en Costa Rica para robustecer precisamente una línea de mediación alternativa a Contádora.
El encuentro anterior, pudo descubrirlo SEMANA, se frustró por un malentendido que parece un paso de comedia. Uno de los dirigentes del FDR, Mario Aguiñada, del PC salvadoreño (que ahora tomó parte en las nuevas conversaciones) le entregó un ayuda-memoria a Jorge Villacorta, representante en San José del FDR-FMLN. El papel de trabajo, absolutamente interno, contenía los criterios con los cuales debía plantearse la negociación con Stone. Villacorta se entrevistó con uno de los intermediarios costarricenses, el viceministro de Gobernación Carballo, y se lo leyó como si fueran las condiciones para el propio Stone.
Allí se decía: 1) que debía considerarse a Estados Unidos como "parte" y no como "mediador"; 2) la agenda debía ser abierta; 3) con testigos y 4) de carácter reservado.
El viceministro le pidió el papel, lo llevó a Monge, Monge se lo dio a Stone y el embajador de Reagan lo tomó como condiciones "sine qua non" para el diálogo y se negó a reunirse con los dirigentes rebeldes.
En aquellas horas frenéticas de papel va, papel viene, se produjo un fenómeno que tiene sabor humano aunque relativo significado político. El comandante Mario López, uno de los dirigentes máximos de la estructura militar rebelde, se ganó la simpatía del presidente Monge.
López, de 28 años, un antiguo dirigente gremial de los maestros (como la Comandante Ana María, impresionó al presidente de Costa Rica por su "humildad y sensatez". Hablaron largo y tendido sobre las posibilidades de la paz, sobre las elecciones del 84 y la posible participación de los rebeldes. El comandante le señaló que no había garantías para participar en esos comicios. Monge argumentó acerca de los beneficios de la vía electoral, pero en un momento del diálogo, movido por alguna aprensión inconsciente, le dijo estas curiosas palabras: "Sepa que si las cosas van mal, si alguna vez tiene necesidad de refugio, las puertas de Costa Rica están abiertas para usted."