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EL EXAMEN MAS EXIGENTE

Con la derrota de Nueva York, Hart se aleja rápidamente de la nominación demócrata

7 de mayo de 1984

No fue una victoria definitiva pero es indudable que después de sacarle una buena diferencia a Gary Hart en la primaria del Estado de Nueva York, Walter Mondale se acerca cada vez más a la codiciada nominación presidencial del Partido Demócrata. La confusión de principios de marzo --cuando Hart ganara en un Estado tras otro-- es cosa del pasado y ahora el ex vicepresidente está en una posición de privilegio.
Pese a que se lo proyectaba como ganador, el triunfo de Mondale sorprendió por ser tan nítido: 44% de la votación contra un 27% para Hart. Como resultado, Mondale se "embolsillo" 133 de los 252 delegados en disputa, aumentando la ya considerable ventaja sobre su principal contendor.
Tal como están las cosas ahora, Mondale cuenta con un total de 864 delegados (se necesitan 1967 para la nominación), contra 514 para Hart y 147 para Jesse Jackson. Fuera de ello hay 357 delegados no comprometidos, pero tradicionalmente la mayoría se inclina por el pre candidato que va a la cabeza.
Con la primaria de Nueva York, se ha llegado a la etapa intermedia en la carrera por la nominación, la cual comenzó en lowa a finales de febrero y terminará en California a principios de junio. Los grados de optimismo son bien diferentes en cada una de las organizaciones y Nueva York probó ser el sitio donde se realizó el examen más exigente hasta la fecha. No sólo cada candidato tuvo que ser específico en sus posiciones, sino que por primera vez Hart y Mondale mostraron diferencias de fondo, especialmente en cuanto a política exterior. Centroamérica, el Medio Oriente y las relaciones con la Unión Soviética fueron puntos discutidos una y otra vez por los aspirantes demócratas.
El que Walter Mondale haya declarado que no está dispuesto a retirar todos los norteamericanos que operan como asesores militares en Honduras y El Salvador (aunque acabaría con la ayuda a los "contras" en Nicaragua), fue suficiente para que la campaña de Hart empezara a pasar un sugestivo comercial en la televisión, en el cual se muestra una mecha quemándose mientras al fondo un locutor afirma que Mondale estaría dispuesto a enviar "a nuestros muchachos a un segundo Vietnam".
Alusiones similares se han hecho respecto del compromiso de Mondale de mantener abierto el estrecho de Hormuz en caso de que éste sea bloqueado por Irak. A su vez, Mondale ha atacado directamente las capacidades de liderazgo de Hart en momentos de crisis. Un comercial que se empezó a pasar en Illinois muestra un teléfono rojo que timbra sin nadie que lo conteste porque --implica el mensaje-- Hart no está capacitado para ello.
El énfasis en política exterior respondió a la composición cosmopolita del estado de Nueva York, sitio donde las minorías étnicas se mantienen intactas. Miembros de las comunidades hispana, europea y asíatica fueron cortejados efusivamente por los candidatos quienes hasta balbucearon palabras en español en Queens y bailaron danzas irlandesas en Brooklin. Sin embargo, ninguna minoría fue tan consentida como los judíos. En el primer acto público censurado por los observadores, tanto Hart como Mondale prometieron que estarían dispuestos a trasladar la embajada norteamericana en Israel de Tel Aviv a Jerusalén (un movimiento que podría exasperar a la comunidad árabe) con el objetivo de agradar al millón y medio de votantes de origen judío de Nueva York. Tal propuesta ha sido vetada en el pasado y en días anteriores Reagan dijo que la objetaría por ser "estratégicamente inconveniente". No obstante, tal planteamiento fue rechazado por los dos principales candidatos democratas (Jackson se opone al traslado) en lo que un comentarista calificó como "espíritu puramente electorero".
La primaria de Nueva York dio la oportunidad de mostrar a cada aspirante su manera de ganar partidarios. Hart, por ejemplo, invirtió fuertes sumas de dinero en tiempo de televisión, mientras que Mondale se atuvo al apoyo de líderes del Estado (el gobernador, el alcalde de Nueva York y varios congresistas) y a la labor de los sindicatos.
Con su porvenir político en entredicho Hart gastó cerca de 1.2 millones de dólares mientras que Mondale no llegó a la mitad de esa suma. El hecho de que el éx vicepresidente haya estado tan parco tiene explicación en que por regulaciones federales cada candidato no puede gastar más de 20.2 millones de dólares en total y Mondale ya ha gastado unos 13 millones, quedándole sólo siete millones cuando todavía falta por elegir la mitad de los delegados.
Una mención aparte merece la campaña de Jesse Jackson quien prácticamente sin dinero se ha mantenido en primera línea logrando en Nueva York el 26% de la votación y duplicando en algunos lugares la votación negra en comparación a la elección de 1980. Si bien Jackson se queja de que no es tomado en serio por sus dos rivales, lo cierto es que nunca se le ataca porque el líder negro es tan importante que tanto Hart como Mondale saben que sin su apoyo una candidatura demócrata no sale victoriosa.--
Ricardo Avila, corresponsal de SEMANA en USA.