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Escudo antimisiles: el laberinto de Obama

Sería difícil crear una historia que reúna más asuntos estratégicos y políticos que la del cambio de postura de la administración de Barack Obama sobre el despliegue de un escudo antimisiles en Europa del Este.

Alianza BBC
Kevin Connolly, BBC Mundo
19 de septiembre de 2009

Por un lado, la decisión de la Casa Blanca está relacionada con la evaluación de Washington de las capacidades militares de Irán. Existe la asunción de que la capacidad de Teherán para instalar ojivas en misiles de largo alcance no es un peligro inminente.

También se está enviando una señal a los habitantes de Europa Central acerca de cómo el presidente de EE.UU. se propone manejar el orden de la post Guerra Fría en esas latitudes durante los próximos años.

Además, plantea interrogantes acerca del publicitado deseo del gobierno de Obama de plantear un nuevo comienzo en las relaciones de su país con Rusia.

Flexibilidad rusa
En los últimos años, los planes estadounidenses de instalar misiles en Polonia y el cortejo de Washington a nuevos aliados como Estonia, Georgia o Ucrania dejaron a los rusos sintiéndose humillados, rodeados y molestos.

¿Harán los cambios en esa supuesta amenaza que los rusos flexibilicen su posición sobre las posibles sanciones de Naciones Unidas dirigidas a las ambiciones nucleares iraníes?
¿O se corre el riesgo de crear la impresión entre los votantes estadounidenses de que Obama se amilana ante las bravatas rusas?

Cuando el ex presidente George W. Bush propuso poner sistemas avanzados de radares en la República Checa y un interceptor de misiles en Polonia, se dijo que los países que hasta hacía poco tiempo habían sido satélites de la Unión Soviética estaban siendo acogidos por entero en Occidente.

Esa promesa se extendió no sólo a los viejos estados satélite como Polonia, sino también a las Repúblicas Bálticas, las cuales habían sido parte de la misma Unión Soviética.

La administración de Obama trabaja para dar a conocer en los próximos meses su política estratégica, y seguramente habrá en algunas partes de Europa del Este la sensación de que la Casa Blanca va a buscar un equilibrio distinto entre la necesidad de abrazar a todos esos nuevos aliados y de no alienar a Rusia.

La manera en que se manejó el anunció del cambio de énfasis sobre el futuro de la defensa antimisiles estadounidense fue un habilidoso acto de confusión de temas.

Las declaraciones vinieron primero del presidente Obama y luego de su secretario de Defensa, Robert Gates, con muy poco tiempo entre ambas. El tono de los dos fue simple.
 
No se trataba de dejar plantados a los nuevos aliados o de doblegarse ante los rusos, ni siquiera de retroceder en la idea de desarrollar la capacidad de proteger a EE.UU. y sus aliados derribando misiles enemigos.

De lo que se trata es de mejorar los sensores y la tecnología antimisiles declarando obsoletos los viejos planes de poner un radar de posición fija en la República Checa y baterías fijas antimisiles en Polonia.

Las nuevas capacidades, se aseguró, serán más flexibles y más avanzadas en tecnología.
"Realidad malinterpretada"

Gates podría ser un aliado útil para el presidente Obama en estos difíciles momentos.
Hubo incluso hubo lugar para el idealismo: la esperanza de que Rusia podría un día ser persuadida de cooperar en la creación de algún tipo de defensa.

Y hubo un recordatorio de que EE.UU. iba a continuar hablando con sus aliados acerca de su nivel de preparación para albergar interceptores de nueva generación en el futuro.
Gates, por supuesto, es un aliado útil para el presidente Obama en estos difíciles momentos.

Él fue un miembro destacado del gobierno de George W. Bush y, como tal, encabezó alguna vez el plan checo-polaco que ahora se ha abandonado.

¿Quién mejor para defender que este cambio de planes está basado estrictamente en consideraciones militares y científicas, más que en conveniencia diplomática?

Como aseguró el secretario de Defensa: "Aquellos que dicen que estamos desechando el escudo de defensa antimisiles, o están desinformados o están malinterpretando la realidad".

Gates incluso dijo que ya se estaban poniendo en marcha conversaciones que podrían dar como resultado que Polonia y la República Checa alberguen la nueva generación de misiles. De manera conveniente, sin embargo, eso se realizaría mucho más adelante, quizá alrededor de 2015.

Dudas

Los primeros signos de que no todos estuvieron convencidos de las habilidades del gobierno para trasimitir su mensaje no tardaron en llegar.

El senador republicano John McCain calificó la decisión de "seriamente equivocada" y dijo que tenía "el potencial de socavar la percepción del liderazgo estadounidense en Europa del Este".

Pasará un tiempo antes de que sea posible saber exactamente cómo evaluar la nueva postura de Washington sobre la defensa antimisiles.

El juicio se formará con base, en parte, a los detalles de cualquier nuevo plan que sea hecho público.

¿Dónde y cuándo se desplegarán los nuevos sensores y las baterías de intercepción y cuáles serán exactamente sus capacidades? ¿De verdad van a terminar ubicándolos en Europa del Este?

¿Cómo responderá Rusia al anuncio de Estados Unidos? Moscú ya dijo que no ve necesidad de hacer concesiones, pero ¿habrá algún tipo de pacto oculto sobre un tratamiento más duro de las ambiciones nucleares de Irán en la ONU?

No faltan cabos sueltos en el anuncio estadounidense. Resolver todas las dudas que plantea llevará su tiempo.