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Tawakkol Karman, nobel de paz, sostiene la foto del periodista Jamal Khashoggi durante una protesta por su libertad. | Foto: AFP / Okan Kose

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El supuesto asesinato de un periodista que tiene contra las cuerdas a Arabia Saudita

Jamal Khashoggi, crítico del príncipe saudí en sus columnas del Washington Post, entró al consulado de su país en Estambul el pasado 2 de octubre para obtener un documento oficial para su próxima boda. Estando allí, según sus familiares y amigos, habría sido asesinado y su cuerpo desmembrado por funcionarios saudís. Trump aseguró que si Arabia es responsable habrá un castigo severo.

13 de octubre de 2018

El rastro del periodista Jamal Khashoggi se perdió el pasado 2 de octubre, luego de que entró al consulado de su país en Estambul. El árabe llegó al lugar para realizar los trámites burocráticos para casarse con su novia, ciudadana turca. Pero luego de su entrada, filmada por las cámaras del barrio, nunca salió. Han surgido cientos de hipótesis sobre el hecho y sobre su presunto asesinato, y el principal sospechoso es el príncipe saudí, Mohamed Bin Salam, a quien el periodista criticó constantemente en sus columnas de The Washington Post.

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Las dos hipótesis más difundidas son igualmente abrumadoras. El gobierno Turco aseguró este viernes que tiene videos de cómo lo asesinaron en el mismo consulado. Según algunas fuentes locales, agentes saudíes habrían asesinado y desmembrado al periodista para sacar su cuerpo por partes en carros diplomáticos. Turan Kislakci, presidente de la Asociación de la Prensa Turco-Árabe y amigo de la víctima, aseguró que un equipo de 15 agentes de la inteligencia saudí llegó el 2 de octubre a Estambul, secuestró al periodista en el consulado, y lo subió a un jet privado que salió ese mismo día hacia Arabia Saudí. Entre los agentes estarían, según él, dos miembros de la guardia personal del príncipe Bin Salmán.

El asesinato generó una crisis internacional sin precedentes para el gobierno saudí. Su imagen ante el mundo está en su peor momento. El gobierno turco no ha difundido las imágenes y los videos que dice tener del asesinato, porque eso significa aceptar que espía a diplomáticos extranjeros, una práctica vetada por Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas. Pero Kemal Öztürk, un periodista cercano al presidente turco Recep Tayyip Erdogan, aseguró que aunque “el consulado saudí dice que no tiene grabaciones, nosotros tenemos nuestras propias cámaras. Según se sabe, también hay un vídeo sobre el momento del asesinato de Jamal Khashoggi”.

Preguntado sobre el tema, el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó con un castigo severo a Arabia Saudita si se demuestra que está detrás de la desaparición. Arabia Saudita, por su parte, respondió que no acepta amenazas y que responderá a cualquier medida con una mayor.

"El Reino afirma que rechaza íntegramente cualquier amenaza o intento de debilitarlo, a través de amenazas de sanciones económicas o mediante presiones políticas", declaró un responsable bajo anonimato, citado por la agencia oficial SPA. Recordó además que Arabia "desempeña un vital y efectivo rol en la economía mundial".

Turquía también acusó a Arabia de no cooperar en las investigaciones. El canciller turco, Mevlut Cavusoglu, dijo que Arabia todavía no ha cooperado en la investigación sobre la desaparición del periodista en el consulado saudita en Estambul y exige a Riad que deje acceder a los investigadores turcos al edificio.

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Desde el gobierno saudí aseguran que Khashoggi salió a pie del consulado, pero que, casualmente, las cámaras de seguridad no grabaron el momento exacto en el que terminó sus trámites. “Son acusaciones muy graves y Arabia Saudí tiene que dar pruebas convincentes si, como dice, Jamal salió por su propio pie del consulado. La pelota está en el lado de los saudíes”, aseguró un miembro del gobierno turco.

La prometida del periodista, Hatice Cengiz, juró el jueves ante cámaras que su esposo no salió del consulado. De hecho, contó a periodistas que antes de entrar al consulado, Khashoggi le dio dos celulares para que pidiera ayuda en caso de que desapareciera. Todo parece indicar que sus investigaciones eran incómodas para alguien muy poderoso. Y, por su prontuario y sus columnas recientes en The Washington Post, el príncipe saudí, Mohamed Bin Salam, se perfila como el principal sospechoso.