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| Foto: Alex Pashley - Agencia Anadolu

Perú

La hora de Fujimori

Con el Congreso Constituyente a su favor, avalado por la OEA y con su enorme popularidad, el presidente peruano tiene la sartén por el mango.

28 de diciembre de 1992

Con los resultados de las elecciones parlamentarias del domingo 22, el presidente peruano Alberto Fujimori parece en capacidad de ganar la apuesta hecha en la noche del 5 de abril. En esa fecha Fujimori se lanzó a la aventura de acabar con lo que llamó "partidocracia", cerrando el Congreso como única forma de luchar con las manos libres contra la subversión y el narcotráfico.

El panorama no era nada bueno: el "autogolpe" de Lima se convirtió en una muy visible excepción al proceso democratizador de América Latina y por eso la reacción de Estados Unidos fue la de suspender el apoyo económico mientras la Organización de Estados Americanos aplicaba una sanción de carácter moral.


Fujimori había llegado al poder en 1990 sin experiencia política, solo con su movimiento Cambio 90 y el apoyo no solicitado del APRA (Alianza Popular Revolucionaría Americana) del ex presidente Alan García, y de la izquierda marxista. Pero pronto quedó claro que sus ocasionales aliados solo habían querido evitar que ganara el derechista Mario Vargas Llosa.

Sin una mayoría parlamentaria que le permitiera desarrollar su proyecto neoliberal en la economía y de mayor agresividad en la antisubversión, pero disfrutando de una norme popularidad, Fujimori se desesperó. Lo que pareció colmar su copa fue la anulación parlamentaria, en diciembre, de un paquete de 126 decretos legislativos.

La ira de Fujimori se dirigía también contra el sistema judicial, al que acusaba de ser permisivo. Poco antes del "autogolpe" la Corte Superior de Justicia había declarado inocente por falta de pruebas a Osman Morote, el segundo a bordo del grupo terrorista Sendero Luminoso y con ello había completado la liberación de cerca del 85 por ciento de los presos de Sendero.

Por eso, recién asumidos sus poderes autocráticos, el presidente dispuso la reorganización total del sistema judicial.

El incremento de los ataques de Sendero en Lima pareció confirmar la tesis de que al ser eliminado el centro la población se había quedado sin opciones políticas, lo que iniciaría una creciente inclinación popular hacia Sendero. En ello influiría la correlativa pérdida de legitimidad de las instancias oficiales y el previsihle escalamiento de la brutalidad en la represión antisubversiva.

El 10 de mayo las fuerzas oficiales controlaron un motón carcelario de senderistas, con un saldo fatal menor que el de uno similar en épocas de lal presidencia de Alan García. La gente aplaudió a Fujimori no solamente la resolución con la que recuperó la cárcel de Canto Grande, sino la novedosa prudencia de los militares en el operativo. Eso no impidió que la ofensiva terrorista de Sendero Luminoso llegara a su cuspide el 22 de julio, cuando un "paro armado" paralizó a Lima.

Lo delicado de la situación parecía confirmar las oscuras predicciones de los analistas. Pero el 12 de septiembre se produjo la captura de Abimael Guzmán, el jefe de Sendero y desde entonces todo, incluso un intento de golpe militar abortado por fuerzas leales, parece salirle bien a Fujimori.

El resultado de las elecciones del domingo 22 de noviembre es la mayor confirmación. Esos comicios destinados a conformar el Congreso Constituyente de 80 miembros, resultaron un estruendoso triunfo para el proyecto del presidente, con una proporción de votos del 60 por ciento para la lista oficial de Jaime Yoshiyama. Aparte de ello, el resultado más importante es la derrota del boicot electoral.

Tanto el social demócrata APRA de Alan García como el centro derechista Acción Popular de Belaúnde Terry, el conservador Movimiento Libertad de Mario Vargas Llosa y los partidos de extrema izquierda pidieron al electorado viciar su voto, que en Perú es obligatorio. En una paradójica coincidencia, tanto Sendero Luminoso como su rival castrista Movimiento Revolucionario Tupae Amaru (MRTA) buscaban el mismo resultado, si bien por vías diferentes.

Pero el resultado señala que los peruanos están cansados no solo de la violencia, sino de la inacción de los partidos tradicionales. Eso le da vigencia a un debate que se inició desde abril, y que se pregunta si la peruana era una verdadera democracia que mereciera la defensa a ultranza. Para nadie es un misterio que el Estado peruano era hasta el 5 de abril sigue siendo capaz de prestar debidamente los servicios públicos, con un sistema judicial corrupto y grandes porciones del territorio donde la presencia oficial es nula. Fujimori aspira a que su nuevo Congreso modifique además la Constitución de 1980, una Carta escrita tras 20 años de dictadura militar y llena por lo tanto de limitaciones a los poderes Ejecutivo y Judicial, que en frente de amenazas como Sendero Luminoso o el narcotráfico resultan abiertamente contraproducentes.

Pero queda de por medio la capacidad de autorregulación de la democracia, porque por apariencias democráticas que se guarden, el cambio unilateral de reglas no parece la mejor manera de asegurar la estabilidad. Pero por lo pronto, aún con el fantasma de la inconformidad de sectores militares, tanto el aval de la comisión de la OEA como la simpatía que comenzó a ganar en el exterior, aseguran que el presidente Fujimori está en proceso de ganar su audaz apuesta. -

SENDERO SIN RUTA

La fortuna del presidente Alberto Fujimori comenzó a cambiar el 12 de septiembre, cuando se produjo la captura de Abimael Guzmán, conocido también por su nom de guerre "Presidente Gonzalo". El mito del fundador y líder del grupo terrorista, la Cuarta Espada de la Revolución Mundial junto con Marx, Lenin y Mao, sufrió un golpe violento cuando fue presentado ante la prensa vestido como un presidiario de caricatura. Hoy la mayoría de los analistas cree que Sendero está en problemas para continuar con su proyecto revolucionario y la mayor prueba es que a pesar de su poder de fuego evidenciado por los atentados de los últimos días, gran parte de la población parece haberle perdido el miedo. Tanto, que un paro armado como el perpetrado en julio paralizó virtualmente a Lima, mientras el del miercoles anterior y el boicoteo a las elecciones del domingo 22, fueron un estruendoso fracaso.

Preso Gonzalo, la organización carece no sólo de centro estratégico sino ideológico, pues no parece haber en sus lineas nadie capaz de reemplazar su liderazgo. Por ello las autoridades no se sorprendieron cuando comenzaron a filtrarse informaciones sobre disputas internas.

La estructura celular y concéntrica de la organización hace que en condiciones normales sea muy difícil acceder a los niveles más altos y centrales a partir de la captura de los más bajos.

Pero si el centro es capturado, esa misma seguridad se vuelve en su contra y es muy difícil restablecer las comunicaciones jerárquicas. De ahí que Abimael ignorará las preguntas de los periodistas en la extraña rueda de prensa que le obligaron a enfrentar desde una jaula poco despué de su captura, para aprovechar la oportunidad de entregar su mensaje a sus seguidores. De sus frases, oidas por encima de los gritos de policías y periodistas, los senderólogos dedujeron la existencia de pugnas entre una corriente favorable a concebir la lucha a la manera de Mao, desde el campo hacia la ciudad, en contra de Abimael, quien prefiere seguir con la presión sobre Lima, para que el final de la etapa revolucionaria actual, denominada "Desarrollar bases en función de la conquista del poder", se desencadene el colapso político del gobierno y el inicio de la "Guerra de Liberación", tras la intervención de la potencia imperialista, Estados Unidos.

Esa diferencia táctica es menos grave que la pugna por el poder entre los cuadros que operan en el Alto Huallaga, que proveen el financiamiento del narcotráfico y por ello exigen mayor injerencia en la dirección, y el actual jefe interino en Lima, Oscar Ramírez Durán, alias Feliciano, quien se resiste a entregarles mayor control.

Como si eso fuera poco, la revista Sí publicó un reportaje con un desertor que afirmó que en la sierra Sur Central, de donde procede, hay una fuerte corriente senderista interesada en convertirse en partido político, lo que no ha podido hacer por temor a los guerreristas, quienes tienen las armas y gran disposición para usarlas. Versiones sobre traición y mal uso de recursos complican el panorama.

El cambio de estrategia del gobierno ha sido tambien clave en el momentaneo retroceso de Sendero. El presidente Fujimori combinó el ofrecimiento de recompensas a quienes informaran sobre actividades senderistas con la amnistía para los guerrilleros que se entregaran. Junto a ello, los residentes en las barriadas de Lima (los pueblos jóvenes) han observado en las últimas semanas una nueva actitud de las fuerzas de seguridad, que ahora buscan el apoyo ciudadano a través de programas de servicios sociales. Eso parece haber dado resultado por cuanto las operaciones de rastreo en esas zonas han tenido exitos espectaculares. Desde la caida de Abimael Guzmán las autoridades capturaron buena parte del Comité Central y a los jefes de Socorro Popular, la célula responsable de las operaciones militares" en Lima. Por otro lado, sostienen haber provocado la deserción de 1.400 miembros de Sendero y del grupo rival Movimiento Revolucionario Tupac Amaru.

El resultado de las elecciones del domingo 22 confirman el rechazo generalizado de la población hacia el terrorismo, pero no garantizan que los dirigentes restantes de Sendero cambien sus designios mesiánicos. Lo que sí se espera es que caigan como una bomba sicológica en muchas células debilitadas por el evidente desajuste de la estructura del grupo. Por primera vez en varios años los peruanos tienen causas para el optimismo, y el gran protagonista de la historia es Alberto Fujimori.

PENA DE MUERTE

Desde que se produjo la captura de Abimael Guzmán, nació la polémica en Perú acerca de la posible adopción de la pena de muerte. Los peruanos enfrentaron el tema con tanta vehemencia, que se convirtió en otra prueba de que estan dispuestos a ^ cualquier cosa con tal de terminar con el terrorismo. Pero de ahí a que el primer ajusticiado sea el propio Abimael, hay un trecho considerable.

La discusión superó desde el comienzo las tradicionales lineas ideológicas. Para la muestra, el magistrado conservador Lino Roncalla se pronunció en contra, porque "aunque la Asamblea Constituyente reformara la constitución y un referendo respaldara que se le aplique la pena de muerte de Guzmán, no sería procedente porque ninguna ley puede ser retroactiva, y menos en materia penal".

Desde el otro extremo ideológico el ex parlamentario socialista Enrique Bernales dijo que "como cristiano soy enemigo de que se prive de la vida a alguien, pero confieso que en el caso de Guzmán, coincido con la mayoría de la opinión pública, que pide la pena capital contra Abimaael" . Para el también diputado Eduardo Callmel del Solar, de Acción Popular, el problema de la retroactividad es solucionable: "En los casos de crímenes contra la humanidad, la tipificación posterior puede ser aplicable, tal como ocurrió en los juicios de Nuremberg contra los nazis". Aludiendo a los 14.000 muertos que se atribuyen a Guzmán, añadió que "los criminales genocidas fueron sentenciados con sanciones y tipificaciones que no estaban vigentes cuando fueron cometidos los delitos".

Según la Constitución vigente desde 1980, la pena de muerte es aplicable solamente a quienes cometan el delito de traición a la patria en circunstancias de guerra exterior. Basado en las encuestas que señalaban un apoyo popular abrumador a la adopción de la pena de muerte, Fujimori intentó colocar dentro de la cédula (tarjetón) electoral de las elecciones del 22 de noviembre, una casilla para que el electorado se manifestara en favor o en contra de la pena de muerte. Una reacción casi unánime de los partidos políticos le disuadió de su proyecto, pero ello no impidió que después de asegurar el control de la nueva Asamblea, el presidente anunciara su intención de presentar una reforma constitucional que amplie la aplicabilidad de la sanción máxima.

Fujimori ha reiterado que la pena de muerte no es aplicable a Abimael por la irretroactividad de la ley, pero para nadie es un secreto que todos los pasos dados hasta ahora incluso la posible denuncia del Pacto de San José sobre derechos humanos, del cual Perú es signatario-se dirigen a eliminar todos los obstáculos legales existentes. Nada impide que, por ejemplo, el gobierno intente en el futuro próximo responsabilizar a Guzmán de crímenes cometidos con posterioridad a la nueva norma, caso en el cual el presidente Gonzalo podría tener sus días contados.