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HABLA EL KHOMEINI DE INDIA

23 de julio de 1984

Poco antes del asalto de las tropas hindúes al Templo Dorado en Amritsar, el pasado 6 de junio, y de la expulsión de periodistas de esa ciudad por el gobierno de Nueva Delhi, J. Gerard Bosio, un historiador y consejero de mandatarios extranjeros, pudo entrevistar en exclusiva al líder del partido Akali Dal, el ala moderada del movimiento sikh. Longowal, junto con Sant Jarnail Singh Bhindranwale, jefe del ala radical, han dirigido las revueltas autonomistas en Punjab. (Ver. SEMANA N° 111, del 19-25 de junio). Después de esta entrevista ocurrió e asalto en el que murieroni 306 sikhs --entre ellos Bhindranwale-- y 48 soldados. Longowal fue capturado y transferido a una cárcel. La entrevista fue realizada dentro del Templo Dorado, refugio de Longowal y sus seguidores, antes de la batalla mencionada.
GERARD BOSIO: Señor Presidente, ¿considera usted que India es una nación? ¿Los sikhs que lo siguen a usted buscan la independencia de Punjab? ¿Hasta dónde usted irá con esto?
SANT HARCHAND SINGH LONCOWAL: Los sikhs están en India. Ellos no desean un estado separado de India ni la independencia. Quieren vivir en India pero como ciudadanos con plenos derechos.
G.B.: Su señoría, su planteo se centra sobre lo del artículo 25 de la Constitución hindú. ¿El precio para la resolución de su queja debe ser pagado con sangre, asesinatos y disturbios?
S.H.L.: No somos provocadores; hemos sido provocados a la revuelta, pues la constitución de la mayoría hindú no nos reconoce como sikhs. El nombre de nuestra comunidad religiosa no ha sido incluído en la lista de las comunidades religiosas de la India. ¿Por qué los hindúes y no nosotros? ¿Por qué los budistas y no nosotros? Este rechazo es una forma de agresión contra nosotros.
G.B: Sus detractores dicen que sus demandas por reformas políticas, económicas y sociales ya están aseguradas por la gran autonomía de los estados de la India y que sus acciones tienen sólo como meta desestabilizar el Estado hindú.
S.H.L.: En cuanto a lo económico, querernos nuestro Estado para controlar la totalidad de las fuentes de agua. Nuestra energía y estilo de vida vienen del agua y queremos ser los dueños de nuestros ríos. No queremos que ellos sean usados por otros Estados. (Punjab es el granero de la India, y el mayor productor de granos del país. En 1984 la cosecha fue de 10 millones de toneladas, 3 veces más de lo necesario para el uso en Punjab).
G.B.: Senor Presidente ¿cuál es la naturaleza de sus demandas políticas? ¿Qué tipo de poder usted busca para el partido Akali Dal?
S.H.L.: Deseamos que todos los departamentos y ministerios que tienen que ver con la vida de Punjab estén en manos sikhs. Las autoridades centrales se harían cargo de la defensa, comunicaciones y asuntos exteriores. Los demás poderes deberán ser dejados a los Estados individuales. No queremos un gobierno centralista.
G.B.: ¿Cuáles serán las consecuencias si estas exigencias son rechazadas por el gobierno de la señora Gandhi?
S.H.L.: Ya se verán. Le prometo que en ese caso habrá muchos problemas. Gandhi vendrá hacia nosotros ella ya organizó unas comisiones. Nuestras demandas pueden ser acogidas, como lo han sido en otros países como la URSS y los Estados Unidos. Si yo estuviera a la cabeza del gobierno le diría que esas reformas son fáciles de instituir. La Constitución la permite. Le puedo decir que India estará mucho mejor si se hacen esas reformas.
G.B.: ¿Qué piensa usted del marxismo, del comunismo?
S.H.L.: Nosotros preferimos nuestra propia filosofía, nuestro propio pensamiento. Creemos en Dios, Dios no existe en el comunismo. Creemos en la libertad del ciudadano, en la libre empresa, en la propiedad y el trabajo. Los sikhs, nuestro partido Akali Dal está abierto a todos, en el espíritu de nuestro texto sagrado, de nuestro sagrado gurú, Gur Nanak.
G.B.: ¿Pero esos disturbios, esas bombas, esos asesinatos?
S.H.L.: Eso no es conmigo. No soy un extremista, ni un terrorista Queremos sí igualdad con los hindúes así como con los musulmanes, lucharemos hasta el fin para obtener satisfacción.
G.B.: ¿Tiene usted un modelo de organización política, para un tipo dado de sociedad?
S.H.L.: Cualquier modelo que nosotros podamos envidiar es mejor que la situación en India: el norteamericano, el canadiense y también el soviético.
G.B.: Y sus armas, ¿de dónde salieron? He oído hablar de ayuda de Pakistán...
S.H.L.: Son las armas de nuestros compañeros. Vienen de nuestros campos. Mire a su alrededor, nosotros podemos pedir armas a todos los creyentes. Ellos las traerán aquí, al Templo Dorado. Ellos siempre han estado armados desde que son investidos con la tradicional daga (kirpan). Pero la violencia no es responsabilidad nuestra.
G.B.: La cuenta de los muertos y prisioneros de los dos últimos años deben pesar en su conciencia...
S.H.L.: Nosotros dejamos ir a 2.300 de nuestros hermanos a prisiones hindúes; casi 200 han sido asesinados en las calles, en estaciones de policía y en acciones represivas mientras estábamos predicando la paz. No somos provocadores. Cuando se lucha por derechos se debe pagar un precio en sangre.--