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"El rey Juan Carlos es un cazador empedernido"

El gusto por hacer uso del gatillo ha causado grandes problemas a Don Juan Carlos de Borbón. El profesor de filosofía Jesús Mosterín, articulista de El País, hace un recuento de los incidentes en los que una disculpa no puede ser suficiente.

19 de abril de 2012

"Don Juan Carlos mató accidentalmente a su hermano Alfonso de Borbón de un disparo con un revólver calibre 22, el 29 de marzo de 1956, cuando ambos cursaban el bachillerato en España… 56 años después, tontear con las armas de fuego le sigue causando problemas al rey y a la monarquía española".

Así comienza el recuento de incidentes vinculados con la afición del rey de España por usar armas de fuego, en un artículo de opinión del filósofo Jesús Mosterín publicado esta semana en El País.

Los hechos que narra el articulista sostienen muy bien su precisión: "Juan Carlos es un cazador empedernido que dedica mucho tiempo, dinero y energías a la caza mayor".
 
Lo más reciente ha sido el escándalo desatado por la noticia de que el rey abatió un elefante de Botsuana, en un safari que supuestamente realizó por invitación del empresario saudí Mohamed Eyad Kayali, residente desde hace años en España, según asevera el periódico El Mundo.

Después de un accidente que sufrió en medio del viaje, el monarca tuvo que someterse a una operación de emergencia de la cadera, al ser diagnosticado con una triple fractura. La intervención quirúrgica fue exitosa y el paciente decidió contrarrestar los cuestionamientos hechos por la opinión pública pidiendo disculpas: "Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir", dijo a su salida del hospital.

El bochorno no sólo se vincula a la práctica de la cacería de elefantes en África, donde está prohibida la actividad desde hace 10 años –según explica el articulista- sino también por la erogación de una suma astronómica de dinero para acudir al encuentro con los mastodontes, en medio de la crisis económica que afecta a España.

"Don Juan Carlos ha cazado repetidamente en África todo tipo de animales que nadie debería cazar, desde leopardos y búfalos hasta elefantes. La pasión matarife del rey no se limita al continente africano. En 2004, por ejemplo, pagó 7.000 euros para matar en Polonia uno de los últimos bisontes vivos que quedan en Europa", especifica el escrito.

El profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España también cuenta que en octubre de ese mismo año, la agencia Abies Hunting le organizó un viaje privado al rey de España para matar osos en los Cárpatos. El aficionado de la caza se hospedó en el antiguo chalé del dictador Ceausescu, y se dio el gustazo de abatir a tiros a cinco osos y otros animales protegidos. El escándalo estalló en la prensa rumana y rápidamente fue difundido a través de Internet.

La prensa también divulgó, en 2006, el asesinato de un oso de nombre Mitrofán, en Rusia, que supuestamente fue emborrachado con miel y vodka y puesto delante de don Juan Carlos para que lo disparase. En esa oportunidad el diario moscovita Kommersant publicó la carta del técnico responsable de la caza en la provincia rusa de Vólogda, dando fe de la denuncia. "La noticia de que el rey de España había ido hasta Rusia en avión especial a matar a un oso drogado enseguida dio la vuelta al mundo".

Sin vigencia
 
El artículo de opinión destaca que "aunque la caza tenía sentido durante el Paleolítico, lo perdió por completo tras la revolución del Neolítico, que tuvo lugar hace unos diez mil años. A partir de entonces, ya no se caza en defensa propia ni para comer, sino por aburrimiento, mala leche y exceso de testosterona".

Ante tales señalamientos, la Casa Real ha respondido informalmente que el rey mata elefantes porque "le da su real gana" y que no tiene que dar explicaciones a nadie sobre sus cacerías, pues forman parte de su vida privada, en la que nadie tiene derecho a inmiscuirse. Esto, a pesar de que las prácticas antiecológicas del rey afectan la economía de su país y la moral de su gente. "La época en que la real gana bastaría para justificarlas ha pasado ya", concluye el autor.
 
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