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La mala hora de Rajoy

La permanencia del presidente del gobierno español quedó en entredicho al conocerse una sentencia por corrupción a varios exdiputados del gobernante Partido Popular (PP). La oposición espera capitalizar el descontento social para sacar a Mariano Rajoy de su cargo.

27 de mayo de 2018

A finales de octubre de 2016, la elección de Mariano Rajoy como presidente de gobierno puso fin al periodo más largo de inestabilidad en la democracia española. Fueron 315 días de lo que los españoles llaman “gobierno en funciones”. Esa interinidad dejó un tufillo abstencionista y hasta rebelde ante la continuidad de Rajoy en el cargo. La Policía tuvo que contener las protestas y 68 de los 85 diputados socialistas se negaron a participar en la votación.

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Pasaron 19 meses y la posibilidad de un escenario similar apareció el viernes, cuando el opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE) presentó una moción de censura contra el gobierno por un fallo judicial que condenó por corrupción a miembros del oficialista Partido Popular (PP). Exdiputados, familiares y empresarios recibieron condenas de entre 15 y 51 años de cárcel por el caso Gürtel, en el que un fondo ilegal ayudó a financiar campañas electorales del PP entre 1999 y 2005. El PSOE alega que la permanencia de Rajoy en el poder afectaría gravemente la credibilidad del gobierno y la dignidad de la democracia española. “El juicio ha degradado una vez más la imagen y la reputación de España ante la Unión Europea y el mundo”, dijo Pedro Sánchez, líder del PSOE.

Rajoy acusó a la oposición socialista de perjudicar la estabilidad de España y aseguró estar decidido a permanecer en el poder hasta el final de su periodo en 2020. “La moción daña la recuperación económica, introduce incertidumbre y va en contra de los intereses de todos los ciudadanos”, afirmó desde el Palacio de la Moncloa.

Una vez registrada en el Congreso, la moción opositora debe presentar tres requisitos para cursar: que la promueva al menos por el 10 por ciento de la Cámara (35 diputados), que incluya un candidato alternativo a la presidencia del gobierno y que quede consignada en un escrito dirigido a la Mesa del Congreso. El documento contra Mariano Rajoy quedó registrado el viernes por la mañana, lo firmaron 84 diputados y Pedro Sánchez es el candidato alternativo. Por eso, se prevé que pasará sin problemas el trámite burocrático. Si el martes la Mesa la aprueba, solo el jueves 31 de mayo comenzaría la discusión sobre el futuro del gobierno y de Rajoy. Y de tener éxito, podría asumir directamente el líder socialista Pedro Sánchez sin necesidad de pasar por las urnas.

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Mientras que los españoles se preguntan sobre las posibilidades de éxito de la moción de censura, analistas consideran que matemáticamente va a ser muy complicado para el PSOE conseguir la mayoría. Sobre todo, por el desacuerdo con los liberales del partido Ciudadanos, quienes ya dejaron claro, por medio de su líder, Albert Rivera, que quieren elecciones y no piensan respaldar la moción. Tras el escándalo de las detenciones, Ciudadanos rompió su alianza con el PP y quiere poner tanta distancia como pueda de un partido corrupto. Ciudadanos quiere que haya elecciones porque las más recientes encuestas los sitúan en primer lugar, cuando hace apenas un año eran la cuarta fuerza política.

Con la moción de censura en curso, los socialistas comienzan a hacer cuentas desde ya para lograr los 176 escaños que les darían una mayoría absoluta. Los opositores más optimistas cuentan los votos del PSOE más los de Podemos, los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos. Por eso, creen que no será difícil lograr esa mayoría dada la creciente presión social por la condena al partido gobernante.

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Hace año y medio la falta de consenso no le permitía a Rajoy comandar el buque español a placer. Hoy, no cabe duda de que recibió un duro golpe por cuenta de esa asociación a temas de corruptela. Él presume, entre sus principales logros, de la recuperación económica. Por eso, la sentencia sobre el caso Gürtel le cayó como un baldado de agua fría. Los jueces tienen pruebas de que el PP se benefició de las actividades delictivas, lo que puso en duda la credibilidad del propio Rajoy, de quien la sentencia dice que dio un “testimonio poco verosímil”. Mal final para un político.