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EL REGRESO DE "SKRIABIN"

Molotov inesperadamente es rehabilitado a los 94 años

13 de agosto de 1984

De Molotov casi nadie se acordaba. Retirado de toda actividad pública desde 1962, cuando fue expulsado del Partido Comunista de la URSS, Vyacheslav Molotov, era para muchos una extinta figura más del santoral soviético. Sin embargo, su nombre volvió a aparecer la semana pasada cuando se supo, por una nota del periódico del Partido Comunista Italiano, L'Unita--las agencias noticiosas de la URSS no dijeron nada--, que el famoso canciller soviético de los años 1939 a 1941 había sido readmitido en el PCUS. Aparentemente, el actual secretario general de ese partido Konstantin Chernenko, había tomado esa decisión desde el 9 de marzo pasado, para homenajear al anciano, quien cumplía en esa fecha sus primeros 94 años.
¿Qué significa esta rehabilitación? Para unos se trata simplemente de un gesto amistoso del Kremlin para con un viejo bolchevique que vive sus últimos años. Otros, en cambio, no creen que la de Chernenko haya sido una decisión inocente. Molotov fue uno de los más cercanos colaboradores de Stalin en los turbulentos años en que la URSS maniobraba diplomáticamente para no quedar aislada de Europa en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Su readmisión reflejaría pues, para estos últimos, tanto un renacimiento de los lineamientos stalinistas en las cúspides de la URSS, como un aviso de que los soviéticos se preparan como hiciera Stalin ante la Alemania de Hitler, para encarar con mano dura los desafíos militares y diplomáticos que le plantea la administración norteamericana de Ronald Reagan.
Molotov, conocido como "Skriabin" cuando peleaba clandestinamente contra el régimen zarista en el partido Bolchevique, encarnó más tarde el tipo de funcionario que Stalin prefería.
Cuentan que en 1949 una purga antisemita ordenada por el Kremlin, mandó al exilio interior, entre muchos otros, a Polina Zhemchuzhina, la esposa de Molotov. Este no protestó siquiera por "respeto a la disciplina del partido". Diez años antes, el pragmatismo de Stalin lo había, en cambio, beneficiado. En mayo de 1939 el implacable jefe de la URSS abrigaba esperanzas de llegar a un acuerdo con Hitler que le evitara a la URSS ser atacada por Alemania.
Para facilitar sus negociaciones con los nazis, Stalin cambió a su canciller Maxim Litvinov, hombre de origen judío y mentalidad occidental que había logrado en 1933 el reconocimiento del régimen soviético por Estados Unidos, por Molotov. Este tenía dos ventajas sobre su antecesor: era un obstinado defensor de la voluntad de Stalin y en su calidad de "ario" sería más del gusto de los alemanes. El controvertido pacto de no agresión entre la URSS y el III Reich que salió de esas gestiones, dos años después eran letra muerta para Hitler quien terminó invadiendo a la Unión Soviética. Pero ya para ese entonces Molotov había forjado alianzas con Estados Unidos e Inglaterra.
El reinado de Molotov terminó en 1957, cuando el viejo stalinista perdió una lucha por el poder con Nikita Khrushev, quien en 1956, tras la muerte de Stalin, había emprendido un proceso de desestalinización. En el XX Congreso del PCUS, Khrushev, en su famoso informe secreto, repudió los métodos de terror de Stalin y denunció el "culto a la personalidad". Doce meses después eran purgados Molotov, Kaganovich, Makenkov, Voroshilov, Bulganin, Perjuvin, Saburov y Shepilov, bajo la acusación de que integraban un "grupo antipartido".
El apellido Molotov se hizo muy popular en el mundo durante la Segunda Guerra Mundial por un hecho aparentemente trivial: Molotov ordenó en su país la producción en masa de botellas que, llenas de gasolina, vendrían a convertirse en eficientes proyectiles contra los tanques nazis.
Hombre duro por excelencia, que no conoció la palabra rehabilitación, Molotov participó activamente en las sangrientas purgas que acabaron con los colaboradores de Lenin en los años 30. Ahora, tras 27 años de muerte civil, "Skriabin" viene a saboreal su propia rehabilitación que estuvo por demás acompañada de un telefonazo personal del líder supremo del Kremlin, Konstantin Chernenko. Cómo cambian los tiempos. -