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EL DIOS JANO

Dos expertos mexicanos en política exterior dan a SEMANA su punto de vista sobre la reaparición de Henry Kissinger

5 de septiembre de 1983

El nombramiento de Henry Kissinger como Presidente de una comisión encargada de elaborar la política centroamericana para la Casa Blanca, está suscitando los más variados comentarios en todo el mundo. SEMANA recogió en México --sede de la pasada reunión presidencial de Contadora-- dos testimonios sobre ese tema, el del experto en política internacional Jorge G. Castañeda y el del senador Gonzalo Martínez Corbalá.
Castañeda es hijo del último canciller de José lópez Portillo, pero brilla con luz propia; doctorado en historia económica en la Universidad de París, es actualmente profesor de tiempo completo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y tiene a su cargo el seminario del doctorado sobre Centroamérica.
Martínez Corbalá es un veterano político del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que se forjó en torno a esa figura clave del México moderno que fue Lázaro Cárdenas. Durante dos años (de 1980 a 1982) fue embajador en La Habana. Actualmente es senador por el partido oficial e integra siete comisiones del Senado; entre ellas la de Relaciones Exteriores.
Según Castañeda, la creación de esta comisión bipartidista para Centroamérica, obedece a una táctica política que el Presidente norteamericano ha utilizado ya en dos oportunidades: la primera cuando surgieron desinteligencias entre el Ejecutivo y el Congreso sobre el modo de basamiento del misil M-X; la segunda para encarar el de seguridad social. En ambos casos --apunta Castañeda-- Reagan logró su objetivo: "encontrar a alguien ajeno a la Administración que proponga, en el fondo, una política muy semejante si no idéntica a la que la Administración ya de hecho está implementando, pero dotándola de un apoyo amplio por parte de demócratas y republicanos, de liberales y conservadores..."
La designación del diplomático, que los latinoamericanos solemos asociar con la desestabilización del gobierno de Salvador Allende y la "teoría del dominó", es --según el especialista consultado-- congruente con los objetivos de Reagan y se hizo "mirando hacia el Congreso". "Kissinger --apunta Castañeda-- es para la opinión norteamericana el hombre de la apertura hacia China, de la distensión con la Unión Soviética e incluso, para muchos, el que "sacó" a su país de Vietnam". "Se lo suele ver --agrega como un estadista sereno y responsable. Más bien centrista. Por lo tanto su nombramiento a la cabeza de esta Comisión le da de inmediato a la política de Reagan hacia Centroamérica, una cobertura centrista, experimentada, que no había tenido hasta ahora".
"Se trata --subraya el entrevistado de que los demócratas-- conservadores y los republicanos-liberales puedan apoyar una política que ha venido encontrando cierta resistencia en el Congreso". Según Castañeda, no importa la oposición en los extremos que el nombramiento de Kissinger ha provocado: los conservadores votarán por Reagan porque existe una afinidad ideológica que vá más allá de la maniobra parlamentaria, los liberales (Kennedy, por ejemplo) no la van a votar nunca con o sin Kissinger.
¿La existencia de la Comisión supondrá variaciones sustanciales en la política norteamericana respecto al Istmo?. Castañeda piensa que no habrá grandes cambios. "En mi opinión no tendrá un efecto directo sobre la política exterior norteamericana hacia Centroamérica y en particular, hacia Nicaragua. Sin embargo, por el hecho mismo de que la Administración Reagan cuente ahora con un portavoz elocuente, inteligente y respetado, esa política tenderá a fortalecerse.
Hasta ahora ninguno de los estrategas de la política exterior logró conquistar prestigio ante la opinión pública norteamericana y menos aún, ante el "foreign policy stablishment". Ni Jeanne Kirkpatrick --la intelectual de turno--; ni William Clark --el político de turno--; ni Schultz, quien participó poco en la elaboración de la política hacia Centroamérica. En cambio Kissinger goza de credibilidad desde antes, no tiene que conquistarla".
Para el senador Martínez Corbalá, la creación de la Comisión presidida por Kissinger, dista de ser una buena noticia. El legislador mexicano duda mucho que el diplomático yanqui haya modificado su "teoría del dominó", "que ni es teoría ni dominó, porque no se puede esquematizar la riqueza histórica, cultural, política, económica y social de los pueblos de Centroamérica, relegándolos a ser simples fichas de un juego".
Según el político priista, Estados Unidos viene exhibiendo una actitud dual respecto a Latinoamerica, que compara con Jano, el dios bifronte. "Por un lado sonríen y nos dan una palmadita en el hombro, nos dicen que están de acuerdo con el Grupo de Contadora y por el otro lado, en el terreno de los hechos, hacen todo lo contrario. Cuando Schultz vino a México recientemente mostró simpatía por la acción del Grupo de Contadora --todavía entonces a nível de cancilleres-- y, a renglón seguido, fortalecieron su apoyo económico y militar a los guardias somocistas que atacan a Nicaragua desde Honduras. Lo mismo paso hace poco con el presidente Reagan. Hubo una declaración suya de apoyo a la propuesta de paz de Cancún y de inmediato se llevaron a cabo maniobras navales de la flota norteamericana frente a las costas de Nicaragua y El Salvador. Y, además, la señora Kirkpatrick, que suele asumir el lado áspero de las dos caras de Jano, alentó a un grupo de nicaraguenses exilados que pretenden derrocar a la Junta de Gobierno sandinista".
El senador piensa que esta dualidad de la política norteamericana encierra una real amenaza bélica. A su juicio, la reunión de Cancún se hizo de urgencia y fuera de programa, porque sobraban evidencias de que podía estallar la guerra entre Honduras y Nicaragua, dando pretexto a la intervención directa de Estados Unidos.
Por eso manifiesta, sin demasiadas esperanzas: "Ojalá que esta Comisión logre unificar los criterios y que estos criterios no respondan a la "teoría del dominó", sino que estén apegados a la realidad que está viviendo Centroamérica; que tomen en cuenta los conflictos bilaterales entre Honduras y Nicaragua, el enfrentamiento interno dentro de El Salvador y aquellos otros, aun larvados, que pueden estallar, por ejemplo, en Guatemala".
De todos modos, con Comisión Kissinger o sin ella, Martínez Corbalá considera que es imprescindible que Reagan atienda seria y urgentemente al llamamiento personal que le formularon Belisario Betancur, Miguel de la Madrid, Luis Herrera Campins y Ricardo de la Espriella, cuatro hombres que --a juicio-- bien pudieron haber evitado con su reunión del 17 de julio último, el desembarco de los marines.--
Miguel Bonasso, corresponsal en México