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EN PIE DE GUERRA

Funcionarios de la Casa Blanca admiten que los Estados Unidos están involucrados en una guerra contra el gobierno sandinista.

20 de diciembre de 1982

Una operación militar contra Nicaragua que sus organizadores pretendían mantener oculta, al menos hasta el comienzo de su puesta en marcha en diciembre, ha sido revelada súbitamente por funcionarios de Washington y por varios medios noticiosos norteamericanos. Según las revelaciones, se trataría de una serie de esfuerzos bélicos que la administración Reagan estaría adelantando en los últimos meses, en combinación con el gobierno hondureño de Roberto Suazo Córdova contra el gobierno sandinista. Si bien las autoridades de Managua habían venido denunciando ataques fronterizos de tropas hondureñas e irregulares somocistas protegidos por Honduras, las autoridades norteamericanas y hondureñas habían negado categóricamente los hechos.
En la actualidad, integrantes de la administración Reagan han admitido abiertamente que tales actividades sí se están desarrollando. Dichas revelaciones salieron a la luz pública el 2 de noviembre, cuando altos funcionarios de esa administración dijeron al diario "New York Times", que Washington está organizando y financiando a diario operativos guerrilleros en zonas agrarias del norte de Nicaragua. Según tales funcionarios, la CIA estaría suministrando dinero, armas y entrenamiento a grupos somocistas que operan en campos militares al sur de Honduras.
En las revelaciones para ese diario, que han conmocionado a la opinión norteamericana, se ha precisado que cada paso de esa guerra es decidido en Washington, aunque las operaciones cotidianas de la misma son dirigidas desde la embajada norteamericana en Honduras por el embajador John Negroponte.
Seis días después de dichas aseveraciones, la revista "Newsweek" confirmaba esos hechos en un informe especial que se anunciaba en portada bajo el siguiente titular: "La guerra secreta norteamericana-el blanco: Nicaragua". El documento, (ver sección medios) ampliamente comentado en la prensa internacional, revela entre otras cosas, cuatro puntos centrales:
-La campaña norteamericana encubierta contra la revolución sandinista habría comenzado en 1978 bajo la administración Carter y se ha ido escalando desde esa época.
-Agentes de la CIA y consejeros militares norteamericanos entrenan ahora a terroristas exiliados nicaraguenses en Honduras, reparan sus equipos, planean sus operativos y participan, en muchos casos, de sus misiones dentro de Nicaragua.
-La campaña en su conjunto es dirigida desde Tegucigalpa por Negroponte, a quien los somocistas llaman "El patrón", por ser él quien emite las órdenes, de acuerdo con el alto mando del ejército hondureño.
-Nuevo armamento y equipo militar habría sido enviado por el Pentágono a las fuerzas armadas hondureñas como parte de un plan de ayuda militar, que permitiría que las viejas armas del ejército hondureño pasen a los somocistas.

"SIN REMORDIMIENTO DE CONCIENCIA"
Si bien los funcionarios que declararon ante el "New York Times" enfatizaron que no era cierto que con tales acciones Washington intentara derrocar al gobierno sandinista, una fuente de "Newsweek", "muy bien ubicada en la administración", contradijo lo anterior, al señalar que el Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Interamericanos, Thomas Enders, en repetidas ocasiones se refiere a la necesidad de "acabar con los sandinistas". Enders y el ex-secretario de Estado, Alexander Haig, según la fuente oficial, fueron quienes enviaron a Negroponte a Honduras con la misión de "realizar la operación sin ningún remordimiento de conciencia".
Por otra parte, los primeros indicativos de que los hostigamientos fronterizos sólo serían parte de los preparativos para una invasión a finales de este año a Nicaragua, fueron incluso dados a conocer antes de las revelaciones de las dos publicaciones citadas, por dos diarios norteamericanos: el "Miami Herald" del 24 de octubre, y el "Wall Street Journal" del 28 de septiembre. Pero quien le dio una dimensión realmente internacional a tal noticia fue Gabriel García Márquez quien, al ser entrevistado en México con motivo del Premio Nobel de Literatura, dijo que tenía "información de que los Estados Unidos preparan una invasión a Nicaragua a través de Honduras".
Pocos días después en París, el ministro de Relaciones Exteriores francés, Claude Cheysson, confirmó al líder sandinista Carlos Núñez quien lo visitaba que su gobierno continuaría apoyando económica y políticamente a Nicaragua, un días después de que el diario parisino "Le Matin" publicara un amplio informe de su corresponsal en Honduras confirmando los cargos de "Newsweek".
En la misma fecha, el gobierno de Managua declaraba zona de emergencia militar la región norte del país, dando al ejército sandinista autorización para emplear cualquier recurso que sea necesario para defender a la población de los diarios ataques fronterizos. Según Lenín Cerna, jefe de la Seguridad Estatal nicaraguense, entre agosto y octubre de este año, "comandos contrarrevolucionarios" ubicados en la frontera sur de Honduras, han violado el espacio nicaraguense 58 veces, atacado puestos fronterizos 37 veces, conducido cinco emboscadas contra el Ejército Popular Sandinista, atacado tres pueblos y realizado 33 incursiones o infiltraciones en territorio nicaraguense. Cerna añadió que tales ataques habían ocasionado la muerte a 37 soldados sandinistas y heridas a otros 38. Por otra parte, 47 campesinos nicaraguenses han sido secuestrados y trasladados a territorio hondureño por tales bandas, cuando se dedicaban a recoger café en el departamento norteño de Nueva Segovia.

¿UN NUEVO VIETNAM?
Nicaragua ha reclamado insistentemente a Honduras la necesidad de iniciar conversaciones bilaterales y ha llamado la atención al canciller hondureño, Edgardo Paz Barnica, por mantener "una actitud incomprensible al negarse a que se discutan tales relaciones". Al mismo tiempo, el gobierno nicaraguense se prepara para lo peor: la posibilidad de una guerra global que a su juicio convertiría a Centroamérica en un nuevo Vietnam "cuya responsabilidad pesa totalmente sobre la administración norteamericana de Ronald Reagan".
Además de los preparativos de defensa, los sandinistas han desatado también una ofensiva diplomática que está dándoles éxitos. Así, contrariamente al deseo de Estados Unidos, Venezuela se unió a México para hacer una propuesta regional de paz. A su vez, la propia decisión del presidente del Perú, Fernando Belaúnde Terry de aplazar su viaje a Washington ante el peligro de que él mismo se viera como "un apoyo decidido a la política norteamericana en Centroamérica", constituye parte de ese progreso de la diplomacia nicaraguense, sin contar la elección de este país al Consejo de Seguridad de la ONU.

COLOMBIA SE ALINEA
Para Colombia, el signo de los tiempos parece ser el de que su política exterior logra en los diversos foros internacionales mayor acogida, una vez revisada aquella orientación que la aislara de la región durante la crisis del Atlántico Sur. Una ilustración de esto la constituye el nombramiento del canciller colombiano, Rodrigo Lloreda Caicedo como presidente de la Asamblea Géneral de la Organización de Estados Americanos (OEA), el 15 de noviembre con lo que Colombia se anota un nuévo triunfo en el campo diplomático.
La paradójica situación actual va hasta el punto que el canciller colombiano es elegido, no con el apoyo norteamericano, como era de esperarse, sino compitiendo con el canciller hondureño Edgardo Paz Barnica, que ellos postularon para ese cargo, y con el respaldo -bastante decisivo, al parecer- de la misma Nicaragua, con quien las relaciones desde hace meses se hallaban de capa caída, tras sus reclamos sobre San Andrés y Providencia. Ahora ellos no solo han acallado esa demanda sino que Lloreda mismo ha tenido que admitir que las relaciones con Nicaragua "siguen mejorando".
Triunfo para Colombia, pero éxito también de la diplomacia sandinista que está exhibiendo una gran capacidad de maniobra en organismos internacionales como la OEA y la ONU. En esta oportunidad lograron no solo congraciarse con el gobierno de Betancur, sino impedir que ocupara la presidencia de la Asamblea General el canciller hondureño, quien ha sido acusado por ellos de "negarse a discutir" los problemas de los dos países y llegar a un acuerdo que impida una guerra entre las dos naciones.