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FINAL DE UN CORTO REINADO

No se espera que los sucesores de Andropov tracen nuevos rumbos a la URSS.

12 de marzo de 1984

Con el tiempo, la prensa occidental ha desarrollado reflejos especiales para detectar las novedades en el hermético liderato soviético. La anulación de un viaje al exterior de un alto funcionario, una caravana de autos oficiales a horas no acostumbradas, o el simple cambio en el tipo de música en las emisoras de Moscú, pueden ser el signo de que un líder del Kremlin pudo haber muerto.
En el caso de la desaparición de Yuri Andropov, la primera señal fue el inesperado regreso desde Estocolmo de Igor Andropov, hijo del líder soviético y la cancelación de un viaje a la India del mariscal Dimitri Ustinov, ministro de Defensa. También se cumplió el ritual de la música solemne, pero cuando ésta cambió ya todo el mundo sabía que algo grave había sucedido.
Dada su desaparición de la escena pública desde el 18 de agosto pasado, cuando por última vez fue visto en una reunión con una delegación de senadores norteamericanos, el anuncio oficial, producido 22 horas después del hecho, vino a confirmar no sólo el deceso de Andropov sino algo que muchos dudaban: que él estuvo vivo hasta el 9 de febrero último.
Pese al caracter casi interino del mandato de Andropov, éste alcanzó a dejar una huella en la administración soviética. Fueron conocidos sus insistentes llamados para incrementar los recursos del Estado y la producción del país, asi como contra la corrupción. Si para Occidente, Andropov pudo haber sido culpable de mantener a su país en la carrera armamentista, para los soviéticos su actitud ante los problemas de la defensa no fue otra cosa que una posición enérgica contra los deseos de Washington de lograr una superioridad militar sobre la URSS. Esto fue bastante claro a la luz de la polémica casi personal que Andropov sostuvo públicamente contra Reagan sobre la propuesta norteamericana de reducción de armas nucleares conocida bajo el nombre de "Opción Cero", ardientemente rechazada por Andropov por ser, para él, un plan de desarme unilateral de la URSS. De otro lado, Andropov se esforzó -no con mucho éxito- por lograr un mejoramiento de las relaciones con el partido y el Estado chino.
Sin embargo, el aura de figura "liberal" con que lo pintó la prensa Occidental al comienzo de su mandato, a raíz de sus declaraciones en favor del pluralismo ideológico, no alcanzaron a tener mayor confirmación en los hechos, quizás debido a la corta duración de su gestión efectiva. Andropov, no obstante no dejó caer su fama de ser uno de los más informados y sofisticados líderes rusos desde Lenin. Entre sus seguidores, internacionales, su artículo de febrero de 1983 con ocasión de los 100 años de la muerte de Marx, es famoso pues en él, Andropov se atrevió a criticar el papel negativo que ha tenido en el desarrollo tecnico material de la URSS nada menos que las "formas y métodos de la dirección" soviética, cosa que nadie había hecho antes que él, con la única excepción de Lenin.

CARACTER FRIO
Fueron altos diplomáticos occidentales los que acuñaron la imagen de Andropov como un hombre con mentalidad de computadora y altas dosis de humor negro. El canciller francés, quien se reunió con él en Moscú, llegó a describirlo como alguien "extraordinariamente desprovisto de la pasión y calor humanos" tan común a los rusos.
Nadie sabrá si este carácter frío contribuyó o no en su ascenso político, caracterizado por su notable rapidez. Andropov, en todo caso, logró en sólo siete meses acumular en su persona los cargos de secretario general del Partido Comunista, jefe del Consejo de Defensa, y Presidente de la URSS, cargos que su antecesor, Leonid Brezhnev, sólo reunió después de 13 años de esfuerzos.
Aún después de haber desaparecido de la escena pública, Andropov siguió ejerciendo el poder con mano firme, pese a estar notablemente enfermo. Según sus facultativos el líder soviético, desde febrero de 1983, sufrió el cese total de funciones de los riñones, siendo sometido a tratamiento de "riñón artifical", lo que inicialmente le aseguró un estado satisfactorio. Pero además de esa dolencia, Andropov venía padeciendo de nefritis interstical, nefroesclerosis, hipertensión secundaria y diabetes. A fines de enero pasado su estado empeoró llevándolo a la muerte el 9 de febrero.

¿QUIEN LO SUCEDERA?
Las acostumbradas cábalas acerca de la sucesión en el Kremlin que hace Occidente en estos casos, en estos días tiene un halo de certeza como en pocas épocas anteriores. Según éstas las cosas lucen así:
MIKHAIL GORBACHEV. El más opcionado, con sólo 52 años -bastante joven para el promedio de edad en el Politburó-, ministro de Agricultura de quien se dice era el favorito de Andropov para su sucesión. Se rumora que desde diciembre pasado pudo haber sido escogido. Tiene fama de persona no dogmática, habla un buen inglés, ha viajado por fuera de la URSS (Portugal y Canadá) y es ducho en comercio exterior.

GRIGORY ROMANOV. Es el hombre que viene de la sofisticada Leningrado, donde hizo su carrera política. Tiene 60 años y es amante de la buena vida. Los observadores atribuyen sus posibilidades de ascenso a la cúspide del poder al hecho de que fue el encargado de hacer el principal discurso en la pasada celebración del aniversario de la Revolución Rusa. Se cree que cuenta con el apoyo de los militares. Tiene dos deventajas: sus conocimientos son escasos en política exterior y nunca ha viajado a Occidente. Su apellido -el mismo de la dinastía derribada por la Revolución- ya no sería un elemento en consideración.

GUEIDAR ALIEVICH ALIEV. Fue uno de los protegidos tanto de Brezhnev como de Andropov. Tiene 60 años. Militante del PCUS desde 1945. Graduado en historia. Trabajó en la KGB. Miembro del Politburó desde 1982. Su nombre significativamente figura en el segundo lugar de la lista de los dirigentes, encabezados por Konstantin Chernenko, encargados de organizar el sepelio de Andropov. Originario de Azerbaiján, podría ser un candidato de transacción entre los varios sectores del Politburó, en cuyo caso sería el segundo dirigente, después de Stalin, que no es de origen eslavo. Ha adelantado campañas contra la corrupción. En una de ellas llegó a disfrazarse de chofer de camión para descubrir delincuentes. De no ser elegido podría ser el sucesor de Nikolai Tikhnov, el actual premier.
KONSTANTIN CHERNENKO. Era el favorito de Brezhnev para sucederlo. Hoy también es opcionado pero una desventaja es su edad (72) y su previa rivalidad con Andropov. Sin embargo, puede ser elegido como sucesor del líder fallecido, aunque transitoriamente, por un año nada más, luego de lo cual la nueva elección recaería sobre un hombre "joven". Si Chernenko asciende temporalmente se repetiría el caso de George Malenkov quien estuvo sólo un año de primer ministro, luego de lo cual fue desplazado por Nikita Krushev en febrero de 1955.
Otros nombres mencionados pero con menos posibilidades son: Viktor Grishin, de 69, quinto en la lista para el sepelio de Andropov. Por su edad podría ser sólo otro mandatario de transición. Vitaly Vorotnikov, desestimado para el cargo por su escasa edad, 57. También podría ser sucesor de Tikhonov.
Dos figuras más completan la lista de nominables, producto más de su alta dignidad y experiencia que por otra cosa: el ministro de Relaciones Exteriores Andrei Gromyko y Dimitri Ustinov, ministro de Defensa. Una solución factible es que el nuevo poder sea repartido inicialmente entre una figura joven y uno de estos dos veteranos líderes. Que se dé, por ejemplo, la presidencia del país a uno de los últimos y la secretaría general del partido a alguien de los más nominados.

REAGAN NO VIAJO
En Washington, la cuestión de si el Presidente Reagan asistía o no a los funerales del líder soviético motivó una micro discusión política de alto nivel. Se rumora que Reagan mismo era partidario de asistir siempre y cuando hubiera, al momento del sepelio, ya un sucesor de Andropov. A nadie se escapa el inmenso simbolismo que tendría para la paz mundial tal visita a Moscú del jefe de la Casa Blanca en estos momentos caracterizados por la inmensa tensión entre USA y la URSS.
Terciaron en ese debate los ex funcionarios Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski. Ambos se opusieron al viaje de Reagan. Kissinger llegó incluso a declarar que a pocos meses del incidente del avión surcoreano tal cortesía no tenía sentido. Sin embargo, los candidatos demócratas Walter Mondale, John Glenn y Ernest Hollings sí estuvieron a favor de la presencia del Presidente en Moscú. Finalmente prevaleció el bando de Kissinger. La Casa Blanca expresó sus condolencias y decidió que quien viajaría sería el vicepresidente Busch ya que el Presidente no podía aplazar una reunión con los mandatarios de Jordania y Egipto.
Contrario a lo que muchos piensan en Occidente, la transición hacia un nuevo liderazgo en la URSS será tan indoloro, o menos que cuando murió Brezhnev. La estabilidad del actual régimen soviético, que ha convertido en antigualla los sobresaltos de la era Stalin, quedó demostrada durante el período de 15 meses de Andropov, en el cual ningún traumatismo importante en los estamentos de poder se evidenció. Las declaraciones tanto del Comité Central del PCUS, como del ministerio de Defensa soviético, pocas horas después del fallecimiento del Presidente de la URSS, reforzaron esta certidumbre.