Home

Mundo

Artículo

| Foto: AP

ENTREVISTA

"El crimen organizado es un poder paralelo que tiene gran capacidad de censura"

En el día mundial de la libertad de prensa, Semana.com habló con Ileana Alamilla, periodista y abogada guatemalteca, sobre la situación del periodismo en Centro América. Alamilla ha cubierto temás tabú como el conflicto armado de su país y los refugiados en México.

3 de mayo de 2012

Semana.com: ¿Cómo es su situación laboral? ¿Qué dificultades ha tenido? ¿Qué tipos de amenazas hay?

Ileana Alamilla: Trabajo en Cerigua, una Agencia Alternativa y centro de documentación y análisis con 29 años de existencia. Se sostiene con cooperación internacional y con consultorías en temas de comunicación. Tenemos salarios con prestaciones que, aunque son modestos, son suficientes para necesidades básicas.

Además soy columnista de Prensa Libre, el diario más grande del país, y escribo dos veces a la semana.

Como periodista que cubrió temas tabú: como el conflicto armado interno, los refugiados en México, los 10 años de negociación –fui la única periodista guatemalteca que dio cobertura a casi todas las reuniones- y aspectos vinculados a problemáticas estructurales sensibles, recibí en varias ocasiones amenazas, intimidaciones, intentos de cooptación, dispararon en nuestra oficina, sufrimos un allanamiento y se llevaron parte de nuestro equipo de cómputo archivo histórico. Todo lo denunciamos públicamente y ante la Procuraduría de Derechos Humanos y el Ministerio Público.

Trabajé muchos años fuera del país informando sobre estos aspectos. Mis dificultades son ínfimas a comparación de lo que enfrentan mis colegas, especialmente en los departamentos. Las principales amenazas son de muerte.

S: ¿Desde cuándo han cambiando las condiciones del trabajo en Guatemala? ¿Le parece que desde hace unos años estas se han empeorado?

I.A.: Esto depende de los medios. Algunos pagan salarios decentes, otros buenos y muchos no reconocen la labor del periodista. En algunos casos a los periodistas les pagan por nota publicada (especialmente quienes ejercen en el área rural) y hay incluso casos en los que únicamente le dan una tarjeta de teléfono y un carné de prensa.

Creo que la falta de fuentes de trabajo, lo precario de las condiciones, los bajos salarios y el contexto en el que se ejerce ha empeorado el mapa.

S: ¿Cuáles cree que son los principales obstáculos para el periodismo en Guatemala? ¿Conoce casos en los que, por la situación de fragilidad y zozobra que viven los medios, otros poderes aprovechan para intimidar (gobiernos, empresas, fuerzas policiales o armadas)?

L.A.: Entre los principales puedo citar la dificultad de cobertura de temas riesgosos desde las localidades. La narcoactividad y el crimen organizado (corrupción, trata de personas, tráfico de personas, contrabando, robo de vehículos etc.) instalado en el país, se ha constituido como un poder paralelo que tiene gran capacidad para imponer la censura a través del temor y la inseguridad que genera su presencia y convivencia con las comunidades.

Considero que estos son los nuevos censores de la libertad de expresión. Antes esta se ejercía desde el Estado contrainsurgente que marcó los límites a la prensa, al grado que poco o nada se publicó sobre la tragedia que vivimos en Guatemala, aspecto que ha sido reconocido incluso por directores de periódicos.

En el Observatorio de los Periodistas de la Agencia Cerigua trabajamos de cerca con nuestros colegas en los departamentos y recibimos, bajo reserva, todos estos criterios. Además los monitoreos que hacemos de diferentes temas y los mapas de riesgo que estamos construyendo evidencian que las noticias sobre esos criminales son cubiertas desde la capital y no desde los departamentos.

Un censor más y que ha sido tradicional, es la publicidad, de la que poco puede hablarse por el gran interés de los medios de no perder las pautas.

Quisiera también mencionar las limitaciones que tienen grandes segmentos de la población para expresarse dado que los espacios son restringidos. La ley de telecomunicaciones en Guatemala establece la modalidad de subasta para asignar las frecuencias radiales lo que ha determinado el incumplimiento de una parte del Acuerdo de Paz sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas.

La Relatoría de la Libertad de Expresión en numerosas ocasiones ha señalado al Estado de Guatemala que es inaceptable esta forma de asignar frecuencias pues es antidemocrática, excluyente y prioriza el aspecto económico, además de que favorece los monopolios, que en nuestro país están prohibidos por la Constitución Política de la República.

Las autoridades, los políticos y algunos otros agentes también limitan el ejercicio periodístico, algunas veces con modalidades de cooptación y otras a través de la intimidación e incluso agresiones en contra de periodistas.

Comparto este criterio, ya lo externé anteriormente. En nuestro país incluso la población, especialmente cuando se convierte en turbas, son un gran peligro para los periodistas.
Hay una tendencia creciente a restringir el acceso a las fuentes de información.

S: En su caso y en los de otros colegas, ¿cuáles son las consecuencias de esta amenaza constante? ¿Las más evidentes y las que golpean de manera más disimulada?

L.A.: El silencio, la falta de coberturas, la violación al derecho a la información que tiene la sociedad, la ausencia de datos, testimonios, referencias y relatos que nos puedan presentar el verdadero panorama que existe en el país y el temor y la zozobra en el gremio que ejerce en el área rural. Por eso muchos consideran que la libertad de prensa es un eufemismo.

La imposición de la censura es una humillación para un periodista que no puede informar sobre lo que le consta, lo que tiene documentado, con fuentes, comprobado y con posibilidades de traducirlo en géneros periodísticos. Es una frustración y una afrenta a derechos humanos fundamentales.

En el caso del control de las autoridades sobre las publicaciones los efectos son similares. No hay cumplimiento de la función social del periodista.

S: Los niveles de impunidad son alarmantes en toda la región. ¿Por qué muchos periodistas dicen que los Estados también son cómplices?

L.A.: Del 2008 al 2011 fueron asesinados ocho periodistas en Guatemala, un caso ocurrió el año pasado. Guatemala descendió 20 escaños en el Informe de Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras. Nos ubicó en la posición 97 de una lista de 179 países, debido a la inseguridad, la censura tenaz y por lo insuficiente del pluralismo.

De esos casos solo uno ha recibido sentencia. Los demás y los anteriores, los múltiples asesinatos, secuestros, detenciones-desapariciones de periodistas durante el conflicto armado, todos están en impunidad.

El Estado es cómplice porque tiene la exclusividad de la aplicación de la justicia. En Guatemala se reporta por lo menos un 97% de impunidad en la aplicación de justicia. El sistema es débil y no ha habido esfuerzos para determinar la responsabilidad y para aplicar castigos.

S: ¿Qué tan solos están frente a la violencia? ¿Hay solidaridad entre medios? ¿Sienten alguna protección del Estado?

L.A.: Nosotros somos de las escasas instituciones que estamos en el tema. Hoy logramos que el gobierno enviara un mensaje alentador en el evento que tuvimos de conmemoración del Día Mundial de la Libertad de Prensa. Se comprometió, a través de la Secretaría de Comunicación Social, a garantizar esos derechos, como corresponde y a analizar el Plan de Acción de la ONU-UNESCO para impulsar la protección de periodistas desde el Estado.

Cerigua y su Observatorio hace todos los esfuerzos para promover y proteger estos derechos y acompañar a nuestros colegas, pero es totalmente insuficiente y casi en soledad. Con tristeza puedo decir que la solidaridad es muy escasa.

S: En muchas regiones, por evidentes razones de seguridad, la prensa ha dejado de cubrir temas de 'narcos'. ¿Qué la impulsa a seguir dando la batalla?

L.A.: Desde hace años estoy comprometida con esta lucha por la democratización de las comunicaciones, por la libertad de expresión y sobre todo por los espacios donde pueda ser ejercida y, como periodista, por la libertad de prensa, en condiciones de equidad y en otro ambiente. Como ciudadana, sueño con un país con justicia social y equidad de género.