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HUNDIENDO LA MARINA

La penetración del narcotrático en buques de guerra norteamericanos desata ola de extrañas muertes a bordo de navíos claves.

11 de julio de 1983

A pesar de los esfuerzos hechos por la Armada de los Estados Unidos para restar importancia al problema, cada día le resulta más difícil explicar una serie de muertes que se producen desde hace un tiempo a bordo de sus navíos.
Más de un centenar y medio de familias está luchando para que el gobierno les ayude a encontrar respuesta a la muerte de un ser querido que pertenecía a la flota. Y aunque el asunto ya llegó al Congreso, todavía hay escasa luz sobre la materia.
La raíz del problema la conocen todos, confiesa un ex marino que sirvió en la Navy durante 25 años y que no desea ser identificado. Se trata del submundo de las drogas. Nadie lo dice, pero ése es el nombre. Todas esas muertes no se deben más que a la fría y despiadada acción de toda una red de extorsión, drogas y prostitución. "Las pandillas han convertido a nuestras
naves de guerra en verdaderos mercados ambulantes para colocar sus cargamentos de marihuana, heróína y cocaína", agrega la fuente. Consciente de la gravedad de esta acusación, nuestro ex marino está dispuesto a colaborar con la justicia si ésta requiere de su testimonio formal:"Me dolerá tener que hacerlo, porque se trata de un asunto que compromete el prestigio de la institución a la que con tanto orgullo pertenecí Pero creo que es justamente ese cariño que le tengo, lo que me obliga a cooperar hasta donde mesea posible para que se efectúe una limpieza que se hace imprescindible".
Pero, de acuerdo al sentir de muchos parientes de los marinos muertos, la Armada no está precisamente cooperando para esclarecer la verdad: "Cuando me entregaron el cadáver de mi hijo -denuncia William Trerice, de Algonac, Michigan- se me dijo que había fallecido de un ataque al corazón. Pero en ese momento nadie me dijo que ese ataque se le produjo mientras era atrozmente torturado. Lo que sucede es que nuestros barcos se han convertido en grandes almacenes flotantes de drogas. Y los muchachos quese resisten a tomar parte tarde o temprano terminan cayendo como víctimas de las pandillas de narcotraficantes que los dominan ".
Convencido de que la Marina de alguna manera está entrabando la acción de la justicia, Trerice le ha entablado un juicio por cuatro millones de dólares.

"ACCIDENTES" NO EXPLICADOS
Otro padre decidido a luchar porque se haga justicia en esta serie de muertes es Frank Lockwood, de San Diego, California: "La explicación oficial para la muerte de mi hijo Michael fue "accidente". Pero, ¿puede rotularse de accidental la muerte de un muchacho que fue lanzado por la borda por una pandilla de drogadictos? ".
Después de luchar solo porque se le hiciera justicia, desde la muerte de su hijo, en mayo de 1981, Lockwood decidió que todos aquellos que tenían el mismo problema debían unirse y formó la Citizens Against Military Injustice (Ciudadanos Contra la Injusticia Militar).
Lockwood piensa que la dramática y aún oscura muerte de Jack Fennell, su esposa y la hijita de ambos, de ocho años, en la base de Kadema, en Okinawa, Japón, es algo tan horrendo que obligará a ir a fondo en el esclarecimiento de la verdad a nivel oficial.
"La Armada describió la situación como un caso de asesinato de cónyuge e hija, y luego el suicidio" explica un hermano de Fernell, Jerry. "Pero yo estoy convencido de que fueron fríamente asesinados. Es muy claro para mí que la muerte de los tres tiene estrecha relación con las investigaciones que estaba realizando mi hérmano acerca de una gigantesca operación de contrabando de drogas entre gente de la flota ".
Destaca también el caso de dos primos que fueron asesinados a bordo, con una diferencia de cuatro meses:
"Mi hijo fue degollado y luego arrojado por la borda desde el US Forestal, cerca de Jacksonville, Florida, en julio de 1979"--dice el padre de Melton, Arthur Coleman.
La Armada culpó del asesinato a dos hombres, pero se negó a revelar su identidad y entregar más detalles del caso. "La información que he logrado reunir yo es que mi hijo fue golpeado por los pandilleros de la droga- revela Coleman -por ello lo acusaron de delator de sus actividades.
Y esa es, al parecer, la misma explicación para la muerte de su primo William, acaecida meses antes en la estación naval aérea de San Diego. A pesar de que para la Armada no fue más que un caso de "ahogamiento".
Billy me había dicho que el US Chicago, a cuya dotación él pertenecía, estaba saturado de drogas y que las pandillas de traficantes y drogadictos amenazaban y extorsionaban a todos -cuenta un amigo suyo- Me aseguró haber sido testigo, de cómo algunos de sus compañeros eran torturados en la sala de maquinas y que uno de ellos había muerto a consecuencia de estas flagelaciones".
"No es posible que la Armada se siga escudando en un reglamento que data de hace unos treinta años y que compromete a sus hombres a no entablar juicios al Gobierno por daños personales" protesta Sue Boone, la hermana de un marinero que desapareció hace unos años desde la cubierta del US Intrepid, a la cuadra de Bermuda. "Para todos nosotros el pobre Michael fue asesinado. Hicimos todos los esfuerzos posibles por conocerla verdad, pero la Armada bloqueó cada movimiento que hicimos".
Y podemos dar fe que algo similar ocurre con la intención periodística. Robert Collins, editor del Lindell News, de Texas, en un reciente comentario sobre esta situación acusó a los militares de desplegar una "perfecta estrategia para ocultar la verdad ".
Aparte de la gravedad de esta situacion, hay otro hecho relacionado con las drogas que está causando una preocupación aún mayor en quienes luchar por combatirlas. Se trata de la proliferación de narcóticos falsos, tanto más dañinos que los verdaderos. Y hay fundadas sospechas de que varios casos mortales producidos entre hombres de la Marina implican a este tipo de falsificación.
Sin embargo, es entre la gran población adolescente de los Estados Unidos donde se ubican preferentemente sus victimas. Comerciantes verdaderamente criminales les estan vendiendo a los muchachos productos tan dañinos o mortales como la verdadera cocaína, las anfetaminas y barbitúricos en dosis exageradas. Y aquí la situación se presenta con la paradoja de que las autoridades se encuentran con las manos amarradas, porque es perfectamente legal comerciar con estos productos que, por no ser medicamentos, se pueden vender sin receta.
"Las imitaciones de las anfetaminas -dice un vocero de la Administración de Alimentos y Drogas- contienen grandes concentraciones de cafeína, represivos del apetito y descongestionantes, mientras que la cocaína falsa generalmente es un anestésico local, como la procaína, la lidocaína o la tetracaína. Porsuparte, los barbitúricos falsificados contienen calmantes y agentes hipnóticos".
Cuando los ingredientes de estas falsificaciones se toman separadamente, dicen los expertos, se les considera practicamente inofensivos. Pero si se mezclan en fuertes concentraciones o se ingieren con alcohol pueden causar un gran insomnio, estados psicóticos temporales, convulsiones, depresiones, fallas cardio-respiratorias y, por último, hasta la muerte.
"Los muchachos recurren a estas drogas falsas porque son más baratas que las auténticas, producen efectos extraordinariamente similares y porque se les ha convencido de que son totalmente inofensivas", explica la doctora Marian Fischman, una farmacóloga investigadora de la Universidad de Chicago. "Realmente me inquieta mucho esta situación, porque las dosis que están consumiendo los chicos tienen efectos fisiológicos devastadores".
"Vender estos narcóticos falsos es un crimen tanto o más grave que el comerciar con los verdaderos -dice Tyrone Fahner, el Fiscal General de Illinois-. Por ahora es muy poco lo que hemos podido hacer, pero confío mucho en un proyecto legal que se tramita actualmente para poner coto a esta situación ".
Cálculos aproximados permiten establecer que sólo el año pasado los muchachos estadounidenses compraron treinta millones de pastillas falsificadas.